La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El pulso de la ciudad

Oviedo, de una a otra ala

La crisis y el cambio generacional han dejado a la capital en una encrucijada, la nueva centralidad está desplazada al Este, en La Corredoria, y al Centro le falta saber hacia dónde ir ahora

Oviedo, de una a otra ala

En los años setenta del pasado siglo, al barrio del Cristo llegó una legión de jóvenes. Eran las nuevas promociones de profesionales de la Sanidad y la Educación. Vinieron en masa, al calor del despegue del Hospital, Silicosis, Maternidad, los nuevos centros educativos de Oviedo. Jesús Lana, somedano, fue uno de aquellos pioneros. Hoy contempla la decadencia de un barrio sin HUCA mientras escribe un mensaje en el grupo de Whatsapp que comparte con sus cuatro hijos, la mitad de ellos fuera de Asturias.

En Prado de la Vega, a pocos metros del nuevo HUCA y de La Corredoria y con los grandes centros comerciales tan a tiro como para ir andando, Roberto Arnaldo, con orígenes en Aller, ha ido comprobando con satisfacción, en los siete años que lleva viviendo allí junto a su mujer, cómo las familias jóvenes se mudaban al barrio, tenían hijos y la chavalería evolucionaba y revolucionaba el entorno.

Si la historia, también la local, es circular, el eterno retorno ha acabado por llevar las circunstancias con las que se encontró Jesús Lana hace cinco décadas al extremo opuesto de la ciudad. Y en ese viaje se ha llevado hasta un hospital.

El Cristo y el área de expansión de la zona Este ilustran bien algunas de las mutaciones que ha sufrido Oviedo en los últimos años y los problemas a los que ahora se enfrenta. Donde estaba el viejo hospital, la vida comercial declina. Las familias jóvenes de los años setenta son hoy jubilados en un parque de viviendas de hace cincuenta años. "El barrio ha envejecido y ahora está en clara decadencia", concluye Lana. "Se notó la marcha del hospital y la falta de actividad de los jóvenes". Hay, con todo, un tímido alivio, admite. "Tenemos el pulmón de Montecerrao, con una población de menos edad que comparte determinados espacios con el Cristo". Lo que le falta al barrio es el otro pulmón. El Calatrava, pensado en su día como pieza clave para dinamizar la economía local, motor de una nueva industria basada en el turismo congresual, pasa hoy por sus horas más bajas. La actividad de los congresos nunca llegó a ser la prevista y el futuro del centro comercial, a la espera de ver hechos realidad esos supuestos planes de reforma y reapertura de sus nuevos dueños, nunca fue más negro.

Crecimiento y natalidad

La situación en el otro extremo de la ciudad es diametralmente opuesta. Es verdad que Roberto Arnaldo se queja de que en la urbanización los edificios tienen poco bajo comercial y que esa vida no acaba de despegar, pero también cuenta que él y sus vecinos caen de forma natural a La Corredoria, un barrio que si se considerara una ciudad sería la de mayor natalidad y crecimiento de toda Asturias. La plaza del Conceyín es la nueva centralidad de la zona oriental de Oviedo. Las sidrerías adyacentes son la nueva Gascona y los vecinos no necesitan desplazarse al otro Oviedo para casi nada. Roberto Arnaldo confiesa que, salvo San Mateo, todo el calendario festivo de su barrio se celebra en La Corredoria: su cabalgata, sus carnavales, o su hoguera de San Juan.

Estos son los barrios que salvan la pirámide poblacional ovetense, que en los años noventa superó los 200.000 habitantes, estableció récord en 2012 con 225.973 habitantes y ha ido menguando desde entonces. Pese a mantenerse como un polo de atracción poblacional, Oviedo perdió en los últimos años 5.000 habitantes. En octubre tenía 219.738. De ese total, La Corredoria concentra al 8,65% de toda la población del municipio y al 13,5% de los menores de cinco años. Si se amplía el marco a los barrios próximos (Pumarín, Teatinos y La Tenderina) el porcentaje de niños se dispara hasta el 32,4% del total.

Tomando distancia, lo que le ha sucedido a Oviedo en las últimas décadas, como se repite tantas veces, es que le han crecido las alas. Pero no con la misma intensidad. La zona Este representa una nueva centralidad, bien conectada y pujante. Roberto Arnaldo certifica que en una calle como la suya, entre el nuevo hospital y La Corredoria, tiene acceso directo a la autopista y a los dos grandes centros comerciales, Los Prados e Intu Asturias (ya en Siero), a 15 y 25 minutos andando, respectivamente. A él y a su mujer les gusta pasear y la senda del Nora prácticamente les llega al portal.

Problemas de movilidad

Las alas del otro lado, La Florida y Las Campas, no están en la parte alta de la tabla de los barrios con más de diez mil habitantes. Pero tampoco tienen esas facilidades de conexión. Al revés, representan uno de los problemas más graves de movilidad de la ciudad. La ausencia de conexiones directas para ese volumen de población que todas las mañanas se mueve de Oeste a Este acaba enterrando en los embotellamientos a otros barrios vecinos más populosos, como Vallobín y Ciudad Naranco. La infraestructura pensada hace más de treinta años para solucionar estos problemas, la Ronda Norte, vuelve a estar hoy en estudio previo, de nuevo en un ejemplo de desesperante e ineficaz bucle administrativo.

