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JULIA URDIALES PUERTA | Escritora y editora

"Todo lo que sea arte me gusta, pero sobre todo la literatura"

"Empecé Derecho y dejé la carrera a falta de cinco asignaturas; fue un error que luego compensé estudiando Filosofía y Letras en León"

Julia Urdiales, en Oviedo, ante el teatro Campoamor. LUISMA MURIAS

La escritora y editora Julia Urdiales Puerta pasó los primeros años con sus abuelos maternos, muy cerca de sus padres y hermano. Su abuelo era muy aficionado a la poesía. Por las noches, mientras la abuela preparaba la cena, cogía un libro y leía en alto a Antonio Machado, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez. Su nieta asegura que fue en aquellas veladas donde forjó su vocación.

La influencia del abuelo. "Muchas veces mi abuelo cogía una pequeña hoja de papel y escribía breves poemas que dedicaba a mi abuela. Cuando aprendí a leer quise regalarle mis poemas infantiles. Ella los guardaba en su libro de cocina. Empecé al colegio pasados los seis años, en la Milagrosa, porque mi madre había estudiado allí. Inauguré el actual colegio en Marqués de Pidal. Recuerdo con mucho cariño a Sor Vicenta, Sor Gloria, Sor María José y a las estrictas Sor Mariana y Sor Úrsula. Ya en estos primeros años imaginaba historias que luego contaba y a veces escribía, haciendo reír a mis compañeras de clase. En casa de mis abuelos solía pasarme horas leyendo cuentos en la galería. A veces tenían que ir a buscarme porque no atendía sus llamadas pensando tan solo en el desenlace de la aventura que me acompañaba. Devoraba 'Mis cuentos de hadas', los troquelados de Ferrándiz y alguno más".

Una chica de letras. "Terminado el COU y aprobada la selectividad por una parte me apetecía matricularme en la Facultad de Letras y estudiar Lengua y Literatura. Por otra, estaba la opción de Derecho con sus múltiples salidas profesionales. La gente te decía que había que estudiar una carrera con salida. Esto unido a mi manía por el latín inclinaron la balanza y al final me decidí por Derecho. Con los años me daría cuenta de mi error. Dejé la carrera colgada con cinco asignaturas. Seguía escribiendo en mis ratos libres pero lo de publicar ni se me pasaba por la cabeza. Después de abandonar mis estudios trabajé en diversos sectores casi siempre de cara al público y como profesora dando clases".

Un giro profesional. "Con el tiempo me matriculé en la Facultad de Filosofía y Letras de León y me gradué en Biblioteconomía y Documentación. Unos estudios más acordes conmigo. Trabajé en el Centro de Documentación de la Mujer en el Ayuntamiento de Avilés. Me sentía bien realizando este trabajo pero intuía que todavía no había llegado mi momento. En 2011 me presenté por primera vez a un concurso de cuentos infantiles organizado por el Centro Asturiano de Oviedo. Tuve la suerte de ganarlo con un cuento titulado 'Mi amigo es un árbol'. En 2015 salió mi primera publicación, un cuento titulado 'Verdicole escuela de verduras'. Supe que quería dedicarme a escribir para niños y jóvenes".

La literatura como parte de la vida. "La literatura siempre ha estado acompañándome. Soy amante del arte en general. Me gustan el cine, el teatro, la zarzuela, la ópera, el ballet y la pintura. Todo lo que sea arte me gusta. Pero sobre todo la literatura. Todas las noches leo algo antes de acostarme. Últimamente me inclino más por la literatura infantil y juvenil. Ahora mismo estoy con 'La mecánica del corazón', de Mathias Malzieu. Mi afición lectora fue impulsada en mis primeros años por mis padres y por mis abuelos. Por eso es tan importante que los padres, los abuelos y la familia en general inculquen el hábito lector en los niños. Es en casa donde los niños tienen más tiempo para disfrutar de sus aficiones. Si ven a sus padres leer, ellos leerán. Mi madre solía contarme cuentos. La literatura incentiva la curiosidad de los niños, desarrolla su imaginación y potencia el sentido crítico. Además de proporcionar entretenimiento, los libros para niños suelen contener valores que les forman y a ayudan de adultos. Adquieren un vocabulario mucho más rico. Estas y otra razones han influido a la hora de escribir para niños y montar mi editorial, Tinta Chica".

El Oviedo de los 60 y 70. "Nací en Oviedo en los años 60. Por parte paterna soy la cuarta generación, carbayona de pura cepa. Conozco el Oviedo de hace 50 o más años mejor que muchas personas de mi edad. Mis padres y abuelos salían todos los días a merendar. Con tres años correteaba por la cafetería Astoria en Uría, por el Paredes frente al Campoamor o me paraba a contemplar la gran pecera del Copa Club, hoy una tienda. También acompañaba a mi abuela, modista retirada, a por botones o cremalleras a la Sección X en Uría o a La Más Barata. Íbamos de compras a Lacazette, a por el pan a la Higiénica (panadería que fundaron mis bisabuelos) en General Elorza o a ver una película en el cine Roxi. Fueron años inolvidables. Todos nos conocíamos. Si se te olvidaban las llaves del portal, los serenos te abrían con una sonrisa. La leche llegaba desde el pueblo, en burro, y la mayonesa se envasaba en enormes tarros de cristal. Aquel Oviedín del alma se ha transformado en una ciudad más dinámica y cosmopolita, pero todavía conserva el sabor añejo, el aroma de lo tradicional, la sobria elegancia de lo que perdura para siempre".

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