Aida de la Fuente fue asesinada en la trasera de la iglesia de San Pedro de los Arcos en 1934. Tenía 19 años y era militante comunista. Aquel octubre colaboraba con los revolucionarios. Tras su muerte se convirtió en un mito para el comunismo ovetense y asturiano. Ayer, 80 años después de su asesinato, medio centenar de personas se reunieron en el mismo lugar, en el punto exacto donde murió la joven y donde ahora se levanta un monolito en su recuerdo. Se reunieron para reivindicar su figura "y la de las 30.000 personas que en pocos días se alistaron al Ejército rojo para defender la comuna de Asturias", como apuntó Guillermo Álvarez, de las Juventudes Comunistas.

Álvarez ensalzó la figura de Aida de la Fuente, "que fue capaz de hacer el sacrificio definitivo, el de la vida", pero también la de Juan Ambou, fundador del Sóviet de La Argañosa. El líder de los jóvenes comunistas apeló seguir el ejemplo de Aida y de Ambou, "no ser indiferentes ante las desigualdades".

David Rodríguez, del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), abogó por mantener el espíritu del 34, "cuando los trabajadores intentaron asaltar los cielos". Rodríguez insistió en que "la clase obrera fue derrotada pero no vencida" y aseguró que "mientras haya explotación habrá lucha".

Fue un acto para "recordar a los valientes", en palabras de Cristina Pontón, concejala del Ayuntamiento de Oviedo que acudió en representación de IU en la capital.

Un acto en el que hubo arengas comunistas y marxistas, en el que ondearon banderas republicanas y enseñas con la hoz y el martillo, el símbolo comunista por excelencia. No se trataba de un grupo de nostálgicos recordando a los fallecidos de una vieja revolución, se trataba, según ellos mismos explicaron, de personas que siguen en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, personas que mantienen viva la llama de aquella revolución que surgió de las entrañas de las minas asturianas.