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Revisión crítica de las teorías sobre el origen de la capital del Principado

Oviedo no fue una ciudad hasta el siglo XII

Los arqueólogos García de Castro y Sergio Ríos refutan la historiografía oficial sobre la ciudad y retrasan en 300 años la existencia de una verdadera sociedad urbana

Placa en el Museo Arqueológico, antiguo monasterio de San Vicente, alusiva a Máximo y Fromistano. MIKI LÓPEZ

Hagan borrón y cuenta nueva sobre la historia que les han contado hasta ahora acerca del origen de Oviedo, con relato fundacional incluido sobre dos monjes pioneros, Máximo y Fromistano, en el año 761. Reformateo mental. Primero: Oviedo no es verdaderamente una ciudad hasta avanzado el siglo XII, más de trescientos años después de la fecha popularizada. Es entonces, en torno al año 1120, cuando existe constatación documental de una actividad propiamente urbana: parcelaciones, cambio de propiedad de terrenos, circulación monetaria, concesión del fuero, crecimiento demográfico... Segundo: lo que hay antes de esa fecha sobre la colina calcárea de Ovetao (el entorno más cercano al lugar donde hoy está la Catedral, no más de 12 hectáreas) es otra cosa, un dominio señorial con una estructura monástica en mitad de un entorno de poblamiento rural disperso por toda la Asturias central y, básicamente, compuesto con dos monasterios (San Vicente y San Pelayo), la catedral de San Salvador, el castillo y una cerca defensiva alrededor. Su escasa población eran, sobre todo, monjes, monjas y sacerdotes. No hubo ningún tiempo de esplendor cortesano, ninguna corte como hoy la podemos imaginar. No hubo un propósito original de fundar una capital. Tercero: ese asentamiento en esa peña nace en tiempos de Fruela I y se produjo "ex novo". Partieron de cero. Es decir, no hay "fundación romana de ninguna de las maneras".

Quien dice estas últimas palabras es el arqueólogo César García de Castro, que firma con el también arqueólogo Sergio Ríos un detalladísimo y extenso estudio que acaba de publicarse en el número 3 de los anejos de la revista de estudios de arqueología "Nailos". Con él ponen patas arriba la historiografía académica, el relato oficial, que se ha transmitido sobre el origen de la actual capital del Principado, especialmente a través de los estudios de los profesores vinculados a la Universidad de Oviedo. "La perspectiva adoptada (en los trabajos de la academia), casi sin excepciones, ha sido la de asumir, revestir y comentar los relatos fundacionales altomedievales", dice el estudio. Y añade: "La característica común a estos productos historiográficos consiste en la aceptación ingenuamente acrítica de los relatos cronísticos del siglo IX y de las falsificaciones documentales". La perspectiva de Ríos y de García de Castro, una de las voces más autorizadas en el arte prerrománico asturiano, es distinta: reexaminan críticamente toda la documentación, así como los resultados de las excavaciones arqueológicas y se atienen a lo que estos datos muestran. Sin elucubraciones.

Ciegos y sordos

No son precisamente condescendientes con la visión historiográfica hegemónica en el departamento de historia de la Universidad sobre los primeros pasos de lo que luego fue la actual capital asturiana: "La producción académica permanece ciega y sorda y repite cansinamente el mismo discurso enaltecedor, Oviedo nació como ciudad de reyes y en la actualidad y desde hace algunos años se ha convertido en la cuna de una reina". Estos dos autores hacen un apunte explicativo al respecto de esta crítica: el objeto de estudio enaltece al estudioso. Si el objeto de análisis es regio, regio será también el trabajo y, por ende, su autor, argumentan. En esta reformulación de la historia primera de Oviedo, que aspira a ser más realista, García de Castro y Ríos van por partes:

Primero. No existe un Oviedo romano. Las excavaciones con motivo de la ampliación del Museo de Bellas Artes desvelaron junto a la actual calle de la Rúa unos restos que se interpretaron como una fuente romana, lo que en el verano de 2008 alentó la teoría de un posible origen romano de Oviedo. Su datación radiocarbónica apuntó a un arco temporal de dos siglos, desde mediados del siglo III al primer cuarto del siglo V después de Cristo. Según García de Castro y Ríos es descabellado respaldar esta teoría, que se sustenta, además de en los restos de la fuente de La Rúa, en varias piezas descontextualizadas de inequívoca datación tardoantigua, entre las que se encuentran dos columnas de mármol blanco procedentes del hospital de San Juan, expuestas en el Museo Arqueológico de Asturias o la lauda de un sarcófago custodiada en la capilla del Rey Casto.

