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El Arzobispado hará un geriátrico privado con 111 plazas en la Casa Sacerdotal

El proyecto, pendiente de financiación, ocupará un bloque casi vacío del complejo y ayudará a cubrir el coste de los cuidados a los curas jubilados

Exterior de la Casa Sacerdotal en Oviedo.

El Arzobispado de Oviedo prevé aprovechar una parte de la Casa Sacerdotal para poner en marcha un geriátrico privado con capacidad para 111 usuarios. El objetivo es lograr una fuente de ingresos que compense el gasto de mantenimiento de la actual residencia, en la que viven 45 curas jubilados de distintos puntos de la diócesis. El proyecto, encargado el año pasado y que ocuparía un bloque vacío del complejo sacerdotal, todavía no cuenta con financiación, pero la intención es ponerlo en marcha una vez superada la actual situación de incertidumbre económica causada por el virus, pues garantizaría la pervivencia de un servicio indispensable para muchos religiosos mayores.

La idea ha sido impulsada por Summa Humanitate, la entidad sin ánimo de lucro creada por un grupo de laicos católicos independientes en 2006 y que desde el año pasado gestiona la Casa Sacerdotal tras la jubilación del anterior responsable, José Antonio Argüelles. El colectivo, encargado de dirigir otras 49 casas de hermanos y hermanas mayores del país, ve en esta apuesta una manera de cuadrar las cuentas de un servicio que, a día de hoy, precisa de una inyección económica de 350.000 euros anuales por parte de la Iglesia.

El Arzobispado hará un geriátrico privado con 111 plazas en la Casa Sacerdotal

Los 800 euros mensuales aportados por cada uno de los 45 residentes actuales apenas cubren el 47% del total de los gastos derivados del servicio ofrecido por una plantilla integrada por 30 trabajadores. “Estimamos que el coste medio por usuario de la residencia asciende a 1.900 euros”, especifican fuentes de la Casa Sacerdotal. La aportación de la diócesis y otras donaciones privadas hacen posible seguir ofreciendo un servicio vital para muchos sacerdotes. Actualmente hay cerca de un centenar de sacerdotes jubilados en Asturias de los que 50 viven solos o con familiares en sus domicilios y 45 están ocupando las habitaciones de la Casa Sacerdotal, la cual es utilizada también como sede de la Librería Diocesana y punto de encuentro para grupos cristianos y formaciones del clero.

Buscar fondos

El director de la Casa Sacerdotal desde hace casi tres años, el padre José Antonio González Montoto, ve la apuesta como “una mejora de gestión”, pero reconoce que con la coyuntura actual costará encontrar fuentes de financiación. “La situación es complicada, pero esperamos que vaya saliendo algo”, apunta el religioso. El geriátrico proyectado ocuparía en su totalidad uno de los bloques sin uso del complejo, donde únicamente está ocupada una pequeña parte por la vivienda del arzobispo, Jesús Sanz Montes. “Salvo la planta de arriba, el resto está inutilizado”, apunta González Montoto, que considera “importante” poder dar un uso alternativo a una zona del inmueble cuya imagen es la de persianas bajadas permanentemente.

La Casa Sacerdotal fue inaugurada el 10 de mayo de 1973, siendo Gabino Díaz Merchán arzobispo. El también expresidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo emérito de Oviedo es actualmente, a sus 94 años, uno de los 45 usuarios del complejo. Desde su estreno hasta la actualidad ha tenido siete directores diferentes y a pesar de contar con 47 años de antigüedad las instalaciones se mantienen en muy buenas condiciones. “No creemos que por ahora haga falta realizar obras en las dependencias abiertas”, sostiene el director.

Falta de vocaciones

La prioridad del Arzobispado es mantener la calidad de un complejo que el pasado mayo se quedaba sin la colaboración de las monjas Dominicas de la Anunciata, indispensables durante décadas para su funcionamiento. “La falta de vocaciones y el hecho de que las monjas que quedaban superasen los ochenta años nos obligó a tener que despedirnos de ellas”, indica González Montoto, dejando claro que esta marcha no supuso una merma en la atención a los residentes. “Sus tareas las asumieron otros sin problema, pero sí es cierto que echamos de menos su cariño y atención”, reconoce.

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