El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, presidió ayer por la mañana, en la santa iglesia catedral basílica metropolitana de San Salvador de Oviedo, la celebración de la santa misa crismal, en la que 140 sacerdotes renovaron sus votos sacerdotales, se consagró el santo crisma y se bendijeron los óleos.

Una ceremonia de gran solemnidad a la que contribuyó al inicio el canto gregoriano Gloria (Misa XI Orbes Factor), que entonaron todos los sacerdotes. Los fieles llenaron algo más de la mitad de los bancos de la Catedral.

Un acto religioso en el que un año más la Iglesia se mostró como portadora del espíritu, y en el que el Arzobispo envió a los sacerdotes asistentes el "cordial saludo del arzobispo emérito de Oviedo, Gabino Díaz Merchán", que a sus 93 años se encuentra entre los cien obispos más ancianos de la Iglesia española.

A continuación, el Arzobispo recordó las procesiones de Semana Santa que reflejan los episodios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y al mirar a los sacerdotes presentes mostró su "alegría al comprobar que el sacerdocio continúa vivo".

Después se dirigió a los fieles, a los que felicitó por "vivir una aventura en un mundo neopagano, un pueblo peregrino en el que todos los días queremos escribir nuestra página cotidiana como cristianos, y lo hacemos en un mundo que nos duele con tantas corrupciones y tiranías".

A renglón seguido, pasó a censurar a "los intolerantes de nuestra tierra" y la "ebria cadena de poder codicioso en la que se debate la sociedad actual", reflexión oportuna y de máxima actualidad ante la proximidad de las elecciones políticas.

Antes de finalizar, el arzobispo Jesús Sanz bendijo los óleos que contenían cinco jarras, situadas frente al altar, que se utilizarán durante el resto del año en los bautismos, unciones de enfermos y confirmaciones, entre otras celebraciones. Una ceremonia religiosa para recordar.