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Cómo cuidar consolando y consolar cuidando

Muchas veces la persona que se siente sola desea un gesto o una mirada y valora, sobre todo, que otro les dedique tiempo

Una joven cuida y acompaña a una persona mayor.

Quién cuida, ¿consuela? La RAE define cuidar como: "Poner interés y esmero en la ejecución de algo . Asistir a quien lo necesita y consolar como "Aliviar la pena o aflicción de alguien". ¿Habrá genuino cuidado si no se diera el consuelo?

Cuando Saint-Exupéry dedicó "El Principito" a su amigo León Werth, que "pasa hambre y frío" (francés y judío, que sufría doblemente la persecución nazi), lo justifica así: "Verdaderamente necesita ser consolado". No basta calefacción y comida para aliviar. Cuando Rilke dio una rosa a una mendiga, dijo a su acompañante: "Hay que regalar algo a su corazón, no sólo a sus manos". Tras una semana ausente, la mujer volvió a pedir y, al preguntarle de qué habría vivido, el poeta respondió: "De la rosa". Es insuficiente el dinero si falta humanidad y cariño.

Pueden prestarse cuidados materiales sin darse la cercanía y ternura propias de quien, cuidando, también consuela, al aportar ese bálsamo indispensable al bienestar de la persona frágil, desvalida o dependiente. El cuidar, pues, no garantiza el consolar. Cuando el cuidar se quintasencia, brota el consuelo. Hace unos años conocí a un señor hospitalizado. Todo discurría normal, hasta que una noche se quejó de fuertes dolores de cabeza. Pese a los calmantes, insistía en que le aplicaran en las sienes una gasita con alcohol o agua fría. Los enfermeros accedieron y, al preguntarle si el dolor cedía, respondió: "¡No sé, pero este fresquito (de la gasa) me consuela tanto!". ¿De dónde emanó el "consuelo". Del gesto comprensivo y tierno de sanitarios técnicamente estupendos y humanamente excepcionales. A continuación ofrecemos tres sugerencias sobre cómo consolar y cuidar.

Estar. Es una categoría básica de la existencia y de la presencia. La presencia incluye al otro, lo toma en consideración. El otro es un ser capaz de relación, diálogo, atención, escucha, interlocución, respeto, cuidado, consuelo. Si solo hay (sin estar) acompañante, el acompañado quedará invisibilizado, ninguneado.

Acompañar. Del"estar", condición para "ser", deriva el acompañar, desdoblándose en un repertorio de gestos y acciones que validan el acompañamiento: acariciar, abrazar, besar, mirar, cantar, susurrar, arrullar, jugar, bromear; ver juntos una película, leer cuentos (incluso infantiles) y, aceptar ser acompañados por el débil.

Escuchar. Lugar señero ocupa el escuchar, ser receptivo al otro, poner todos los sentidos a su servicio, mostrar máxima atención a su presencia. "Escuchar" es un modo de estar y ser, que compromete al ser humano en totalidad. Escuchar realmente exige hacerlo con todo el cuerpo, alma y corazón; es abrirse y dejarse tocar por la voz del otro. Escuchar necesita tiempo. En una época de prisas, escuchar es subversivo. Exige con-centración y direccionalidad, virtudes opuestas a la "indiferencia". Quien no cuenta con su tiempo para expresar sus sentimientos, emociones, e ideas, sabe que su acompañante no le escucha, no tiene tiempo para él, y eso aborta toda comunicación.

En suma, sin ese bálsamo el cuidado se des-alma y desvirtúa.

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