"Estamos dispuestos a salir a la calle. O nos dan una solución definitiva o nos movilizaremos". Los vecinos de los barrios de San Lázaro y Otero recibieron a principios de diciembre una notificación del Ayuntamiento en la que les pedían que desalojasen el local de la biblioteca pública de San Lázaro, en el que llevan casi nueve años, antes de que acabase 2016. "Me extrañó. Decía que teníamos que dejar el espacio porque se iba a crear una sala de estudio para universitarios y MIR, y que entregásemos la llave", relató ayer María Teresa Martín, presidenta de la asociación de vecinos. La mujer aún se declara "sorprendida", tanto por la comunicación como por la brevedad de los plazos: "Nos llamó la atención que fueran tan radicales, para echarte de un sitio tienen que darte más tiempo".

Todavía no han desalojado el local, situado en la planta baja del edificio. Lo emplean para tomar clases de yoga, pilates y bailes regionales. La presidenta asegura que en ningún momento perturban la tranquilidad de la biblioteca. En total, a las clases acuden una cien personas. Cuando realizan la más ruidosa de las actividades, con panderetas y castañuelas, el centro de estudio está ya cerrado.

En la mañana de ayer, los vecinos mantuvieron una reunión con Ana Taboada (Somos), concejala de Información y Participación. Transmitieron a la edil que la asociación de vecinos nunca ha provocado queja alguna del resto de usuarios. Pidieron también una alternativa en el caso de que tengan que dejar el espacio, y entregaron a Taboada una lista de locales vacíos que son propiedad del Ayuntamiento.

"Nos dijo que estuviésemos tranquilos y que hasta que no hubiera una solución no se haría efectiva la orden de dejar el local", señaló Mari Cruz Fernández. Además de secretaria de la asociación de vecinos, es la presidenta del grupo de bailes regionales Trasgu. Lamenta que desde el Ayuntamiento no se les haya especificado cuántos estudiantes han solicitado instalar un centro de estudios en la planta baja.

Las explicaciones de la concejala han satisfecho a los vecinos. No obstante, mantienen una actitud de alerta. En los últimos días han llegado sillas y otros muebles, y temen que el cambio se haga de forma repentina. "Nos preocupa, porque eso significa que están preparados para adecuar la sala para los estudiantes", explicó Mari Cruz Fernández.

El colectivo vecinal argumenta que la parte baja del edificio "no tiene luz natural ni ventilación" y que por eso no considera el emplazamiento adecuado para un grupo de estudiantes. Por su parte, Ana Taboada, destacó ya el domingo, en referencia a la petición de Ágora Foto Cine Club de un local municipal, que el gobierno tiene en marcha un recuento de todos los inmuebles de su propiedad para dar respuesta a la demanda de "muchas asociaciones". Así, a lo largo del presente año se tratará de dar acomodo a algunas de las organizaciones que han contactado al Ayuntamiento en busca de espacio para sus actividades.