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Los cultivos del Paraíso

El cóleo de la mala suerte

La planta destaca por sus hojas coloridas

Hojas de cóleo. C.C.

Solía dormir con la persiana levantada, no había nada mejor que la luz del sol para saber que comenzaba un nuevo día, ese era su despertador. Al levantarse siempre lo hacia por el lado derecho de la cama y con el pie derecho. Con ese ritual iniciaba cada jornada. Y al salir de casa, como no, con el pie derecho, y siempre sin pisar las líneas de las baldosas, sino algo horrible pasaría.

El problema venia cuando salía a la calle. Había tantas cosas que daban mala suerte que prácticamente sólo se sentía a salvo cuando estaba en casa. Aunque no del todo, con mucho cuidado al echar la sal al cocinar no sea que se derramase algo o con mil ojos cuando limpiaba los espejos, sería toda una desgracia que se rompiera uno. Pero no sabía que lo peor estaba aún por venir.

En cierta ocasión recibió la visita de unos amigos que le llevaron una planta con las hojas muy coloridas y llamativas. Sólo estuvo allí durante la cena, a petición del anfitrión. Se la llevaron, pues según él traería mala suerte. Todo un despropósito. Esta pobre planta que lleva años con el estigma de ser portadora de mal fario para el hogar en el que está, es repudiada por muchos. Sin embargo todavía hay gente sensata que no se deja embaucar por historietas sin fundamento y la adoran, y no es para menos, pues la coloración de sus hojas la hacen única. Originarias de Asia tropical y África, perteneciente al género Solenostemon, es preferible llamarla por el nombre común, cóleo. Si se cultiva en maceta, puede llegar a alcanzar hasta los dos metros, dependiendo de la variedad. Por el contrario si se cultiva en el jardín y el clima es frio, la planta se considera de temporada ya que al llegar las heladas más fuertes morirá. Sepan que los colores de las hojas varían un poco en función de las temperaturas, siendo mas intensos o concentrándose los colores mas fuertes en determinadas partes de la hoja. No es muy exigente en suelo, con tal que sea suelto y rico en materia orgánica y que drene bien, ya que el sustrato conviene que este ligeramente húmedo, pero sin encharcar, es más, si el ambiente es demasiado seco se pueden pulverizar las hojas de vez en cuando. Hay que abonar con frecuencia en los meses de verano, y para mantenerlo perfecto realizar las podas cuando la planta va alcanzando cierta altura, para que se ramifique y crezca frondosa, y el eliminar las flores, que son en forma de espiga y no muy vistosas, favorece el crecimiento de las hojas.

A veces podemos encontrarnos con ácaros, cochinillas y mosca blanca, los ácaros aprovechan las temperaturas altas y la humedad ambiental baja para desarrollarse; las cochinillas, fáciles de detectar, forman masas algodonosas en los tallos, justo en la intersección donde crece la hoja, y las moscas viven cómodamente en el envés, pasando desapercibidas, hasta que se las puede ver revoloteando alrededor cuando movemos ligeramente las ramas. Estas plagas si no se consiguen erradicar pronto pueden ser letales para nuestro cóleo. Un exceso de humedad en el sustrato favorece la aparición de hongos que terminan por pudrir a la planta. Pero en otras ocasiones pueden presentar problemas y no deberse a plagas o enfermedades; un ejemplo son las hojas amarillas por exceso de sol, o caída de las hojas de manera repentina cuando las temperaturas son bajas o si la planta está en un lugar con corrientes de aire. Si no le temen al cóleo y quieren disfrutar de su alegre colorido pueden hacerse con una planta con gran facilidad, bien por semillas -poniéndolas a germinar a finales de invierno y en quince días se empezaran a ver los primeros resultados- o si prefieren por esqueje, de unos diez centímetros, enraizados en una mezcla de arena y turba a partes iguales; en pocas semanas estarán listos para trasplantar, o regalar, pero a todo aquel que no sea supersticioso.

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