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Colas de indignación para ver al médico en Oviedo

"Parecemos un país tercermundista", claman los usuarios que desbordan los centros de salud, a los que acuden "porque nadie coge el teléfono"

Pacientes esperando en la acera para entrar al centro de salud Paulino Prieto, en Martínez Marina, en el centro de Oviedo. LNE

"La gente se está hartando y un día esto va a explotar". Mónica Sion se acercó ayer al centro de salud de Otero para tratar de concertar una cita con el médico después de varios días de insistencia y 40 llamadas sin contestar. Al llegar al ambulatorio se encontró con una larga cola formada en la acera por varios usuarios con una casuística similar. "Parecemos un país tercermundista", clamaba otro paciente al descubrir que tenía unas 20 personas delante. La situación se repitió en otros centros de atención primaria de la ciudad como el del Naranco, el Paulino Prieto, en la calle Martínez Marina, o el de Vallobín; entre los principales damnificados se encuentran los celadores, quienes cada vez ven más difícil apaciguar el descontento de los ciudadanos y urgen soluciones. "Hay que contratar más administrativos porque la mayoría de los casos que vienen pueden resolverse por teléfono o a través de internet", proponen.

Los teléfonos no paran de comunicar y los ovetenses no tienen más remedio que echarse a la calle para tratar de hacer los trámites de manera presencial. La consecuencia es una dramática paradoja, inexplicable para la mayoría. "Justo ahora cuando nos recomiendan no acudir a los ambulatorios es cuando están más llenos", indicó el joven Christian Monasterio, que se desplazó al centro de salud de Otero para recoger las recetas de un sencillo tratamiento. "Antes lo hacía por internet, pero están todos los sistemas caídos", se lamenta.

En las colas se encuentran decenas de historias personales, recurrentemente compartidas como prueba de la desesperación de personas con cientos de llamadas telefónicas fallidas a sus espaldas. "Llevo desde las ocho de la mañana colgada del teléfono y como solo comunicaba decidí acercarme", indicaba Yolanda Suárez mientras hacía cola en las instalaciones con la esperanza de poder pedir una cita para una persona mayor.

Algunos pacientes se afanan en demostrar lo que consideran "un gran pasotismo" por parte de los responsables sanitarios regionales. Es el caso de una mujer de Vallobín que explotó tras acudir al centro de salud y escuchar de la voz de un trabajador que los teléfonos funcionaban perfectamente. "Llamó en ese mismo momento, les demostró que comunicaba y ya no supieron que decir", relata Salvador Sio, marido de la protagonista de esta anécdota que tuvo lugar en torno a la una de la tarde después de una larga espera haciendo cola para acceder al ambulatorio.

En las filas que se forman coincide todo tipo de personas: desde las interesadas en ponerse la vacuna de la gripe, hasta pacientes que llegan para consultar pequeñas dolencias o usuarios para realizar trámites sencillos como la recogida de una baja. Todos ellos ven igualados sus problemas en esperas que llegan a sacar de sus casillas al más paciente. "En los tiempos que corren esto no tiene ningún sentido", se quejaba Paz García justo cuando conseguía entrar en el ambulatorio de Otero.

El enfado y crispación de los usuarios se traduce en constantes encontronazos con los celadores y sanitarios, a los que muchos culpan de sus males. "Somos conscientes de su situación y les damos la razón, pero algunos vienen muy agresivos y resulta difícil controlarles", relata un trabajador de un centro de salud ovetense que prefiere mantenerse en el anonimato.

La solución para el personal de los centros de salud pasa por un refuerzo de las labores administrativas, pues achacan las colas a la imposibilidad de disponer de personal suficiente para atender el teléfono. "Aquí viene un montón de gente a hacer trámites fácilmente solucionables por teléfono o por internet, pero ambas vías están saturadas o inactivas", argumenta un profesional desbordado por las continuas discusiones con los pacientes que guardan cola.

La gran afluencia está provocando, según los vecinos, "un descontrol" que en ocasiones tiene consecuencias graves. Es el caso de Otero, donde los residentes denunciaron ayer la existencia de un alto riesgo de contagios por coronavirus. Según la asociación de vecinos, una paciente se encuentra ingresada en el HUCA con coronavirus después de estar un largo rato a la cola del centro de salud para ser atendida con 39 de fiebre. "Pidió que la dejaran entrar, pero el chico de la puerta la amenazó con llamar a la Policía y se tuvo que ir al hospital", sostiene la vecina Cuqui Ormazábal, a la que también le trasladaron el caso de una mujer con una infección en un dedo a la que se negaron a atender y posteriormente tuvo que ser operada en el complejo hospitalario de La Cadellada.

La situación, coinciden los vecinos de diferentes barrios, lejos de mejorar parece ir "de mal en peor", a pesar de los constantes anuncios del consejero de Salud, Pablo Fernández, y el presidente del Principado, Adrián Barbón, de que se están tomando medidas para atajar los problemas. El consejero ya anunció hace más de una semana la creación de un centro de llamadas para agilizar la atención telefónica, mientras que Barbón puso su propio correo electrónico a disposición de los pacientes para que le trasladaran sus quejas.

Los usuarios que recurrieron directamente al presidente para plantear sus problemas, critican la respuesta recibida y creen que confirma la falta de soluciones por parte del gobierno regional. "Lo único que te responde es que hará llegar las quejas a la consejería, pero no te da ninguna respuesta alentadora", señala un vecino "harto y desilusionado por el catastrófico funcionamiento de la atención primaria".

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