La gestión de los Picos de Europa, compartida entre las comunidades de Asturias, Cantabria y Castilla y León, debe tener en cuenta y primar a los habitantes del parque nacional, el único habitado de España, en el que confluyen actividades ganaderas, agrícolas y mineras. Así lo pusieron ayer de relieve los participantes en la mesa redonda organizada por el Club para debatir el futuro de un espacio natural único en el mundo, donde la presencia humana se constata desde el Neolítico.

El nuevo plan rector de uso y gestión (PRUG) del parque nacional de los Picos de Europa, que se encuentra en fase de tramitación, será el instrumento que defina la vida diaria en los Picos, que en 2018 cumplieron su primer centenario como espacio protegido y han llegado preservados hasta hoy "gracias a la labor de cientos de generaciones que, sin normas escritas, han cuidado y mimado el territorio. Lo dijo el moderador, Francisco Ballesteros, montañero, escritor y doctor en Derecho, y perfecto conocedor de las características naturales de los macizos que conforman los Picos.

José Luis Alonso Zaragoza, de 23 años, pastor en los lagos de Covadonga que vive en Gamonedo de Cangas, denunció los múltiples inconvenientes que se encuentran los ganaderos y queseros. "El parque lo están haciendo para los turistas; ni nos arreglan la carretera. La mayoría de los problemas vienen por el lobo, que nos hunde. Estamos perdidos, muy perdidos. No nos ayudan en nada, así es imposible trabajar y vivir", denunció.

Martín Moriyón, guía de alta montaña, reivindicó el papel de los pastores en la montaña. Ellos fueron los primeros guías porque eran los que conocían el terreno". "Me siento orgulloso de decir que la primera salida guiada en los Picos fue 25 años antes de la declaración del primer parque nacional del mundo y 70 años antes de la declaración del nuestro, que fue el primero de España", señaló Moriyón. "Los guías no llevamos tanto tiempo como los pastores, pero somos el resultado lógico de esa vida que surge en la montaña", indicó el escalador, que subió a Torrecerredo con su padre cuando aún no tenía 13 años. "Somos ecologistas, eso no está reñido con el pastoreo ni con la actividad empresarial. Tenemos un espacio único y no podemos perderlo", recalcó.

Antonio Alba, vicepresidente de la Federación de Montañismo del Principado, hizo hincapié en la necesidad de matizar algunos aspectos del proyecto del plan rector, aunque reconoció que no es tan restrictivo como parecía en el borrador. "Nos preocupaban las prohibiciones, pero ahora nos gusta que se considere el montañismo actividad tradicional; al final las restricciones no son tantas: se podrá ir por sendas, veredas y trochas (atajos)". Alba reclamó que todos los cables que cruzan los Picos se señalicen para los helicópteros y pidió una zona nueva de reserva para la Cueva del Hielo. Alberto Castaño Boza, profesor de Educación Física, escalador, escritor y gestor de la editorial Cordillera Cantábrica, advirtió que antes de ir a una montaña hay que conocer su geología, sus características: "Esos caminos por los que los pastores pasan desde hace miles de años son Patrimonio de la Humanidad. Hemos perdido la oportunidad de que se conozca la historia de los Picos. Vamos a un turismo de masas que machaca el territorio y no se fija en las particularidades de estas montañas".