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Así es mi cole

Tres meses en la cueva

Los alumnos de 2.º de Infantil de Santa María del Naranco estudian la Prehistoria con un proyecto trimestral que ha convertido las aulas y pasillos en cavernas

Una actividad con la tableta. I. COLLÍN

En la clase de 2.º E de Infantil del colegio Santa María del Naranco, hay un cartel que dice "cueva". Y la cueva estará durante tres meses llena de trogloditas, que son los alumnos que trabajan y aprenden sin darse cuenta en medio de un escenario que transporta a la Prehistoria. Pero para lograr que los pasillos del cole den marcha atrás hasta la aparición de los primeros homínidos, hay que trabajar duro, poner en marcha la imaginación y contar con maestros que crean en otro tipo de educación, esa que se aparta cada vez más de los manuales, para dar entrada al juego, al trabajo cooperativo, a las tecnologías, a la empatía, al respeto y a las sonrisas en clase. Marta Prado es la tutora de este curso, donde se respira mucho compañerismo y todo el mundo quiere tener un mamut, el animal de moda en aquellos tiempos? Hugo Husillos tiene 4 años y tiene claro que "primero estaban los dinosaurios y luego llegaron las personas". A Hugo no le haría mucha gracia vivir en aquella época y es que tal y como él mismo explica, "tenían que cazar animales para comer y yo no soy un cavernícola". En la cueva no había bocatas de Nocilla?

El proyecto de la Prehistoria durará tres meses, y en torno a este centro de interés se trabajan todas las materias y contenidos curriculares. Los puzles son de bisontes, dinosaurios y mamuts, también hacen asociaciones y hasta con un móvil buscan cavernícolas que aparecen en la pantalla mientras pasan el teléfono por la pared de la cueva, que es en realidad un precioso mural donde hay pinturas rupestres. En la cueva también han construido con cartón, mucha maña y esfuerzo, una especie de tendedero donde estos cavernícolas han puesto a secar las pieles que han "cazado", hay una enorme hoguera de fuego pintada, y recortados y pintados peces y otros animales para comer". Dice Sofía Fernández que el fuego fue "muy importante. Porque así podían ver en la cueva", y añade que las pinturas que ellos han hecho con colores, los trogloditas las pintarían con "sangre o barro".

A Pelayo García le encantaría vivir en una cueva, al menos unos días. "Me gustaría cazar y taparme con pieles", asegura con cara de valiente. Y es que sabe que en aquella época ya se habían extinguido los dinosaurios que a Sofía Fernández le dan mucho miedo. ¡Menos mal!

La cueva de 2.º E se desparrama como un bizcocho cuando crece en el horno por los pasillos del cole y nadie puede adentrarse en ella sin que le llame la atención. Ya lo dice Vega Castellano. "Me gustaría ser cavernícola porque me gustan las hachas" y su nueva clase le encanta. Y más aún les va a gustar cuando se enfunden en sus trajes de carnaval, trabajados en clase con ayuda de la maestra y por supuesto, de cavernícolas. Todas las clases de 2.º de Infantil se han convertido en cuevas, un viaje al pasado que les emociona y que les hace llegar a casa con ganas de saber más, de investigar y de compartir con sus padres y hermanos sus historias. No hay más que verles, "los niños como mejor aprenden es jugando", remata con satisfacción su profesora.

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