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María Álvarez busca "el silencio, el paraíso sin ruido" en "Contra viento y marea"

La artista presenta en la Universidad una retrospectiva de toda su obra, desde 1997, cuando era una estudiante de la Escuela de Arte, a 2016

María Álvarez, ayer, en la sala de exposiciones de la Universidad. LUISMA MURIAS

"Contra viento y marea", la exposición de María Álvarez en la sala de la Universidad de Oviedo, es un recorrido por su larga trayectoria artística, desde aquellos monotipos de 1977, cuando era estudiante en la Escuela de Arte, de la que luego sería profesora, hasta sus últimas obras de 2016. Y en ese recorrido se descubre a la artista y se repasan técnicas, tendencias, influencias y hasta la propia vida, el devenir de una etapa entre siglos en la que el ruido lo ocupa todo.

La exposición está organizada por la Asociación Feminista de Asturias Clara Campoamor y se abre con una reflexión de la propia artista en la que afirma que "El arte, como parte sustancial del proceso creativo, es tanto materia de intuición como de intelecto". Esa máxima es el hilo conductor de una muestra compuesta por más de 60 obras.

María Álvarez, como cualquier artista que mantenga su actividad a lo largo de los años, ha pasado por distintas fases creativas pero en su caso ha logrado trazar un discurso narrativo a lo largo de las décadas. El orden cronológico con que se ha dispuesto la obra en la sala de la Universidad permite seguir esa "tendencia a la reducción tanto técnica forman" que la artista reconoce en su propia carrera, una carrera en busca del silencio, entendido este como ausencia de ruido.

La segunda María Álvarez, la de los años 80 experimentaba con el expresionismo abstracto, tan en boga en aquellos años. "Siguen apareciendo colores pero son colores apagados y en muchas ocasiones velados por el blanco o el negro", explica la artista.

Por ahí sigue ese hilo conductor, por ahí se dibuja la senda. En la tercera etapa a caballo entre los años 80 y 90, María Álvarez abandona el color y en su obra en acrílico predomina el blanco con algunas incisiones. La figuración va dejando paso a la esencia a la idea. Y a finales de los 80 llega un momento clave. En 1989 la luanquina realiza tres exposiciones simultáneas en Gijón. En la galería Cornión muestra dibujos y grabados; en el Antiguo Instituto cuelga sus pinturas y en la Casa de los Nava expone fotografía. Ahí está también uno de los pilares de la obra de Álvarez. "Siempre ha estado presente el dibujo y el grabado", afirma, y otro más, que se relaciona con la frase que abre la exposición. "La formación artística es básica pero la literatura es algo fundamental en mi obra", subraya. Esa técnica, esas técnicas que ella maneja, no se convertirían en obra de arte sin ese "intelecto", sin un contenido que María Álvarez encuentra en las lecturas, en el cine o en los viajes, algo que se refleja en muchas de las series que se pueden ver en la exposición.

Las series, otra forma que Álvarez ha trabajado durante toda su carrera. "En las series encuentro posibilidades infinitas de expresar algo, nunca se agotan", resume. Esas series están relacionadas con la naturaleza, en acuarelas y collages, y también con viajes a Irlanda, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca o Nueva York, viaje que le inspiró la serie "American dreams" que no se puede ver en la exposición ya que forma parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Asturias, como varias obras más de la artista.

En ese camino para llegar a la utilización de los mínimos recursos para expresar lo máximo, llegó Álvarez a la colección "En busca de la artista desaparecida", que se pudo ver en 2007 en la galería Vértice. Ahí están las inquietudes de la artista, en obras como "220 nubes sobre mi cabeza", "obras autorreferenciales, pero con vocación universal", dice. ¿Quién no ha tenido 220 nubes en la cabeza en algún momento?

La muestra se cierra con "Sin coordenadas", la serie que presentó en 2016 en Guillermina Caicoya. Obras de tinta pigmentada sobre papel de algodón que siguen en la búsqueda de "ese silencio, ese paraíso sin ruido" que tal vez esté dentro de cada uno de nosotros y que María Álvarez encuentra en su taller, creando piezas que resumen su vida y la de todos.

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