PREGÓN SAN MATEO 2015

Queridos paisanos

Ovetenses, oviedistas, carbayones para nosotros, para mí, es todo un honor y

también una responsabilidad, ponerme hoy ante vosotros para ser pregonero de las

fiestas de mi ciudad, y hacerlo en representación de un club, de una entidad, de un

sentimiento que para mí lo es absolutamente todo.

Porque no entiendo ni entendería una ciudad de Oviedo sin el Real Oviedo. Porque

desde 1926 este club ha sido el buque insignia de los valores que esta ciudad lleva por

bandera. Un club señor, al que han hecho grande su capacidad de lucha, de orgullo,

de valor y de garra; Los grandes nombres, desde Herrerita hasta Tensi, desde

Lángara a Carlos o Prosineky

El Real Oviedo ha paseado su escudo por Europa y nuestros jugadores han

capitaneado selecciones que jugaban mundiales y eurocopas. Un club señor, al que

ha hecho grande su afición. Vosotros. Los ovetenses, los oviedistas, capaces de

contagiar este sentimiento a personas de todo el planeta. De inculcárselo a vuestros

hijos, a vuestros nietos, a vuestros sobrinos, logrando que sean del Oviedo sin haber

disfrutado de esos años de gloria. Un sentimiento que llevo muy dentro, que ha crecido

conmigo desde los primeros recuerdos que tengo de esta ciudad. Desde que en la

Guardería Santa Mónica engolaba los zapatos en la tejavana de su patio descubierto.

Desde que en el Colegio San Juan comencé a jugar al fútbol sala. Era tan pequeño

que solo se podía jugar con pelotas de papel. Desde que hice mi primera prueba, con

9 años. Fue en el Carlos Tartiere. Antic vino a saludarnos, y terminé jugando el primer

partido con la camiseta del equipo de mi vida en Villamallor, en el campo del Fortuna.

Éramos 40 chavales, nos quedamos 20. Mi sueño era jugar en el primer equipo, y lo

conseguí. Fueron muchas tardes de autobús camino a Matalablima, a San Esteban, a

La Morgal muchos campeonatos de Asturias ganados, y muchos, muchísimos

amigos, que me ha dado este deporte a lo largo de los años. Y con el tremendo

privilegio de hacerlo fiel a un sentimiento, el de mi equipo, el del equipo de mi ciudad,

la que me ha visto crecer y convertirme en lo que hoy soy. La ciudad que me vió nacer

entre Marqués de Pidal y la Calle Fruela, con parada en el mítico comercio Los Chicos,

de donde guardo, con olor a madera, los recuerdos que tengo de mi abuelo. Había

sido árbitro, y mi padre y mi tío médicos.

Todo tiene un sentido y seguramente una parte de mi destino ya estaba escrito. Una

infancia teñida de sabor a barquillo en las tardes del parque San Francisco, con

imágenes en blanco y negro de los primeros cortejos en el Amaguestu, una tiendina de

chucherías que tenía frente al Auseva. La ciudad que me ha formado como médico, en

un maravilloso campus de El Cristo. Hijo de madre gallega y padre ovetense, que me

han inculcado el esfuerzo y la lucha incansable por llegar a alcanzar todos mis sueños.

De amigos como Laura y Andrés, que han crecido conmigo desde la guardería.

Recuerdos de tardes de quedada en la gorda, de juntarse con los amigos en el Cívico,

de toque de queda a las 9.30 en casay de fiestas de San Mateo en las que mama y

papá se estiraban y podía llegar a las 3 de la mañana. Salía a menos cinco, corriendo.

Ventajas de vivir en el centro Recuerdos de conciertos en la Plaza de Toros, de Los

Suaves, o de Camela (a Camela siempre había que ir porque había muchas chicas) de

los chiringuitos que me perdí el San Mateo que mi madre me dijo: "este año no puedes

salir". Me quedé encantao en casa. Tenía 15 años y había sido convocado con la

Selección Española. Recuerdos de añoranza porque tuve la gran suerte, y la mala

suerte, de tener que coger las maletas durante un tiempo.

