El ingenio de Rodrigo Cuevas consiguió esta noche que cientos de personas aguantasen estoicamente durante alrededor de hora y media un concierto marcado por la intensa lluvia y los fallos de sonido que obligaron al artista a cantar "a pelo" varias canciones en la última media hora del recital en la que los micrófonos fallaron, volviendo a estar operativos "in extremis" para interpretar el famoso "Ritmo de Verdiciu".

Cuevas se ganó a los presentes con su ingenio y sentido del humor y algunos recompensaron con vitores su tesón para esquivar los problemas técnicos mediante canciones a viva voz que los asistentes ayudaron con un silencio casi sepulcral, sólo interrumpido por algunas carcajadas.