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"Si no sales de ahí te van a matar"

La familia del apuñalado en Salesas le había advertido varias veces de que su vida corría peligro por sus "malas compañías"

Agentes de la Policía científica saliendo el martes del portal en el que fue hallado el cadáver de José Manuel Fernández. IRMA COLLÍN

"Le dije varias veces que se fuera de ese piso porque le podía pasar algo malo, le dije que si no salía de ahí le iban a matar". Con el disgusto metido en el cuerpo, la hermana del hombre que apareció muerto en el cuarto de basuras del edificio de Salesas en la mañana del martes, explicaba ayer que el fatal desenlace era un temor constante en la familia de la víctima. Lamenta no contar con "nada de información de la Policía", descarta que tuviera intención de suicidarse y sospecha que las malas compañías de José Manuel Fernández, en concreto su relación con una mujer fallecida el pasado viernes y con el exnovio de ésta, podrían ser la clave para esclarecer su muerte.

La familiar sostiene que aunque su hermano presentaba como su pareja a la mujer fallecida el viernes con la que comparía piso, su vida distaba de ser la de una pareja normal. "El supuesto exnovio iba mucho por la casa y, según me contaba, ambos se drogaban", cuenta afectada al recordar que fueron muchas las veces en las que aconsejó a su hermano cambiar de vida. "Le decía que eso no era normal, pero apenas me hacía caso".

Las parientes más directos de "Lolín", como era conocido en su Teverga natal y por sus amigos, creen que la relación amorosa que mantenía desde hace un año se sustentaba en puro interés económico. "Vendió el piso para irse a vivir a Salesas y en unos meses ya no tenía un duro". Retirado desde hacía 20 años por un accidente laboral, el domingo era, precisamente, el día que cobraba la pensión. "Tenía una paga de 1.400 euros", dicen sus familiares, dejando caer la posibilidad de que el lunes fuese atacado para robarle el dinero. "La verdad es que aunque ella decía que tenía una paga de 300 euros, él debía de pagarle todos sus gastos y los de su amigo", espeta dolida la hermana.

Y aunque el entorno del fallecido reconoce que no tiene "ninguna información" que les dé pistas reales sobre la causa de la muerte, sí aseguran tener razones para descartar que él mismo pudiera haberse quitado la vida. "El domingo todavía lo vio mi yerno y lo encontró bien", subraya la hermana, que no cree que la pérdida de su pareja unas días antes le llevase a cometer una locura.

En torno a las dos y media de la tarde, llegaba ayer el féretro a Los Arenales y la familia respiraba un poco más aliviada. Las investigaciones sobre las causas de la muerte habían provocado un importante retraso en el traslado del cuerpo al tanatorio. El personal encargado del velatorio no había podido confirmarle a lo largo de la mañana que los restos mortales llegaran a tiempo. "Está en manos del juez", repetían.

El fallecido nació en el pueblo tevergano de Villanueva tal día como hoy hace 59 años. "Mañana sería su cumpleaños", recordó ayer consternada su única hermana. Ambos se trasladaron a Oviedo siendo todavía unos niños y echaron raíces en la capital. "Lolín" vivió con su madre hasta el fallecimiento de ésta hace unos veinte años. Entonces se trasladó a vivir cerca de su hermana en la calle Torrelavega de la capital.

Hace algo más de un lustro se casó con una mujer mayor que él de la que se separó el año pasado y a la cual pasaba también una pensión. Fue entonces cuando decidió trasladarse a vivir al edificio de Salesas para estar cerca de su última pareja, una vieja amiga de juventud. La convivencia tuvo un paréntesis el pasado mes de mayo, cuando su familia le animó a trasladarse a la residencia Covadonga. Pero duró poco. "El día 3 de junio ella fue y le convenció de volver al piso de Salesas", se lamenta ahora la hermana la recordar la reconciliación previa al fatal desenlace.

A pesar de llevar más de dos décadas lisiado por la pérdida de una pierna mientras trabajaba en la construcción de un gaseoducto en Abuli, se manejaba bien gracias a una prótesis y una muleta y era consciente de los problemas de adicciones que padecía su última pareja y el exnovio de ésta. "Nos contaba que se tenían que pinchar en las piernas porque ya no tenían ni venas", relata la familia, que aclara a continuación que la víctima no consumía drogas. "Algún día tuvo problemas, pero me temo que fue porque le drogaron", defiende.

Ahora sus parientes confían en que la situación se aclare lo antes posible y a poder ser que se les tenga en cuenta para conocer el trasfondo de los hechos. "Choca que no nos hayan preguntado nada todavía", apunta la hermana, que ya tuvo que prestar declaración por culpa de otros altercados sufridos en el ámbito familiar de su hermano. "Ya había sido amenazado alguna vez"..

Mientras tanto, la Policía Nacional y la justicia guardan silencio. El secreto de sumario decretado por el juzgado de instrucción apenas deja escapar más detalles que los aportados el martes por el portero que halló el cuerpo en un local del sótano del edificio. Lo único que ha trascendido es que el hombre tenía varias puñaladas y el propio portero dijo que había escuchado a los agentes hablar de un cuchillo, sin que nadie haya confirmado la presencia de un arma blanca en el cuarto de basuras.

Lo que sí parece muy probable es que las pruebas continuaron a lo largo de la mañana de ayer. Al menos eso sospechan los familiares, ya que en un principio se les comunicó que el cuerpo sería trasladado al tanatorio de Los Arenales a finales de la jornada del martes pero luego se les advirtió de que los planes iniciales habían cambiado y no se les garantizó que el cadáver pudiera estar a disposición de sus allegados para el funeral.

Tanto los análisis practicados al propio cuerpo por los forenses como la grabación de las cámaras que controlan todos los movimientos del portal del edificio situado en el número 8 de la plaza Primo de Rivera se antojan vitales para determinar las causas de una muerte sobre la que, al menos de momento, la Policía no descarta ninguna hipótesis.

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