Reciclaje medieval

Los autores sostienen que la fuente por sí sola no autoriza a presumir una ciudad y que estos elementos, aunque sean romanos, proceden, en realidad, del reciclaje: son reaprovechamientos de piezas de la Tardoantigüedad que por su calidad son acarreadas desde otros lugares para ser reutilizadas en nuevas construcciones. "El fenómeno de la reutilización de piezas esculpidas de la Antigüedad fue práctica habitual en la arquitectura visigoda, y generalizada en la arquitectura altomedieval asturiana hasta la construcción de los edificios promovidos por Ramiro I en el Monte Naranco, donde por primera vez aparece la escultura arquitectónica labrada ad hoc". Y añaden en su trabajo: "A día de hoy, ninguno de los yacimientos de época romana o tardoantigua conocidos en la región han aportado piezas que puedan aproximarse en calidad, siquiera remotamente, a las señaladas". Además estas supuestas pruebas del origen romano de Oviedo han sido encontradas en zonas donde no apareció ningún otro testimonio de habitación de época romana.

En conversación con LA NUEVA ESPAÑA Sergio Ríos apunta: "Ya es mucha casualidad que no haya aparecido ninguna planta de edificio, que no haya basureros, que no haya cerámica, que no haya monedas y que, de repente, aparezcan tres capiteles". César García de Castro añade con ironía: "No sólo algunos restos de cerámica, debería de haber camiones de restos de cerámica". Ríos continúa: "Hablamos de lo romano y pensamos en términos de villa, de explotaciones o de ciudades. Y en la colina de Oviedo no había nada de eso". El estudio sentencia: "Los restos de época antigua localizados en el casco histórico de la ciudad no avalan la existencia de un núcleo de población estable" en la colina donde después surgiría el embrión de la actual capital. Estos dos especialistas indican que el valle en el que se emplazó Oviedo sí que albergó una población relativamente densa en época romana, una ocupación rural dispersa de cierta entidad "que aparece inequívocamente asociada a zonas de mayor aptitud agrícola.

Hay dos relatos fundacionales del primer asentamiento en la colina de Ovetao en torno al 761. Cada uno, por separado, tiene su tradición transmitida a través de documentos. Uno dice: todo nació de la acción determinante del rey Fruela I (757-768) quien funda una basílica dedicada a San Salvador y un altar-iglesia a San Julián, semilla de la futura catedral. Ese asentamiento fue el que luego desarrolló su hijo Alfonso II. El otro relato, alusivo a un pacto monástico, dice: un grupo de monjes ya residentes allí, encabezados por Montano e integrado por sus veinticinco acompañantes, aportan sus bienes a un monasterio fundado previamente por dos monjes, Máximo y su tío Fromistano. Así nació, según este relato, el monasterio de San Vicente, verdadero germen del asentamiento original en Ovetao. Los autores del estudio inciden en que este texto monástico nos llega a través de una copia que, "como mínimo es tres siglos posterior a los hechos narrados, sin que a lo largo de toda la Edad Media ese pacto hubiese quedado reflejado en la tradición documental o histórica del monasterio". Por ello apuntan a una invención de los monjes de San Vicente.

¿Cuál fue el motivo de esa "invención" de Máximo y Fromistano? Probablemente, la intención de los monjes de reivindicar su papel como primeros ocupantes de la colina de Ovetao, pues habían quedado relegados a un segundo plano como "socios fundadores", expresado en términos modernos. García de Castro: "En el asentamiento inicial hay una congregación de clero, que es a la vez clero pastoral y clero monástico, masculino y femenino, Cabildo, San Vicente y San Pelayo. Con el tiempo se segregan. Cada uno, el cabildo, el monasterio masculino y el femenino, van desarrollando sus funciones institucionales. Pero cuando la catedral se erige en protagonista, con el establecimiento del obispado, se hace con la Historia. Es el obispo Don Pelayo, a inicios del XII, quien reescribe la historia de Oviedo, eliminando a San Vicente. San Vicente no figura en las crónicas de la Alta Edad Media".