El otro problema de las alas occidentales de Oviedo es que han padecido más la crisis inmobiliaria, y la avenida de la Florida, que conecta los dos barrios desde la rotonda de los aros olímpicos, es la prueba del nueve de que algo ha fallado: toda una promoción urbanística por desarrollar, un desierto de asfalto como el de La Manjoya. La crisis inmobiliaria ha afectado más a Oviedo en otros aspectos, porque, siguiendo con el urbanismo, los problemas de movilidad también se habrían mitigado un poco si se hubiera llegado a desarrollar el ámbito de Montecanales que aún promete conectar la zona Oeste con la autovía que va a Salas, la A-63.

Tímidamente, arrastrada por la tendencia general, la ciudad parece que trata de recuperar el impulso de este sector. De regreso al centro y fijándose en los últimos meses, algunas parcelas empiezan a afrontar una nueva vida soñada desde hace años. Es el caso del Sanatorio Blanco, ya demolido, o del edificio de la Consejería de Sanidad, propiedad de Sedes, que fue la Madreña, donde se crió el prepodemismo en Asturias, ha corrido idéntica suerte y ya se han construido los nuevos pisos. A pocos metros de allí hace una semana que han empezado otros trabajos paralizados desde hace años, los de urbanización y remate de la parcela del Vasco. Esa operación, fracaso de la de los Palacios ahora reflotada por otros empresarios con el proyecto del Gran Bulevar, promete, también, establecer un nuevo eje que alivie la presión turística y de ocio de calles como Gascona y sirva de enlace, por otro, con lo que se dibuja como el gran Oviedo del futuro, La Vega, sumado al otro bulevar, el de Santullano.

La vieja fábrica de armas, más todavía tras el baño de multitudes y exposición mediática que le facilitó la Fundación Princesa de Asturias con el programa dedicado allí a Martin Scorsese, se ha convertido en la gran esperanza de la ciudad. Los terrenos, cuatro veces el Campo San Francisco, y la superficie construida, mayor que El Escorial, con naves que son joyas del patrimonio industrial, es reclamada por todos. El Ayuntamiento sigue negociando con el Ministerio de Defensa, propietario de los terrenos, un acuerdo, pero ha sido la Cámara de Comercio la que ha tomado la delantera para ponerse a trabajar en un proyecto concreto, hacer del recinto un parque tecnológico de usos mixtos pero basado en las industrias biotecnológicas, ligándolo al nuevo Hospital, a la Finba (Fundación para la investigación y la innovación biosanitaria) y el vivero de empresas de la salud.

Pero por muchas esperanzas que se pongan en La Vega, a pocos metros la ciudad da motivos para el pesimismo. La vieja fábrica de Gas, un recinto mucho más modesto, pero también en una posición estratégica y con un patrimonio industrial destacado, sigue languideciendo a pesar de que, en este caso, la situación administrativa sí estaba despejada, el Ayuntamiento ya era propietario de terrenos y había un plan especial aprobado. La idea de que aquel proyecto incluía demasiados pisos y no respetaba suficientemente las naves originales ni las cedía a la comunidad, paró la reurbanización de esa parcela a la espera de una negociación entre el nuevo gobierno local y EDP, propietaria mayoritaria de los terrenos. Todavía no ha dado frutos.

Es una muestra más de algo que intuye Roberto Arnaldo, nacido y criado en Nembra (concejo de Aller) pero que se encuentra muy a gusto y contento en Oviedo. Aquí no le falta nada, y aunque admite, como todos, que en Gijón, especialmente en verano, la oferta es mucho mayor, encuentra esta ciudad más amable, con una escala idónea para poder abarcarla sin prisa. Pero lamenta, ahí la queja, cierta tendencia última a que todo acabe siendo un problema en Oviedo, desde organizar las Navidades a poner los chiringuitos de San Mateo. Lo mismo con la fábrica de Gas. La ciudad parece dispuesta, de un tiempo a esta parte, a conflictuarlo todo. Hay una parte que se explica por la pugna política y las tensiones derivadas del cambio de un gobierno monocolor hegemónico de veinte años, marcado por la gestión de Gabino de Lorenzo, al mandato del tripartito. Pero no todo. Los pleitos se multiplican y parece hasta imposible poner una pista de hielo sin que haya discusión por si se pone un tornillo o tapamos una ventana.

Mientras, el centro de la ciudad sigue como puede. Hay motivos para la esperanza y la desolación casi a partes iguales. Muchas calles de la ciudad que fueron grandes arterias comerciales, languidecen con el "se alquila". Ya nadie baja a comprar a Oviedo, sino a Paredes, Siero. El centro, desplazado al Este, se pregunta quién es y dónde va. Tímidamente, florecen nuevas iniciativas. Pero los brotes son tan tiernos que apenas permiten dibujar ni bosque ni paisaje.

Compartir el artículo

stats