"Querido abuelo, todavía no me hago a la idea de que esto esté pasando de verdad. Me reñirías si me hubieses visto escribir este texto, llorando como una magdalena, pero tenía que darte las gracias por habernos enseñado lo que es la sencillez, la perseverancia, la amistad y, sobre todo, la familia". Con palabras tan emotivas como estas recordó ayer Teresa Gómez a su abuelo Alfonso Sáenz de Miera del Valle, fallecido el pasado martes a los 85 años de edad. Lo hizo durante el funeral celebrado en la Basílica de San Juan el Real por el descanso del ingeniero técnico industrial, un hombre muy conocido en Oviedo que desarrolló buena parte de su carrera profesional en la Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Covadonga. "Qué suerte ha tenido la abuela, siempre has sido un hombre completamente íntegro", destacó su nieta.

Atentos a la lectura de Teresa Gómez estuvieron las decenas de amigos y familiares que ayer también acudieron a la Basílica de San Juan el Real para darle el último adiós a Alfonso Sáenz de Miera, que era primo de Jesús Sáenz de Miera, fundador de la Central Lechera Asturiana. Uno de sus allegados, el doctor Jaime Álvarez-Buylla Menéndez, asegura que el fallecido era "un hombre entrañable, humano y generoso", una persona "ejemplar" que además desarrolló su tarea profesional "con valentía, entusiasmo y visión innovadora".

El párroco de San Juan, Francisco Javier Suárez, recordó durante su homilía que Alfonso Sáenz de Miera era "una persona muy religiosa" y que era cofrade de la Hermandad de Jesús Cautivo, con sede en la basílica ovetense. "Se pueden decir muchas cosas de él, pero Alfonso era una persona que trabajaba mucho por los demás y que cuidaba de su familia por encima de todo", dijo el párroco durante su discurso.

Alfonso Sáenz de Miera pasaba parte de su tiempo libre en el Club de Tenis y en su casa de Ribadesella, donde solía estar en periodos vacacionales. Estaba casado con Ana Victoria Prendes Morán y tenían cuatro hijos: Ana María, Cristina, Teresa (fallecida) y Elena.