De La Habana a España. De España a Japón. Y vuelta a España. La cabeza del escritor cubano Leonardo Padura acumula "jet lags" pero lo disimula muy bien. Ayer trajo su último libro a Oviedo, la recopilación de ensayos "Agua por todas partes", y estuvo lúcido, ingenioso y cordial. Con la escritora Leticia Sánchez Ruiz como presentadora en la librería Cervantes, Padura se mostró feliz de visitar Asturias de nuevo. Fue asiduo visitante de la Semana Negra y en 2015 recibió el premio "Princesa de Asturias" de las Letras, galardón del que hoy será jurado. Además, ganó el premio de novela "Café Gijón 1995", así que se podría decir que...

"Nuestros destinos están unidos", proclama, pero "lo más significativo es que en cualquier ciudad asturiana me siento en territorio conocido, no extranjero. Llego a Oviedo, camino por sus calles, la gente me mira: ¡Padura! Es bonito y me siento doblemente feliz. Pero..." Pero vive y escribe en Cuba. "Soy cubano por los cuatro costados. Uno debe elegir el sitio donde se siente mejor para escribir". Escenario que no tiene nada que ver con las condiciones de vida: "En Cuba vivimos grandes dificultades económicas, años terribles en la vida cotidiana, pero yo necesito asomarme a la ventana, hablar con mi gente, saber qué piensa, qué quiere y qué no quiere. Cada vez más necesito visitar otros espacios, pero todo parte de Cuba y todo regresa a Cuba".

Es una relación de amor/odio. Complicada. Necesaria: "Me interesa la esencia de los cubanos más allá de realidades políticas o económicas". Padura vive en la misma casa donde nació, construida por su padre en 1954. Más grande, mismo lugar. Y un día "estaba en el patio pensando, con cierta sensación de angustia, que mi padre murió hace seis años poco antes de cumplir los 87. Y que mi madre tiene 91 años. Y cuando ella falte, dejaré de ser la persona que soy, el hijo de mi mamá y mi papá. Cambiará mi relación con la gente, no con el lugar".

Cuba es un país donde "hay supuestamente pleno empleo pero la gente no trabaja. Para mantener una vida cotidiana hay que vivir del 'invento', o sea, cualquier negocio en los bordes de la legalidad, porque del salario oficial no se puede vivir. Yo pinté mi casa, por ejemplo. No había pintura en las tiendas hasta que alguien 'inventa' y 'resuelve' el problema. Del color que aparezca, claro, no puedes elegirlo". Habla Padura de la importancia de la insularidad cubana, un país donde "hay más fortalezas que iglesias", que tiene como deporte nacional el béisbol y no entiende el fútbol, que tiene una identidad nacida de la mezcla: "El Mediterráneo del Caribe". Allí, donde las religiones se mezclan y el mejor capital humano se va fuera al terminar la Universidad, nació su personaje para sus novelas negras, "Mario Conde". Ocurrió después de dejar el periodismo ("una buena escuela, pero un lastre si continúas"). Creó entonces "un policía que sabe más de literatura que de investigación, sencillo, inteligente. Recuerdo que en España me preguntaban por qué se llamaba así, era el momento en que el banquero Conde era como Dios, el gran triunfador. Veinticinco años después, la gente conoce y admira más a mi Mario Conde. Lo cierto es que gracias a la literatura me han ocurrido cosas que jamás soñé". Algunas, en Asturias.