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DIEGO JAVITA | Hostelero

"La sidra por sí misma no supone un negocio, pero con la comida ayuda mucho"

"Estuve catorce años compaginando la docencia con la hostelería y, aunque fue una época muy buena, acabé totalmente saturado"

"La sidra por sí misma no supone un negocio, pero con la comida ayuda mucho"

Tras la barra de la sidrería El Bosque siempre hay una cara cada vez más conocida entre la gente de Oviedo. Es Diego Javita, un hostelero natural de Cangas del Narcea, pero que con los años se ha convertido en un ovetense más. Javita llegó a la capital del Principado después de ejercer como profesor en las Islas Canarias con la convicción crear su propia sidrería.

Hostelero desde la cuna. "Me crié en el pueblo de Javita en Cangas del Narcea. Siempre estuve ligado al tema de la hostelería. Mis padres tenían un restaurante allí en el pueblo. Pasé ahí muchos momentos de mi infancia. A los once años ya estaba con mi padre trabajando en la barra y lavando platos. Era un restaurante grande que incluso dio dos o tres bodas, tenía dos salones. Los recuerdos de aquella época son entrañables, muy bonitos, tanto que no descarto volver para allá en el futuro. El restaurante se cerró hace dos años por la jubilación de mis padres y lo preparamos para hacerlo habitable. Pero siempre se podría reabrir otra vez".

Profesor y camarero en Canarias. "Hasta los 21 años compaginé mis estudios en Oviedo con ayudar a mis padres en el restaurante. Quería hacer una carrera y escogí magisterio por inglés. Los idiomas me gustaban y eso pudo ser la clave en la elección. Empecé trabajando de profesor en Las Palmas de Gran Canaria. Mi tío tenía un negocio de restauración allí y compaginaba ese trabajo con las clases de infantil y primaria. Fue una buena época, pero había días en los que acababa totalmente saturado. Empezaba a las ocho en el colegio y luego iba para los restaurantes hasta el cierre. Día tras día repetía esa operación. Estuve catorce años así. Me quedaban luego dos meses de vacaciones en Asturias, que eran una liberación".

De las aulas insulares a la sidrería en Gascona. "Cuando volví de la isla viene directo a Oviedo. Me cansé totalmente de aquello y vi la posibilidad de poner un negocio. Pedí la excedencia en la educación y me dediqué exclusivamente a la hostelería. Nada más aterrizar en Oviedo cogí la sidrería. En principio iba a quedarme con otra en Gascona, pero hubo unos problemas con la licencia de la extracción y surgió la posibilidad de quedarme con `El Bosque' a través de un traspaso".

Obsesión por la calidad. "El negocio ya estaba funcionando. Intenté mantener lo bueno que tenía e introducir mejoras que yo consideraba. Apuesto siempre por el producto de calidad. Sobre todo subimos el nivel de la carne, porque el pescado aquí ya se trabajaba bien. El cachopo, por ejemplo, lo mejoré muchísimo. También me decidí a comprar el Campanu del Narcea, que es un referente de calidad y prestigio. El cachopo es muy importante para el negocio, uno de los referentes, viendo los premios que conseguimos, pero para mí, los buques insignia son el pescado y la carne Premium".

Aprendiendo la realidad del chigre. "El cliente es la mayor diferencia entre el restaurante en el que trabajé en canarias y una sidrería en Asturias. Allí es más turismo extranjero. gente de paso, nunca una clientela fiel como la que tienes aquí. Eso implica un trato totalmente diferente, de otra manera, te obliga a trabajarlo mucho más, pero también es más agradecido. Otro aspecto esencial es el respeto a la sidra. Al venir de Las Palmas tuve que informarme al respecto, interesarme en el mundillo. Hablamos de cuidar la temperatura, elegir un buen palo y contar un buen escanciado. Personalmente trabajo con tres palos normales y dos de denominación de origen. Los empleados tienen que saber escanciar a buen nivel, es requisito indispensable para trabajar con nosotros. En realidad, la sidra por si misma no supone un negocio, pero acompañada de la comida sí y ayuda mucho".

Expansión en marcha. "La idea es expandirnos creando una sidrería restaurante más formal. Con incluso un punto más calidad, a pesar de que el producto de aquí ya es de un nivel altísimo. Potenciaremos el servicio en todas sus vertientes. Vamos a incluir platos tradicionales no muy habituales en los restaurantes y a la que le añadiremos toques modernos, especialmente una buena presentación. Al ser un bar más pequeño, eso implicará contar con una clientela más selecta. En bebidas, sidras y vinos vamos a buscar tener lo mejor. La visión es que sea algo totalmente diferente, novedoso".

Como pez en el agua en Oviedo. "Los que somos de Cangas estamos acostumbrados a depender de la capital de manera permanente. Aunque vivas allí, tienes que venir a Oviedo a comprar y a hacer muchos trámites, tanto sanitarios, como administrativos. En mi caso, vine aquí a hacer magisterio. Recuerdo que nos juntábamos mucho con la gente de Cangas, salíamos por ahí y luego los fines de semana volvía a casa. Ahora soy un ovetense más, con el trabajo y toda la vida hecha aquí".

Bromas, políticos y simpas. "En la sidrería vives situaciones de muchos tipos. A veces nos reímos mucho, como con el patatero. Cuando le cojo el teléfono le contesto como si fuera con un contestador automático, no se da cuenta y se acaba por volver loco. Luego cuando viene le digo, '¿qué tal con el contestador automático?'. Aquí una vez también coincidieron cuatro altos cargos de partidos políticos diversos, esa fue una situación peculiar. Lo malo son casos como el del simpa del cachopo. Unos chavales marcharon hasta con el plato".

Puerta abierta a todo en el futuro. "En principio quiero seguir unos años más aquí en Oviedo con el negocio de las sidrerías. Pero en un futuro no descarto volver al pueblo con un negocio de hostelería o con otro tipo de negocio. Al final esto es muy sacrificado, hay que trabajar una cantidad enorme de horas para que funcione bien y así envejece uno pronto (ríe). Tampoco descarto pensar en otro tipo de negocio, ya sea para instalarme aquí en Oviedo o incluso irme a Madrid. En mi mente, lo de volver para el pueblo es quizá lo que más me atrae, por la tranquilidad. Sería otra tipo de existencia, mucho más relajada. Al final, con menos también se vive".

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