Fue Fruela I

Dicho esto, estos autores concluyen que sólo se puede hablar de una única fundación y su ejecutor es Fruela I. "Es Fruela I quien crea el primer asentamiento en Ovetao. El segundo gran impulso corresponde a su hijo Alfonso II que es el que da forma a esa congregación (esa amalgama formada por la catedral y los dos monasterios) y quien crea el obispado". García de Castro insiste: "No puede haber una fundación paralela, independiente y coetánea. Un rey no comparte vecindad con un monasterio que, además, ha ocupado sus terrenos porque dice que no son de nadie".

La charla de LA NUEVA ESPAÑA con los dos autores se desarrolla en el Museo Arqueológico de Asturias, ubicado en el antiguo monasterio de San Vicente. Estamos, por tanto, en la "zona cero", donde todo comenzó. ¿Por qué precisamente en la colina de Ovetao? "No está claro", indica Sergio Ríos. No quieren hacer conjeturas. "Sí hay una peculiaridad: el agua. Hay un continuo afloramiento de agua por unas condiciones geológicas especiales, con capas de arcilla que se intercalan con calizas, afloramientos que todavía hoy se detectan, aunque el urbanismo moderno haya alterado mucho esas condiciones naturales. Eso es lo que reemplaza la existencia de un río", explica. "Oviedo es la única ciudad de la España interior sin río", apunta García de Castro.

Encastillados y rezando

Bien, nace el asentamiento en Ovetao "y se sustenta en un dominio territorial que es prácticamente toda la Asturias central, lo que hoy es Llanera, Las Regueras, Siero, el Nalón medio...", indica García de Castro. "Y el personal, digamos, que rige todo ese territorio desde la colina de Ovetao, utiliza a una población que vive en los alrededores, en todo el flanco sur del Naranco, en la actual Tenderina, en La Grandota, Colloto, Olivares, en zonas bien insoladas? Esa gente no vive en Oviedo. Los que residen en Ovetao, viven encima de una peña, encastillados y sólo viven aquí los que rezan", explica de una manera muy gráfica. No existen referencias coetáneas de moradores laicos en Oviedo.

Sergio Ríos precisa: "Fue importante el valor estratégico de este enclave, pero en relación a su dominio. No hay una voluntad estratégico-defensiva. En Asturias hay emplazamientos con voluntad o ventajas defensivas muy superiores, Gijón sin ir más lejos. No se establecen en Ovetao por unas condiciones estratégicas de alcance político. Si pensamos en una estrategia para ese territorio, entonces Oviedo ya no tiene ese valor". García de Castro añade al punto: "No, no es estrategia política. Eso no es concebible. Porque el reino de Asturias no coincide con la Asturias actual. Cuando se funda Oviedo hacia el 760-768, el reino de Asturias va desde la ría de Noia hasta cerca de Bilbao. Oviedo, entonces, no es el centro de ese territorio. Cuando Juan Uría hablaba de las traslaciones de la capital de Cangas de Onís, a Pravia y a Oviedo, decía que iban acercándose al centro de la región. Pero, demográficamente, entonces el centro de la región es Galicia y Norte de Portugal. La capital tendría que haber estado en Braga, Oporto o en Chaves, ese es el centro de poder social y demográfico en ese momento. Si hablamos de capitales en un sentido geopolítico, tendría que haber estado ahí". Y a continuación, matiza: "Tras la primera fundación de Fruela I, llega el segundo gran impulso, el de Alfonso II, que es el que da forma a esa congregación inicial y crea el obispado. Un obispado que está ordenando el territorio. Y ahí sí que Ovetao equidista, pero no con respecto al centro de Asturias, equidista del obispado de Iria y de ese otro obispado que es itinerante en torno al norte de Burgos".

La obra de Alfonso II

El trabajo de García de Castro y Ríos también echa por tierra la reconstrucción que la historiografía oficial ha hecho de las dimensiones del emplazamiento en Ovetao con Fruela I y Alfonso II, que consideran indefendible desde el punto de vista arqueológico y de la lógica histórica. El planteamiento oficial sería que inicialmente habría un conjunto catedralicio y que luego, ya con Alfonso III, Alfonso IX y Alfonso X, creció. Estos autores, por el contrario, consideran que el trazado de la muralla del siglo XIII es en realidad el trazado de la cerca fundacional de Ovetao.

