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Chirigotas y chistorra

De Cádiz llegó el Carnaval y de la Corrada del Obispo el integrismo vegano

Las chirigotas de Cádiz en la plaza del Ayuntamiento.

Parece muy lejano eso de ver los chiringuitos llenos. En realidad parece muy lejano lo de ver chiringuitos en las calles para celebrar San Mateo. Era la "vieja normalidad", la de echarse a la calle y disfrutar de unas fiestas que este año el coronavirus ha confinado en el auditorio Príncipe Felipe y en el Calatrava.

Hace tan solo tres años Oviedo era durante estas fechas un auténtico Carnaval. Los protagonistas de ese año fueron las chirigotas de Cádiz que el entonces concejal de Cultura y Festejos, Roberto Sánchez Ramos, "Rivi", "un enano con cojones", como le definió Jorjón Ilegal, se había traído desde el otro lado del mapa para animar el sarao, como si no fuese suficiente lo que había por aquí.

De Cádiz, un concejo más de Asturias durante los meses de verano, llegaron a Oviedo en septiembre el coro "El mayor espectáculo del mundo", de Luis Rivero; la comparsa "Los irracionales", de Jesús Bienvenido, a la que estuvo vinculado en su día el regidor gaditano, José María González, "Kichi"; la premiada chirigota de Vera Luque con su espectáculo "Los del planeta rojo, pero rojo rojo", y el cuarteto de Gago "Lo que el viento se llevó", ganadores aquel año en Cádiz en sus respectivas categorías.

Desfilaron el Día de América en Asturias e hicieron bolos por las calles del ferial, es decir, la zona de chiringuitos.

No fue lo único que arrancó las risas ese año. Uno de los chiringuitos de la Corrada del Obispo tuvo a bien echar a unos clientes por comer chistorra. A quién se le ocurre cuando el establecimiento era vegano. Aquello dio para chistes, memes, chanzas y chascarrillos que bien podrían haber aprovechado los gaditanos. Rivi, a quien le gustaba bajar al barro, salió en defensa de los comensales carnívoros y explicó que las mesas que había en la terraza no eran propiedad del chiringuito sino que cualquiera podía sentarse allí con sus viandas, ya fuese una mazorca de maíz aderezada con tofu y acompañada con kale y brócoli o un jabalí cocinado durante horas a baja temperatura.

Fue un San Mateo divertido. Ya lo adelantaban los montajes con los carteles de Villoria de los que se habla bajo estas líneas. Para la memoria, la imagen del escultor Kiko Urrusti sentado en una silla con un plátano en el hombro emulando a los modelos de la cartelería.

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