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El Antiguo languidece lastrado por la proliferación de edificios en ruinas

Los arquitectos piden un plan especial como el de Avilés para recuperar el casco viejo

Edificio vaciado y apuntalado en el arranque de la calle Jesús. MIKI LÓPEZ

El prometido renacer del casco viejo de Oviedo, un proyecto durmiente desde el desarrollo parcial del plan de Francisco Pol de los años noventa, sigue lastrado por la ruina del parque inmobiliario del Antiguo. Andamios, vallas de obra con telarañas, puntales y ménsulas para evitar la caída de cascotes a la calle florecen por buena parte de un Oviedo redondo en el que se perciben tímidos repuntes de actividad.

Pero los nuevos negocios y algunos (pocos) edificios que empiezan a ver finalizada su rehabilitación y están a punto de estrenar nuevos usos ven lastrada su nueva andadura por un contexto urbanístico de amenaza de ruina. Las restricciones del casco histórico, que obligan en la mayoría de los casos a rehabilitar sin tirar las fachadas y a respetar escrupulosamente todos los elementos catalogados, condicionan todavía más el futuro de este tipo de edificios, condenándolos en algunos casos a más de una década de ruina perpetua.

La calle San Antonio es un buen ejemplo de un deterioro detenida en el tiempo. Varios edificios vacíos están a la venta esperando nuevo dueño, otro par han quedado a medio rehabilitar, y en la esquina con Mon han tenido que instalar elementos para evitar la caída de cascotes a la calle. Frente a ellos, otra zona negra, el martillo de Santa Ana. La parcela, abandonada, semiderruida y con un andamio frente al museo de Bellas Artes, sigue esperando que la iglesia construya el edificio diseñado a finales de los noventa y resuelva si convierte en parque abierto al público el resto del solar.

El recorrido sigue por la plaza del Paraguas. En su entorno, varios edificios han visto en los últimos años buenas rehabilitaciones. Otros, en la salida por Ecce Homo, están empezando a remozarse a ritmo lento. Pero la zona más deprimida es la parte baja de la colindante Ildefonso Martínez (Salsipuedes): un solar vacío resultante de un edificio que se vino abajo y dos edificios tapiados y en ruinas decoran el arranque del pasaje, plagado de grandes firmas, grafitis y suciedad.

No muy lejos, otro foco que podría funcionar como motor regenerador urbanístico de la zona, la Fábrica de Gas, sigue cerrada y andamiada. Pese a que el plan especial redactado por el arquitecto gallego César Portela se aprobó en 2012, el actual equipo de gobierno aparcó su desarrollo para sentarse a negociar con EDP (propietarios del conjunto) una revisión del documento que permitiera conservar más naves y edificios. Las negociaciones no dieron, de momento, ningún resultado, pero la calle Paraíso siguió deteriorándose. La mayoría de los edificios precisan rehabilitación y también figura ya un solar vacío resultante de la demolición de una casa.

La urbanización del entorno de la fábrica de Gas, que debería ir acompañada del esperado plan para la recuperación del tramo de la muralla, no sólo solucionaría el entorno de Paraíso (calle pendiente de peatonalizar) sino que arreglaría también el cierto desorden urbanístico de la conexión entre Azcárraga y Postigo. En esta última calle, ya fuera del casco, se ha retomado la construcción de un bloque de pisos, paralizado en la época de la crisis.

De vuelta al centro del Antiguo, a la parte que el plan Pol sí llegó a adecentar, en los últimos años han vuelto a surgir algunos problemas de ruina. Frente al propio Ayuntamiento, el edificio que va de la calle Magdalena a Fierro, frente al Fontán, lleva casi un año apuntalado. Al final de la calle Jesús, en el cruce entre Fruela y Rosal, otro edificio que ya ha sido vaciado espera también detenido en el tiempo una nueva vida.

Soluciones

¿Qué se puede hacer ante los problemas de ruina del Antiguo? El Ayuntamiento confía en que el nuevo plan de rehabilitación integral del Antiguo, que está a punto de sacarse a licitación, ayude a ordenar este tipo de problemas. El concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo, indica que esa será la herramienta que dé argumentos a la administración pública para intervenir, obligar a intervenir o ayudar a intervenir, pero siguiendo unas pautas. El plan, explica, servirá para beneficiar unos usos y limitar otros, con la idea de darle a la zona mejores oportunidades y evitar, también, la gentrificación y la fuga de vecinos.

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