El suficiente para echarte de menos, Oviedo, para madurar, y aprender a echar de

menos su limpieza, sus rincones, mis bares preferidos desde Gascona hasta

Montecerrao, de echar de menos a su gente, a mi gente, y a también a mi equipo. A

nuestro equipo.

HÉCTOR

Al equipo de todos los ovetenses. Porque si algo no le falta a este club, y sobre todo a

esta afición, es su ilusión. Poder representar hoy a todos los canteranos es un

extraordinario premio. Son muchos años de entrenamientos, de competición, cargados

de ilusión, soñando con poder pisar algún día el Carlos Tartiere. 22 años de vida y de

unión permanente a esta ciudad. De una infancia en la que, cada tarde, salía de las

Ursulinas y recorría el parque hasta llegar al antiguo Carlos Tartiere. Era la mejor

manera de poco a poco ir respirando lo que nos transmitía esta ciudad, fútbol. Mi

primer recuerdo es de Esteban parando un penalti contra el Atlético de Madrid. Quien

me iba a decir a mí que años después podría compartir un entrenamiento él.

En el 2004, con 11 años , en el 2004 , comencé a formar parte del Real Oviedo. Eran

años complicados , donde muchos preferían irse a otros equipos. En invierno, era

habitual que no pudiéramos ducharnos. No había agua. En alguna ocasión eran

nuestros padres los que al anochecer tenían que alumbrarnos con sus coches, porque

tampoco había luz.

Para Diego y para mí es un orgullo estar aquí arriba, porque sabemos cómo esta

ciudad levantó a un equipo que estaba muy tocado, pero nunca hundido. Hasta ese 31

de junio de 2015, en el que hicimos historia. En el que 20 jugadores empujados por

millones de corazones, como el mío, como el vuestro, lograron devolvernos al lugar en

el que hoy estamos.

Una vida y una adolescencia de oviedismo, y de recuerdos de mi ciudad. De las

fiestas que cada año esperábamos con ganas, de sus conciertos, de sus chiringuitos,

de quedar con los amigos para dar una vuelta por la Plaza Porlier y la calle Mon.

Aunque hayan pasado los años la ilusión es la misma, y disfruto como el primer día.

De nuestras fiestas, de una ciudad que es única, por su gente, por su belleza, por su

gastronomía. Y por su equipo.

No estaría aquí si no fuera por mis compañeros y los que nos fueron dejando por el

camino, por los ídolos en los que te guías para intentar llegar lo más arriba posible,

como el que tengo aquí al lado mío, por mis padres que con dos hijos más que son

geniales, me llevaron a todos los partidos y entrenamientos y me formaron como

persona, a mi novia por supuesto que siempre estará ahí para todo, y a mis amigo. No

los hay mejores. Un orgullo y un honor hablaros desde este balcón.

En este balcón ya nos habíamos encontrado en tres ocasiones. Una noche de 2005 en

la que Oviedo entero se echó a la calle. Celebrábamos que estábamos vivos, que lo

habíamos conseguido, que estábamos un poco más cerca de volver. También una

tarde de lunes de 2009, recién llegados de Mallorca. Había que lograrlo, era una

obligación, y conseguimos volver sobre los pasos que tanto había costado recorrer. Y

una última tarde, la del 1 de junio de 2015. La tarde en la que por fin pudimos gritar

todos juntos ESTAMOS VOLVIENDO.

Lo hemos conseguido entre todos, con un equipo que pasará a la historia, con una

afición que se ha ganado ser conocida en todos los rincones del planeta. Una ciudad,

y una gente, que ha logrado enamorar al grupo más importante del mundo, al Grupo

Carso, a Arturo Elias Ayub, a don Carlos Slim, a quienes les estamos tremendamente

agradecidos.

Solo entiende nuestra locura quien comparte nuestra pasión.

Porque tenemos la ciudad más bonita del mundo.

Porque tenemos la mejor afición del planeta.

¡Puxa Asturias! ¡Hala Oviedo! ¡ Y VIVA SAN MATEO!