Para trazar las dimensiones que, según su opinión, tendría el emplazamiento original aplican el llamado radio de 72 u 84 pasos, que era la distancia de aplicación del "dextro" o espacio de terreno alrededor de una iglesia dentro del cual se gozaba del derecho de asilo y de algunos otros privilegios. Se trata de una medida que se hace universal, indican, a principios del siglo IX. En ese radio estaría el dominio catedralicio de San Salvador y, dentro, también se encontrarían los monasterios de San Pelayo, San Vicente, San Tirso, el hospital de San Juan y el palacio episcopal. En total, una superficie que oscilaría entre las 2,95 y las 5,05 hectáreas. Fuera de ese radio estaría, en la esquina noroeste del recinto medieval, el castillo (en la confluencia actual de las calles Jovellanos y Mendizábal). Ese castillo es inmediato al palacio donde podría haber estado la morada original de Fruela I, en la que habría nacido Alfonso II, cuya residencia estaría en las inmediaciones de Santullano, en la parcela que hoy ocupa la fábrica de Armas de La Vega. Y añaden taxativamente en el trabajo: "En modo alguno puede seguir manteniéndose la manida y errónea ubicación del palacio de Alfonso II en el solar meridional de la catedral y el palacio episcopal, a ambos lados del Tránsito de Santa Bárbara".

¿Hasta qué punto aquel Ovetao era una corte real, como hoy la podremos imaginar? Este estudio dice: "Ovetao no fue sede de un palacio real planimétricamente asimilable a las conocidas residencias imperiales carolingias. En especial en Oviedo, hasta la fecha, no se ha podido identificar el aula central, absidiada o no, que configura la pieza esencial de los palacios carolingios. Los planos de otros palacios carolingios bajo ningún punto de vista pueden compararse con Oviedo". García de Castro subraya: "No sabemos si hubo corte aquí. La corte en la corona de Castilla no se asienta hasta Felipe II".

García de Castro añade: "Alfonso III pasa mucho más tiempo fuera de Oviedo que en Oviedo. No pisa Oviedo, digamos que no le importa mucho. La corte no existe ni en el Imperio, el único poder que tiene algo parecido es el Papa. Los emperadores carolingios no tienen corte, jamás. Lo que hacen es ir de sitio en sitio consumiendo los recursos. Se mueven permanentemente de uno a otro palacio o monasterio imperiales".

Estos dos arqueólogos insisten en que su preocupación es "meter en un marco coherente un montón de indicios que no eran coherentes en otro marco". Y, según subrayan, todo apunta claramente a que sólo se puede hablar de Oviedo como ciudad hasta bien entrado el siglo XII. "¿Cuándo empieza la transacción monetaria? En XII, antes no. En Santiago se han encontrado abundantes monedas de los siglos X y XI, pero en Oviedo no aparecen", afirma García de Castro. "O hablemos de las revueltas urbanas. En tiempos de Urraca, a principios del XII afectan a todas las formaciones urbanas del norte de la Península menos a Oviedo. ¿Por qué? Pues porque Oviedo no es todavía ciudad. La documentación de Santiago o de León es sociológicamente urbana. Esa documentación no existe en Oviedo porque haya desaparecido. Una sociedad que no es urbana no genera documentación urbana".

No es hasta el siglo XII cuando, según sostienen, Oviedo puede empezar a considerarse una ciudad. La primera mención de moradores francos data de 1115; los primeros moradores hispanos foráneos en 1122. Las primeras menciones de casas en el interior de Oviedo son poco posteriores, de 1127. "Creemos que la ciudad como tal surge a partir de 1130-1140. Creemos que el fuero se otorga en 1145. La fecha del fuero de Alfonso VII hay que entenderla como la verdadera concesión de un fuero, no es la confirmación de un fuero dado por su abuelo. Entonces se le da el fuero a Oviedo, porque es entonces cuando hay población urbana que lo demanda". Lo que había antes, sobre la colina de Ovetao, era otra cosa. El estudio de García de Castro y Ríos concluye con una frase de García Larragueta: "Oviedo, antes del siglo XII, no es una verdadera ciudad, es un topónimo".

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