Antes de dirigir el Ballet del Capitolo de Toulouse, Kader Belarbi (Grenoble, Francia; 1962) fue bailarín estrella de la Ópera de París y se codeó con figuras de la coreografía y la danza. Desde 2012 está al frente del Ballet del Capitolio, que mañana actúa en el Festival de Danza de Oviedo, con "Liens du table", a las 20.00 horas en el teatro Campoamor. El espectáculo tiene una duración de 94 minutos y las entradas cuestan 19, 34 y 40 euros -a la venta en la taquilla del tearo y en entradas.oviedo.es-.
-El espectáculo que traen a Oviedo, ¿mantiene una unidad argumental?
-No. Se abre con el ballet "Liens de table", que creé en el año 2010 y que trata de las complejas relaciones familiares que salen a la luz e una comida familiar. La fuga y la rebelión de un hijo desencadenan un drama familiar que se expresa a través del "Cuarteto No. 8 opus 110" de Shostakovich. Luego sigue con "Fugaz", que es una pieza muy personal del coreógrafo español Cayetano Soto, a partir de una delicada partitura de George Ivanovich Gurdjieff, en la que la tensión y la emoción de los movimientos surgen entre sombras y luces. Continúa con "The Vertiginous Thrill of Exactitude" es una de las piezas más clásicas de William Forsythe, que celebra el virtuosismo técnico, la velocidad de las piruetas y de los pasos en el allegro vivace de la "Sinfonía No. 9" de Franz Schubert. Por último, Maguy Marin ha creado, "Groosland", con raros y corpulentos personajes que parecen salidos del universo de Fernando Botero y cuyo baile se entrelaza con las notas juguetonas de los Conciertos de Brandenburgo de Bach.
-¿En qué se inspira como coreógrafo?
-Personalmente pienso que todo puede servir como punto de partida para crear. Cualquier pequeña abstracción es el principio de una pequeña historia. Yo recojo los elementos que me interesan de una historia, una leyenda, un suceso? Todo lo relacionado con ellos. Y de esa cesta llena de provisiones selecciono y decido lo que necesito y lo que desecho, hasta conseguir un buen guión musical bailado. En "Liens de table", recuerdo haber escuchado al Cuarteto de Dimitri Shostakovich "Opus 110 No.8", interpretado por el Danel Quartet, durante un concierto en una iglesia. Fue la primera vez que se me escaparon las lágrimas al escuchar esa obra y mientras la oía tuve la visión de una familia, con un padre, una madre, un hijo y una hija, alrededor de una mesa. Más tarde descubrí que ese cuarteto fue compuesto por Dimitri Shostakovich después de su visita a Dresde en ruinas, en 1960, y que está dedicada a la memoria de las víctimas del fascismo y la guerra. Es un cuarteto expresionista, violento y espectacular. Pensé que su expresividad musical podría ajustarse bien al ritual de una comida familiar. En esta comida de familia, poner la mesa se convierte en un espectáculo.
-Como coreógrafo, ¿crea espectáculos que le gustaría bailar a usted?
-Lo que resulta frustrante en la danza es que uno es viejo demasiado pronto y sabio demasiado tarde. Es quizás una de las razones para convertirse en coreografo, por un deseo profundo de expresarse aunque sea a través del cuerpo y el alma de un intermediario. A veces, con algunos ballets dan ganas de volver a bailar, pero ya ha pasado mi tiempo.
-Ha conocido a grandes coreógrafos y artistas. ¿A quién considera más revolucionario en la historia de la danza?
-Tuve la oportunidad de conocer y frecuentar a los mejores: Serge Lifar, Jerome Robbins, Maurice Béjart, Alvin Ailey, Merce Cunningham, Rudolf Nureyev, John Neumeier, Jirí Kylián, Carolyn Carlson, Roland Petit, Angelin Preljocaj, Mats Ek, Maguy Marin, William Forsythe y Pina Bausch, por citar a algunos. La danza es un mundo de gente que pasa. Como bailarines o como coreógrafos, tomamos el legado de quienes nos preceden y lo llevamos más allá, para pasarlo a otros que a su vez lo transmitirán, como una herencia enriquecida con la contribución de cada uno.
-¿Cree que la danza es un arte con futuro?
-La danza es lo que dijo Jenofonte, un historiador, filósofo y político griego del siglo IV a.c.: "La danza no es fácil y accesibles para todo el mundo. Trata de las regiones más elevadas de cualquier ciencia: rítmica, geometría, filosofía, física especialmente y moral, porque traduce los caracteres y las pasiones. Y no es ajena a la pintura y las artes plásticas. Los actos del hombre unas veces competen al cuerpo y otras a la inteligencia, pero la danza se ocupa de los dos: refina el espíritu, ejercita las extremidades, instruye, y deleita los ojos, el oído y el alma".
