E. V.

Emilio Díaz tiene 15 años y no se mueve del río desde hace más de una semana. La desaparición de su padre, José Antonio Díaz, ha alterado los planes de este alumno del Instituto de Trubia. «Mi hijo no va a clase para buscar a su padre. Hablé con el director del centro para explicarle la situación y me dijo que, por unos días, no había ningún problema, pero el chiquillo tiene que volver a clase en breve, claro está», comenta Angélica Fernández. El chico, que se oculta tímidamente detrás de su madre, asiente con la cabeza y vuelve con el resto del dispositivo de búsqueda, formado, en buena parte, por amigos y vecinos. Es el caso de Agustín Medina, «amigo de siempre de Tony», que acude a Trubia desde Salas con un grupo de compañeros armados con prismáticos y botas de montaña. «No perdemos la esperanza».