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La vistosidad del templo, principal obstáculo para una reforma de calado

Los técnicos ven complicado un proyecto que vaya en contra del de 1928, orientado a "vaciar" la plaza en favor del edificio religioso

Los arquitectos consultados por LA NUEVA ESPAÑA sobre los cambios que necesita la plaza Alfonso II consideran muy poco probable que pueda llegar a buen puerto una actuación que choque frontalmente con el espíritu del proyecto del arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo, desarrollado entre 1928 y 1930. Supuso el derribo de toda una manzana para dar "la vistosidad" a la Catedral, que, desde entonces, preside lo que definen como un "espacio inconcluso".

"Lo que se pretendía era mejorar las perspectivas visuales de la Catedral", indica Miguel García-Pola, que cree que "se consiguió". Sin embargo, advierte de que fue a costa de que la superficie de la plaza quedase "demasiado vacía" y carente de elementos necesarios, a su juicio, para darle calidad como espacio de disfrute para los residentes.

En la misma línea se muestra Fernando Nanclares, que vivió en sus propias carnes como se desechaba una propuesta suya para tratar de nivelar la plaza con las calles de la Rúa y San Juan y la plaza Porlier, en parte por la imposibilidad de eliminar algunos elementos construidos tras aquella actuación, como son las escaleras o las fuentes. "Es difícil hacer un cambio radical", reconoce.

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