Oviedo se merece más. La hoguera de San Juan se quedó en fogata y en la plaza de la Catedral no hubo ni amago de fiesta para celebrar el solsticio de verano. Ni siquiera llegó a verbena. Aunque es cierto que el que tuviese ganas de jarana la encontró.
El escenario en dos alturas colocado en la zona de la fuente, donde se instalaba hace tiempo San Mateo, resultó pequeño. Todo en realidad era pequeño para la inmensidad de la plaza de la Catedral. La hoguera medía poco más de dos metros de altura. Una persona alta llegaba sin problemas a tocar la cima de la pira. Y el cuélebre que prendía la llama parecía, en proporción al espacio, un lagarto de Ikea.
Héctor Braga cantó canciones de emigrantes. Tiene talento, voz, tablas y experiencia. Braga es uno de esos activos que Asturias debe conservar si no quiere perder su cultura. Pero no es un tipo festivo como para una noche de San Juan. La apuesta de "Margen" de poner a Toño Velasco a pintar la hoguera fue un acierto, lo más novedoso y sorprendente de la noche aunque hubiese quedado mejor si sobre él sobresaliesen un par de metros de madera para quemar. Ver su lienzo ardiendo le puso más énfasis purificador al fuego del verano.
El inicio de la actuación de la gente de "Mercáu Astur", con su conjuro, tuvo tantos problemas de sonido que parece imposible que lo escucharan los seres mitológicos a los que invocaban.
Y todo terminó sin gracia alguna. El Ayuntamiento debería plantearse que con encender la hoguera y dejarla ardiendo un par de horas no basta. La plaza quedó vacía a los pocos minutos, no había nada que hacer allí. ¿Nadie se planteó un concierto, una noche celta o aunque fuese una banda de gaitas y un grupo de baile para alargar la noche?
Oviedo se merece una hoguera y una fiesta en condiciones. Y tampoco es necesario que sea en la Catedral. La Corredoria celebra estos días sus fiestas de San Juan. Igual la hoguera de la ciudad es la del barrio más poblado, que también es Oviedo.
