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"Necesitamos bajar ya al Hospital", claman los investigadores que siguen en el Cristo

Científicos del Instituto de Oncología continúan en el viejo HUCA un año después del traslado

Investigadores trabajando, ayer, en los laboratorios del viejo HUCA. LUISMA MURIAS

Cuando el Principado decidió trasladar el Hospital del Cristo a La Cadellada, hace ya más de un año, a ellos, a medio centenar de investigadores del Instituto Universitario de Oncología (IUOPA), les dijeron que se quedaban allí, que todavía tenían que habilitarles los laboratorios en el nuevo HUCA y que, "como muy tarde", harían su mudanza a principios de este año. Superada la fecha prometida, la pasada primavera les volvieron a dar otro plazo: esta vez se irían a su nuevo destino antes del verano. Y hace varias semanas, el pronóstico se volvió a actualizar: ahora la fecha de su traslado será "en septiembre o en octubre".

La realidad, de momento, es que siguen allí. Cada día acuden a la planta de laboratorios que tienen habilitada en un edificio grisáceo que albergaba entonces los servicios de Microbiología e Inmunología. Allí tienen sus aparatos y hacen sus investigaciones. Por dentro, es un lugar amplio y luminoso que sigue oliendo al hospital que fue, pero están solos y lejos del centro sanitario, lo que, aseguran, dificulta su trabajo. "A nivel de logística aquí lo tenemos todo y estamos funcionando. El problema es que la cercanía al Hospital es básica para nosotros por una cuestión de operatividad, por eso necesitamos bajar ya", asegura Marilo Chiara, responsable del grupo de investigación de otorrinolaringología, el más numeroso de los cuatro que siguen allí, con unas veinte personas. "Tener el Hospital al lado es mejor para poder interactuar más directamente con los médicos y el resto de grupos", añade la investigadora Ángeles Villaronga.

Chiara explica que son ellos los que tienen que bajar en sus coches particulares al nuevo HUCA para recoger las muestras humanas con las que trabajan. "Las traemos nosotros por nuestra cuenta. Trabajamos con muestras tumorales de una intervención quirúrgica y cuando nos llaman vamos a por ellas", agrega.

Además del grupo dirigido por Chiara, una científica andaluza que llegó a Oviedo en el año 2002, en esas estancias del viejo complejo hospitalario trabajan otros tres grupos científicos: epigenética, metabolismo óseo e inmunología. En total, más de cincuenta investigadores que acuden cada día, ocasionalmente también sábados y domingos, a un complejo hospitalario del que más de un año se ha ido el resto del personal hospitalario. Allí tienen varias dependencias e incluso una sala para comer. "Estamos aquí todo el día. Aunque no se vea y estemos en otro lado, trabajamos mucho", asegura un investigador que prefiere ocultar su identidad.

De momento, los investigadores esperan acontecimientos y, después de todo, prefieren no pensar en una fecha concreta para su traslado. "El año que viene a lo mejor podemos estar allí", bromea Marilo Chiara, que reconoce que "tenemos ganas de irnos", pero que "lo importante" es que todo esté listo.

La idea del Gobierno autonómico, que ayer relevó al consejero de Sanidad, Faustino Blanco, siempre fue reubicar a estos científicos en un pabellón junto al nuevo Hospital en lo que será la sede de la Fundación para la Investigación Biosanitaria (FIMBA), siempre y cuando los nuevos laboratorios cuenten con la suficiente capacidad para alojar a todos los especialistas previstos. Su director, Carlos Suárez, confía en poder efectuar el traslado "en septiembre o en octubre" y calificó de "poco realista" la previsión inicial de haberse ido el pasado febrero. "Las obras están cerca de terminarse y lo que queda es el mobiliario", señaló en conversación con este diario.

Estos cincuenta investigadores son los últimos (a excepción de los técnicos de algunas máquinas y el personal que atiende a los dos escáneres que quedan) del antiguo complejo sanitario del Cristo, un lugar de grandes edificios abandonado y silencioso que patrullan a diario (en tres turnos, incluidas las noches) varios guardias de seguridad, que son los que tienen las llaves y quienes están en contacto con ellos para abrirles las puertas de unos laboratorios que confían en dejar lo antes posible.

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