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Recomendaciones poco aconsejables

La extendida práctica de hablar en favor de alguien se realiza desde tiempos inmemoriales y afecta a todos los estamentos sociales, hasta a la realeza

Anuncio aparecido en prensa.

El diccionario define recomendación como "la acción de aconsejar a alguien como bueno o conveniente con un fin interesado". Este tipo de prácticas están en la sociedad desde tiempos inmemoriales. Hoy la informática supone un muro difícil de superar en diversos ámbitos de la Administración, uno de los territorios favoritos de la recomendación, para acceder, por ejemplo, a consultas o pruebas médicas.

Hay muchas anécdotas relativas a las recomendaciones, a mitad de camino entre las leyendas urbanas y su autenticidad. Algunas de ellas se remontan a la realeza. Fernando VII, en cierta ocasión, nombró a un seglar para canónigo en Murcia. El seglar replicó al rey que estaba casado, tenía cuatro hijos y no le parecía adecuado el puesto, a lo que el rey respondió "si pones reparos nunca vas a encontrar trabajo".

En otra ocasión, Alfonso XIII llamó por teléfono al presidente de un tribunal de oposiciones y le dijo: "Soy el Rey y tengo especial interés por el muchacho qué ahora está diciendo el tema". O la carta de una ciudadana de Alicante solicitando a Sagasta que se premie su participación en la lotería de Navidad...

Sorprende el número elevado de cartas que se conservan en el legado histórico de Posada Herrera cedido al Archivo Histórico de Asturias, aproximadamente son unas 12.000. Sorprende también la presencia aplastante de recomendaciones de todo tipo. Llaman la atención las referidas a los cambios y trasiego de los gobernadores civiles de las distintas provincias, en un tiempo, (último tercio del XIX), en que los gobernadores carecían de oficio o profesión y debían su supervivencia económica a su continuidad en el cargo. Al margen figura una que le dirige Fermín Canella el 30 de septiembre de 1865, siendo Posada, Ministro de Gobernación, en la que le expone su estremecedora situación económica: "Hoy he recibido la quinta paga de cesante, o, lo que es lo mismo, ayuno perpetuo, hambre en puerta y inanición a la vuelta". Hay otra carta de Cánovas del Castillo, presidente del Consejo de Ministros, de 2 de mayo de 1876, en la que le interesa a Posada "tres entradas de la Tribuna de Señoras para la sesión de mañana".

Fermín Canella tenía un amplio sentido del humor y son muchas sus anécdotas. En cierta ocasión recibió a un estudiante en su despacho de la Universidad, que le traía un cuadro con su imagen al tiempo que le rogaba el aprobado de la asignatura. Don Fermín en su intento de ayudar al alumno, le orientó para que estudiara la primera lección de la asignatura en los exámenes de septiembre. El día del examen, don Fermín advirtió al tribunal que el alumno era un excelente estudiante , que dominaba todo el texto y que podía elegir al azar cualquier lección, por ejemplo, la primera. El alumno recitó de memoria el prólogo del libro de la asignatura ante el estupor del Tribunal. Don Fermín irritado y en privado procedió a la devolución del cuadro, mientras le arengaba a seguir estudiando.

El 26 de octubre de 1935, el diario "El Carbayón" insertaba un anuncio de la Fábrica de Trubia con el siguiente texto: "Estando ya cubiertas todas las vacantes existentes en las plantillas del Establecimiento, deben abstenerse los aspirantes a ingreso en el mismo, de enviar solicitudes en éste sentido, de las cuales se han recibido mil seiscientas, ya que además de no surtir efecto alguno, suponen un trabajo ímprobo en las Oficinas, que perjudica la buena marcha de las mismas. Y también ruega a los señores que envían recomendaciones, dispensen la falta de contestación a sus cartas, debido a la falta material de tiempo".

Más concluyente es el anuncio publicado en la prensa asturiana el 19 de agosto de 1925: "Externas necesita confitería. Indispensables referencias inmejorables. Contraproducentes las recomendaciones".

En España, la recomendación ha sido una lacra endémica y la política y las oposiciones su territorios favoritos, aunque afortunadamente, como decíamos antes, la informática le ha puesto barreras casi infranqueables. Curiosamente, el gobierno de Franco en plena guerra civil, allá por el año, 1938, publicó una orden en donde se dictaban normas severas para erradicar las recomendaciones. Un ejemplo de lucha contra las recomendaciones la ejercía la Academia Militar de Zaragoza. Las cartas de recomendación no se tiraban a la papelera, se les leían públicamente en las aulas a los alumnos para escarnio de los remitentes.

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