La temporada “Primavera” de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias no pudo empezar mejor. Con todo el Auditorio en pie. Literalmente: el público, abajo, entregado a la técnica deslumbrante y la calidad del Stradivarius de Roman Simovic, y los profesores de la OSPA, arriba, olvidados de sus asientos e interpretando a Mendelssohn en esa posición.

En su labor, también, de director, el concertino de la London Symphony probó una posición atípica tratándose, como había anunciado y como sucedió de una visión romántica de la Sinfonía n.º 4 de Mendelssohn, pero el experimento de poner a la orquesta en pie funcionó. La OSPA sonó enérgica y acompasada, con todos los músicos respirando al mismo tiempo, fraseos y melodías trazadas con el mismo aliento tal y como se pudo sentir, en especial, en el segundo movimiento.

Simovic tocaba y dirigía y lo hizo muy bien, con unos resultados especialmente destacados en la cuerda.

Con el Concierto para violín número 2 de Prokofiev, y la orquesta, en plantilla más amplia, ya regresada a sus asientos habituales, empezó el espectáculo del virtuosismo de Simovic. La composición permitió apreciar todas esas virtudes del Stradivarius que toca el músico ucraniano, un instrumento de la edad de oro del luthier, del año 1703.

La orquesta destacó en Prokofiev con un acompañamiento muy trabajado, abrazando el sonido tan rico, lleno de matices, del solista. El segundo movimiento brilló de forma especial, con Simovic interpretando con mucho esmero, sonido redondo, bonito, dejando al violín cantar.

El público, mucho para este arranque de temporada y en el debut en Oviedo de Simovic, aplaudió en Prokofiev lo que se había ahorrado en Mendelssohn. Un delirio que no hizo más que aumentar cuando el violinista se despachó con la propina de la “Balada” de la Sonata para violín en re menor, op. 27, n.º 3 de Eugène Ysaÿe. Una obra muy difícil, con dobles cuerdas, acordes, muy exigente de la que Simovic salió exhausto y con ganas, como evidenció en dos gestos de complicidad ante el público que le ovacionaba, de tomarse una copa y echarse a dormir.