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La Escuela de Ingenieros que no pudo ser

A finales del siglo XIX Oviedo pujó por albergar el centro educativo que finalmente no consiguió y que apoyaban tanto la Diputación como el Ayuntamiento

Palacio del marqués de Vistalegre, en el Fontán.

En febrero de 1894, Oviedo tenía puesta la ilusión en albergar en su Universidad una escuela de Ingenieros Industriales. Era una propuesta del presidente de la Diputación. Lo contaba el diario ovetense "El Correo de Asturias". Decía el diario que "tan excelente proyecto ha sido reconocido por todos de gran utilidad, que, a pesar de los grandes sacrificios que la mencionada Corporación por ello se impondrá, nadie ha hecho la más mínima observación, siendo aprobado por unanimidad y con verdadero entusiasmo. No hemos de entrar ahora en el examen de los beneficios que aquella institución a de reportar a una provincia tan industrial como Asturias, y que marcha a pasos agigantados por el camino del progreso, porque están tan a la vista que no necesitan demostración"

El 4 de septiembre de 1850, reinando Isabel II, el ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, Manuel Seijas Lozano, promulgó un Real Decreto por el cual se fundaba en Madrid el Real instituto Industrial y se creaba el título de ingeniero industrial". Se establecían dos grados: el Elemental, que se cursaría en los institutos de primera clase y la "ampliación de las Escuelas Industriales" de Barcelona, Vergara y Sevilla, que se creaban con éste fin. En 1855 se hizo otra en Valencia y entre 1855 y 1856 se adaptó ael antiguo "Real Instituto Asturiano de Gijón, obra muy querida por Jovellanos. El grado Superior se harías solamente en el Real Instituto de Madrid. Desde 1857 funcionaban ya las escuelas de Barcelona, Vergara, Valencia, Sevilla y Gijón. Después de diversas circunstancias, fueron desapareciendo y en 1867 sólo quedaba la de Barcelona. Se mantuvo está situación durante 32 años, hasta que en 1899 se fundó la de Bilbao y en 1901 el Ministerio de Instrucción Pública restableció en Madrid la Escuela Central de Ingenieros Industriales. Entre las figuras más relevantes en los primeros 50 años de vida de la Escuela figura en lugar de honor don José Tartiere Lenegre, Conde de Santa Bárbara de Lugones (1847-1927. Los rumores sobre el proyecto de Escuela de Ingenieros de Bilbao influyeron para que Asturias tratase de conseguir en pugna con los vascos una escuela para el Norte de España. Se citaban como posibles lugares de ubicación Oviedo, Gijón, Pola de Lena, Mieres y Langreo. Sorprende la nominación de Pola de Lena. Se apostaba más por Oviedo, por la capitalidad y centralidad geográfica: "Comprendemos que el sacrificio que haya de imponerse el Ayuntamiento de Oviedo, si consigue que se instale aquí la Escuela ha de ser bastante gravoso, pero los beneficios que en cambio obtendrían son tantos y de tanta entidad que todo pudiera darse, en nuestro sentir, por bien empleado, con tal que alcanzáramos ver instalado en Oviedo un establecimiento de enseñanza, tan necesario en el día, en una provincia eminentemente industrial como es la de Asturias", finalizaba la nota del Correo de Asturias.

El Ayuntamiento se proponía adquirir el Palacio del Marqués de Vistalegre, ubicado en la calle Magdalena esquina Juan Botas y Fontán que actualmente alberga Almacenes Uría y Mercadona. Como siempre de fondo, subyacía el problema financiero. Como alternativa a la compra de algún inmueble habría que ir pensando en otro de alquiler. Se habló de una dotación inicial de 80.000 pesetas, cantidad a todas luces insuficiente. Según "La Revista Minera" de la época, esa cantidad es "menos de la mitad de lo que realmente hace falta anualmente sólo para material en una buena Escuela Industrial, y si además se cuenta con 4 ó 5 buenos profesores y algunos maestros distinguidos, para el personal sólo de la Escuela Industrial hacen falta las 80.000 pesetas de material. Si se quiere tener una buena escuela de Ingenieros Industriales téngase el valor de saber que su sostenimiento cuesta 250.000 pesetas" La cantidad resultaba disuasoria para continuar en el empeño pero los trámites seguían su curso y a finales de abril de 1894, el concejal José San Román presentaba la solicitud reglamentaria ante el Ayuntamiento, con el apoyo del grupo minoritario de la Corporación que presidía Balbín. La Diputación había consignado en los presupuestos del año 14.000 pesetas. No hallamos más datos sobre la tramitación del expediente. Mientras tanto, Bilbao ya avanzaba con paso seguro hacia el objetivo de contar con la Escuela inaugurada en 1901. La de Oviedo se frustró, probablemente, al margen de las dificultades financieras, al simultanearse en el tiempo con la demanda de la Facultad de Ciencias. Al proceso de la creación de esta Facultad le dedicaremos un próximo trabajo.

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