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Botas para andar en familia | Por tierras de Tineo y Allande

Paseo por las brañas

La ruta del bosque misterioso se inicia en el pueblo tinetense de La Cerezal y ofrece espectaculares panorámicas de la sierra del concejo

Paseo por las brañas

La ruta del bosque misterioso parte del pueblo tinetense de La Cerezal, con sus características paneras colocadas sobre edificaciones. En medio del pueblo aparece una bifurcación que se toma a la izquierda. Va entre un hórreo y un pequeño edificio ubicado en el mismo cruce. Poco después aparecen los restos de una casa de tres pisos, que se deja a la derecha, para pasar junto a un hórreo con una parte de la cubierta de pizarra, desde donde se vislumbra al fondo el parque eólico de la Sierra de Tineo.

Al final del pueblo llega un momento en el que el camino gira a la izquierda, pasando entre dos casas y otro hórreo sobre cuatro paredes. En ese punto se coge el camino que sale a la derecha.

Entonces el caminante se adentra en un túnel arbóreo encajonado entre el talud de un prado y una pared de piedra. En las laderas comienzan a verse las plantas que proliferan más tarde. En este caso son digitalis purpurea y helechos.

Pronto se sale a un claro desde donde se obtiene una excelente vista del fondo del valle y de los molinos eólicos que sobresalen en lo alto de la sierra, así como al otro lado del valle el pueblo de Folguerua y al oeste el de Villatresmil.

Hacia el este se ven las casas de la Llaneza hacia donde se dirige el recorrido. Nada mas pasar el prado se entra en el "reino del silencio" donde el único ruido que se oye son las propias pisadas y el trinar de los pájaros.

El talud del camino está totalmente inundado de helechos y musgos, unos de un intenso verdor y otros mas claros. El agua chorrea en pequeños hilillos entre los musgos y las plantas conocidas como "el Ombligo de Venus", con propiedades diuréticas, antisépticas y cicatrizantes. El camino se adentra en un bosque con hayas de troncos retorcidos y castaños. También abunda el "hongo del fuego" o yesca.

El camino inicia un ligero descenso a través del bosque cuyas laderas están cubierta por arándanos, helechos, musgos e infinidad de plantas. El paisaje es envolvente, los murmullos que se escuchan transportan a un lugar mágico. Este contacto con la naturaleza es como un mensaje lanzado al mar en una botella pidiendo socorro, como un bálsamo que libera de todo. Las figuras fantasmagóricas de los retorcidos troncos caídos y de las raíces totalmente cubiertas de musgos acompañan en el ligero descenso que conduce al arroyo Caborno. El monte contiene muchas pequeñas galerías hechas para buscar filones de magnesio y, en la que durante algún tiempo estuvo escondida una persona de la justicia. También es posible encontrar algún que otro corzo o venado. Para cruzar el arroyo en época de lluvias es necesario descalzarse. El camino ascendente recuerda a un exuberante bosque tropical en el que el sol no conoce el suelo. Poco a poco se va acercando el final.

Es necesario ignorar los caminos que salen a la izquierda para llegar junto a una portilla, enfrente de las casas de La Llaneza. Frente a ellas se divisan los molinos de la Sierra de Tineo.

Entre las casas llama la atención una que tiene una galería de madera, que transporta a tiempos pretéritos, donde los hombres luchaban con la naturaleza para poder sacar sus frutos y sobrevivir.

Desde ese punto es posible acercarse a la braña por un camino que sale a la derecha del final del pueblo y que asciende unos metros, al principio, pero luego va casi en llano.

La senda está empedrada en algunos tramos y ofrece una excelente vista del valle, a los pies de la Sierra. El regreso se hace por el mismo camino.

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