La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"El Antiguo ya no se está cayendo, pero los problemas siguen en los mismos sitios"

"Hace falta tener un visor continuo de lo que pasa en el casco viejo para identificar problemas y adelantarse con planes actualizados de gestión"

Francisco Pol, en una visita a Oviedo. MIKI LÓPEZ

El arquitecto ovetense Francisco Pol, afincado desde hace años en Madrid, fue el autor de uno de los planes más ambiciosos del desarrollo del casco viejo. Mañana volverá sobre esta materia en la conferencia "El Oviedo antiguo: degradación, rehabilitación y tareas pendientes" en el Museo Arqueológico a las siete de la tarde, presentado por Arturo Gutiérrez de Terán en una actividad programada por la asociación "Oviedo Redondo".

- Usted trató los problemas del Antiguo en los ochenta, pero mañana hablará de los del presente.

-Pero partiendo de los que heredamos de aquella época, de las actuaciones que se desarrollaron, de lo que sigue enquistado y sin solución y de los problemas emergentes.

- ¿Cuáles son los nuevos?

-La proliferación del ocio nocturno, cómo abordamos el turismo, la pérdida del comercio tradicional y problemas de deterioro que no están solucionados del todo.

- ¿No se había solucionado eso hace tres décadas?

-Es verdad que el Antiguo no se nos está cayendo ni requiere inversiones millonarias como cuando se reconstruyó el Fontán. España, afortunadamente, tampoco es la de los sesenta. Pero hay partes más conflictivas del casco viejo, que ya entonces lo eran que siguen con problemas. Es lo que en la Regenta se denominaban los barrios bajos: el final de Postigo, Salsipuedes... Siguen teniendo una situación de deterioro importante en algunas edificaciones, y es una pena porque son de fácil solución con atención pública y financiación.

- ¿Cómo explica el problema del monocultivo de hostelero, la superabundancia del ocio nocturno?

-El urbanismo tiene que ver con la mecánica de fluidos. A veces inyectas unas dinámicas positivas, como fue la peatonalización del casco viejo, y consigues un sitio muy apetecible para estar, a para la diversión, para el ocio donde es posible que entres en conflicto con la vivienda. Y es verdad que la gente tiene que vivir en el Antiguo si no queremos que sea un museo. Pero no es exclusivo de Oviedo. Ahora mismo estoy con la revisión del plan de Santiago y es lo mismo, con una incidencia turística mucho más grande.

- ¿Qué se puede hacer?

-Los planes de urbanismo son documentos de compromiso patrimonial a largo plazo. Lo que nos hace falta, aquí y en toda España, son planes proyecto o programa actualizados. Planes con horizontes de cuatro años para abordar los problemas nuevos que surgen, como los planes de gestión de las ciudades Unesco. Y con indicadores que nos permitan saber qué está pasando. Ahora surge un asunto, los apartamentos turísticos, por ejemplo, y lanzamos un plan sólo atendiendo a ese aspecto. Son planes de respuesta a lo que emerge cuando lo que emerge es ya demasiado grande. De la otra forma, si tienes toda la información, que hoy es fácil, la geográfica, la catastral, la inspección de edificios, y la cruzas adecuadamente, puedes disponer de un visor continuo y saber qué está pasando en el casco viejo, cuáles son las tendencias, identificar los problemas y actuar sobre ellos antes de que lleguen a niveles complicados.

- Hablemos de casos concretos. Paraíso y la Fábrica de Gas. Usted recomendaba un salto interesante hasta el museo. ¿Qué sucede ahí?

-La calle Paraíso es un tema pendiente e importante, porque es una frontera fortísima, donde acaba el casco viejo y acaba de mala manera.

- ¿Y por qué no hemos sido capaces de recuperar la muralla o abrir la parcela?

-Estaba fuera del plan, aunque había recomendaciones. Pero, en todo caso, hay que admitir que algo estará mal cuando en treinta años no funciona. No sé lo que falla. No sé si es la propiedad o si no se han avanzado las gestiones. Una vez más, son cosas que hay que actualizar.

- Pasa lo mismo con el martillo de Santa Ana.

-Por eso es necesario ese plan de gestión donde estén todas las instituciones interesadas, el Ayuntamiento, el Principado, la Iglesia, la Universidad y los agentes económicos, los hosteleros... Es el sitio para debatir y ponerse de acuerdo. El caso del martillo es de los que merece ser tratado ahí. Todas las partes tienen intereses y discutiendo, promoviendo y dibujando se puede llegar a acuerdos.

- Unos vecinos quieren ocio y otros descanso. ¿Conciertos en la Catedral?

-En Santiago han declarado zonas saturadas de locales. Siempre es una cuestión de control, dosis y equilibrio. La utilización de nuestras grandes plazas, también. Si el uso es masivo, frecuente y constante, es pernicioso. Si está bien elegido y premeditado, es positivo. Es una cuestión de ajuste de la gobernanza política y de los agentes ciudadanos. Y de coherencia. Porque no es lo mismo el Cármina Burana que 40 chiringuitos.

Compartir el artículo

stats