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La comunicación médico-paciente gana terreno en el examen MIR

"A los candidatos no les sobró tiempo", afirma Baladrón, para quien la dificultad de la prueba fue similar a otros años

Participantes en las pruebas de acceso a plazas de formación sanitaria especializada, el pasado sábado en el campus del Cristo (Oviedo). MARÍA GÓMEZ

La comunicación entre el médico y el paciente -una de las asignaturas pendientes en la formación que se imparte en las facultades de Medicina- es una de las temáticas que ganó terreno en el examen MIR celebrado el pasado sábado en toda España, al que estaban convocados en Asturias 1.187 aspirantes a plazas para formarse como especialistas. En el polo opuesto, la estadística y la medicina preventiva -una materia tradicionalmente considerada plato fuerte de la prueba- perdió peso entre las 225 preguntas de las que consta el examen.

Éste es uno de los aspectos destacados por Jaime Baladrón, director de la Academia MIR de Oviedo, en su primera valoración de un examen que es escrutado hasta en sus detalles más nimios por los centros de formación que preparan para la prueba. Según el doctor Baladrón, seis preguntas estaban referidas a la relación entre el facultativo y el enfermo, un aspecto que tradicionalmente es considerado deficitario en los programas docentes de la carrera. En años anteriores, esta cuestión solía ser objeto, como mucho, de una o dos preguntas. Entre tanto, sobre medicina preventiva y estadística venían siendo habituales en torno a 24 preguntas, y en esta edición sólo se introdujeron 16. "Es una reducción bastante importante", señaló el director del Curso MIR.

A juicio del responsable de la academia ovetense, en la que cada año preparan la prueba unos mil médicos -en su mayoría provenientes de fuera de Asturias- el examen ha sido "relativamente estándar", sin grandes diferencias, en cuanto a dificultad, con relación a los de años anteriores. Se trata, enfatiza Jaime Baladrón, de una valoración provisional, "a la espera de que el Ministerio de Sanidad haga pública la plantilla de respuestas correctas".

La gran novedad metodológica de la prueba estribó en que para cada pregunta se ofrecían cuatro respuestas posibles, frente a las cinco tradicionales. Dado que los fallos restaban lo mismo que en ediciones precedentes, los formadores de las academias del MIR optaron por recomendar a sus alumnos que respondieran todas las preguntas, incluidas aquéllas en las que les asaltasen serias dudas. Esta novedad, que en teoría facilitaba la ejecución del examen, fue compensada con una mayor presencia -casi el doble- de imágenes en las preguntas, dato que acarrea una mayor dificultad. "Quizá se quiso equilibrar una cosa con la otra", especuló el doctor Baladrón. "A la mayor parte de los candidatos no les sobró tiempo; emplearon las cinco horas", agregó el formador ovetense.

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