"¡Hola, acabo de leer otro libro tuyo y voy a empezar otro! ¡Nos vemos ahora! ¡Chao!". Una niña cruzó ayer corriendo un pasillo del colegio La Gesta para saludar a la escritora de literatura infantil y juvenil Mónica Rodríguez Suárez y volver rápidamente al patio en el que la comunidad docente había preparado un acto de bienvenida a la autora. Iban a bautizar la biblioteca con su nombre para homenajearla como antigua alumna y agradecerle una labor que la ha llevado a publicar más de 40 libros y a recibir numerosos premios y reconocimientos.

Decenas de chavales la esperaban allí junto a la directora, Elisa Fernández, para entregarle un ramo de flores y enseñarle la nueva placa de la biblioteca (un pequeño edificio independiente dentro del patio). "Estoy algo nerviosa y no sé si podré aguantar las lágrimas. Es muy bonito volver aquí. Yo estudié desde parvulitos hasta octavo de EGB cuando el cole estaba dividido en femenino y masculino", dijo la escritora antes de hablar a los críos. Llegó acompañada de su hermano (el también escritor ovetense de poesía y novela Julio Rodríguez) y de su cuñada, e hizo referencia al amor por la literatura que le inculcaron sus padres. (Su padre fue Julio Rodríguez, catedrático de Química Inorgánica y rector de la Universidad de Oviedo desde 1996 hasta 2000).

"Este acto es un regalo hermosísimo y una recompensa a todas esas horas escribiendo en soledad". Mónica comenzó su improvisado discurso agradeciendo el gesto de la comunidad educativa y recomendó a los niños leer con frecuencia. "Los libros son una suerte de rayos que nos iluminan y nos dan vida. Por algo los egipcios llamaban a la bibliotecas espacios de vida".

La trayectoria profesional de la exalumna de La Gesta es poco habitual porque en un primer momento dirigió sus pasos hacia el mundo de la Ciencia. Nacida en 1969, se licenció en Ciencias Físicas y se mudó a Madrid en 1993 para hacer un máster de Energía Nuclear que le abrió las puertas a trabajar en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) hasta 2009. Ese fue un año decisivo para ella. Decidió darle un cambio radical a su vida tomándose una excedencia laboral para escribir. Había publicado su primer libro seis años atrás y no le había ido mal.

"Escribía dos horas por las noches después del trabajo y era muy cansado. Ese año vendí una casa familiar en Oviedo y aposté por dedicarme por entero a mi gran pasión. Coger la excedencia fue una de las mejores decisiones de mi vida", reflexiona la escritora, consciente de que "es muy complicado vivir del cuento, de escribirlo". Mónica explica que, en general, los autores se llevan un 10% del precio de venta al público y que los premios son un buen aliado para hacerse un nombre y generar ingresos. La vida diaria y las experiencias de sus hijas Marta, Paula y Lucía le sirven de fuente de inspiración y ahora tiene tres libros en cartera, "Amelia y las abejas", "Mi tío, Nijinsky, reina Mora y yo" y "La isla del naranjo asombroso".