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CRUZ FERNÁNDEZ ORMAZÁBAL (CUQUI) | Presidenta del Grupo Folclórico "Trasgu" y secretaria de la asociación de vecinos San Lázaro-Otero

"A San Lázaro y a Otero hay que darles una vuelta, los encuentro muy dejados"

"Me crié en Caborana y tuve una infancia muy feliz, jugaba en la calle y mi madre dejaba las llaves en la puerta; eran tiempos más tranquilos"

Cuqui Fernández Ormazábal. Miki López

Cruz Fernández Ormazábal, conocida en Oviedo como Cuqui Fernández, presidenta del grupo folclórico 'Trasgu' y secretaria de la Asociación de Vecinos de San Lázaro-Otero, es nieta de un vasco que llegó a Oviedo procedente de Ornieta (Guipúzcoa) y se caracteriza por un carácter luchador que la ha llevado a promover numerosas actividades de carácter vecinal. Fernández anda estos días preocupada por el escrito que les ha enviado el Ayuntamiento advirtiéndoles de que deben abandonar el local de San Lázaro en el que el grupo lleva ensayando durante los últimos diez años, un espacio situado en el sótano de la biblioteca del barrio que también utiliza la asociación de vecinos para diversas actividades.

Allerana de nacimiento, ovetense de corazón. "Nací en Caborana, en el concejo de Aller. Me crié allí y fui al colegio de las Dominicas. Ahora soy la presidenta de la Asociación de antiguas alumnas. Nos reunimos desde hace 18 años. Fui muy feliz en mi infancia, jugábamos mucho. Salíamos a la acera y nos lo pasábamos genial. Eso sí, a las nueve había que estar en casa que para eso mi madre era bastante estricta. También recuerdo ir a ver a mi abuela a Los Cuarteles. Mi madre dejaba la llave en la puerta y no pasaba nada. No sé si eran tiempos mejores pero sí más tranquilos".

La boda y el trabajo en Alemania. "Mi marido era de Moreda; nos casamos en 1960. Tuvimos a nuestro primer hijo y luego nos fuimos a trabajar a Alemania, donde estuvimos hasta 1967. Me encontré muy bien en Stuttgart. Trabajé en una fábrica de lana y muy pronto me dieron alguna responsabilidad. Mi marido también tenía un buen trabajo en una factoría de WMF. Después nos volvimos a España pero siempre conservamos relación con las personas que habíamos conocido allí. A mi me hace ilusión practicar el idioma cuando me encuentro con algún alemán".

Las duras pruebas de la vida. "Mi hijo mayor se me murió con 19 años de un cáncer. Eso fue terrible. No se puede explicar con palabras. Hace cinco años perdí a mi marido, que cuando volvimos a España sacó una plaza en la antigua Diputación. De allí pidió excedencia para Cadasa, donde ya terminó su vida profesional. Tengo otras dos hijas y un nieto que es el tesoro de mi vida, se llama Javier y yo digo que está consentido con cierta disciplina. Es un niño que saca muy buenas notas y se porta bien. Yo soy la abuela y en mi caso, como en tantos otros, se cumple ese principio de que los abuelos están para malcriar un poco, no mucho".

La importancia de los amigos y de la familia. "Cuando regresé de Alemania en Asturias trabajé un par de años. Luego ya me dediqué a mis hijos. Lo bueno de Alemania es que no tienes que andar mendigando un sueldo como aquí. Conservo allí grandes amigos a los que vimos con motivo de un viaje inolvidable que hicimos por Europa. Estuvimos en Mónaco, Venecia, Viena, Salzburgo y Francia, entre otros sitios. Fue estupendo".

El amor por el folclore asturiano. "El grupo 'Trasgu' se creó en el salón de mi casa en 1983. Empezamos ocho mayores y luego los pequeños. Llegamos a ser cincuenta. Siempre me gustó mucho la gaita y mis hijas Feli y María José González Fernández, también querían aprender bailes regionales. Así que más bien todo empezó por ellas. Al principio hubo que aprender a llevar el grupo. El folclore no estaba tan valorado, bailabas toda la tarde por un bollo de chorizo. Ahora seleccionamos un poco más, hacemos dos viajes al año. Estuvimos en 14 de las 17 comunidades de España; en Portugal y en muchos lugares de Asturias. Ahora en Oviedo se cuida la música folclórica con iniciativas que empezó Gabino de Lorenzo, como la música en la calle. Aunque no me gusta echarle flores hay que reconocer que él lo impulsó y ahora sigue sosteniéndolo este gobierno".

Pasión por el movimiento vecinal. "Llevo 30 años en la asociación de vecinos San Lázaro-Otero. Ahora soy la secretaria. He trabajado mucho y los esfuerzos no siempre son reconocidos. La gente se olvida de todo lo que has hecho. Impulsamos obras como la colocación de 22 ascensores; cambiamos los tejados, las fachadas y el parking. Conseguimos una buena financiación. El movimiento vecinal tiene sentido ahora también. El barrio necesita otra vuelta, está dejado".

La batalla por el local de ensayo. "Seguiremos batallando para tener un local para bailar. Ahora ensayamos en la plaza del Ayuntamiento. Llevan intentando que salgamos del local desde hace por lo menos dos años. La primera vez logramos reunirnos con Mercedes González, la concejal responsable de bibliotecas, y nos dio su palabra de ofrecernos alguna alternativa antes de desahuciarnos de la biblioteca, pero la alternativa no aparece. Y no será porque no se les haya facilitado una lista todos los locales libres en el barrio que son propiedad del Ayuntamiento".

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