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Un 3% de los escolares asturianos afirma haber sido acosado por el móvil o internet

Un 3% de los escolares asturianos afirma haber sido acosado por el móvil o internet

Las nuevas tecnologías y las redes sociales han sacado el acoso escolar de las aulas. A las formas de acoso tradicional se suman ahora las del ciberacoso, que puede suceder a cualquier hora y en cualquier lugar. Un 3 por ciento de los escolares asturianos asegura que ha sufrido en alguna ocasión acoso a través de internet o del teléfono móvil y un 1,4 por ciento de forma frecuente. Además, el mismo porcentaje, un 1,4 por ciento de los chavales asturianos confiesa haber acosado a un compañero valiéndose de las nuevas tecnologías, según los datos sobre acoso escolar y ciberacoso que maneja Save the Children.

La buena noticia es que las cifras en Asturias están aún muy alejadas de la media del país, donde un 5,8 por ciento de los estudiantes considera haber sido víctima del "ciberbullying" y un 2,6 por ciento de los estudiantes asegura haber utilizado las nuevas tecnologías para acosar a un compañero.

Sin embargo, los expertos recomiendan activar todas las alertas porque las cosas empiezan a complicarse. "Las redes sociales y las aplicaciones para móvil ayudan a que el acoso se magnifique y los niños se sientan todavía peor. Ahora van más rápido con los dedos que con la boca, nos están volviendo locos...", advierte Victoria Fernández, subinspectora de la Jefatura Superior de Policía y enlace de los colegios e institutos de la ciudad con el departamento policial de Seguridad Ciudadana.

Cada vez que esta funcionaria policial acude a un centro escolar a impartir una charla sobre acoso en las aulas pregunta a los chavales si han visto o compartido en alguna ocasión con sus teléfonos el vídeo grabado durante el viaje de estudios de Ana, la chica que, sin saberlo, protagonizó un vídeo de contenido sexual con un compañero, que otros chicos del colegio difundieron. La mayoría de los estudiantes de levanta la mano porque ha visto el vídeo, saben de lo que la policía está hablando. Entonces Victoria Fernández les cuenta que Ana no aguantó la presión y que tuvo que marcharse de Oviedo a otra ciudad. "Tienen que ser conscientes de que las consecuencias de sus acciones son muy graves", explica la subinspectora.

En su informe "Yo a eso no juego", Save the Children relata la historia de Jasper, un joven al que sus compañeros acosaron de forma tradicional y también utilizando las nuevas tecnologías. Le dolió más lo segundo, porque trascendía la "intimidad" del grupo. Jasper llegó de Holanda a España con 10 años y sus compañeros de clase se burlaban de él porque no hablaba bien el idioma. Le pegaban, le quitaban las cosas, le robaban los apuntes... Después descubrieron su correo electrónico y empezaron a enviarle escritos diciendo que era un inútil. También encontraron su Facebook, donde escribía todo lo que sentía. Y siguieron burlándose de él. En el muro le llegaron a escribir que ojalá se muriera. "Me hizo sentirme una mierda, no podía dormir, tenía estrés y sentimiento de soledad. Alguna vez llegué a casa con moratones, pero me destrozó más el 'ciberbulling'", relata el joven, que ahora tiene 20 años.

Existen muchas formas de acoso por medio de las redes sociales y los teléfonos móviles. Los insultos, los insultos indirectos, lanzar rumores, las amenazas, la exclusión, subida a internet de información comprometida, robo de información, robo de identidad, subida de información personal, retoque de fotos o suplantación de la identidad son algunas de ellas. Los padres deben saber que los niños menores de 14 años no pueden estar en una red social (Facebook, Twitter, Instagram) y que, si lo están, es porque han mentido con la edad. Además, la Policía recomienda que conozcan las contraseñas de sus hijos; la justicia les ampara. Esta misma semana una sentencia del Tribunal Supremo certificó que en vista de que las redes sociales están repletas de peligros para los menores -más desprotegidos que los adultos ante los ataques de algunos desaprensivos- la obligación de los padres de velar por los hijos, prevalece sobre el derecho a la intimidad. Aunque muchas veces, ni siquiera los chavales se preocupan por preservar esa intimidad: sus contraseñas suelen ser una serie numérica del tipo 1, 2, 3, 4... como mucho al revés, su fecha de nacimiento, o el nombre de su mascota; sin ninguna picardía.

Otra de las recomendaciones sobre ciberacoso que está llevando la Policía Nacional a los colegios tiene nombre propio: la aplicación Snapchat, que autodestruye el archivo de forma automática después de que el destinatario lo haya visto. "Recomendamos borrar esa aplicación de los móviles de los menores, no trae más que problemas", advierte Victoria Fernández.

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