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Pedro Arcos | Epidemiólogo. Director de la Unidad de Investigación en Emergencia y Desastre de la Universidad de Oviedo

“El poco dinero que hay para investigar se pierde en cargos y cascarones vacíos”

“Cuando un político habla de I+D y es incapaz de renovar contratos a los predoctorales hace un ‘speech, no apoya nada’”

Pedro Arcos, director del UIED

Pedro Arcos González lleva veinticinco años al frente de la Unidad de Investigación en Emergencia y Desastre (UIED)_de la Universidad de Oviedo. Es médico, epidemiólogo, profesor universitario, investigador y expresidente de Médicos sin Fronteras en España. El especialista en Salud Pública cuenta con más de un centenar de publicaciones en revistas científicas. Cuenta que su experiencia le obliga a ser escéptico ante los organismos, la “palabrería” que rodea al emprendimiento, el I+D+I, y el amor a la investigación proclamada desde los atriles políticos. A sus ojos, las promesas de la “milla de la bata blanca” ovetense se quedarán en agua de borrajas si ese apoyo sigue reflejándose en entes, edificios, organismos e institutos y no en los presupuestos del Principado. “Si quieren demostrar que apuestan por la investigación que destinen un porcentaje decente del presupuesto a investigación y que no tengamos que decirles todos los años a cuatro chavales con un currículum brillante que se vayan fuera porque aquí se van a morir de hambre”, denuncia.

–Su equipo de la Universidad de Oviedo investigaba las epidemias cuando sonaban a titulares de países lejanos.

–En el UIED investigamos situaciones de emergencia o desastre, que es una gran emergencia. Una de las líneas de investigación son las emergencias epidémicas. Pero también estudiamos cuestiones relativas al cambio climático. Hemos trabajado con virus y arbovirus (transmitidos por artrópodos que hacen de vectores, como el zika o la malaria). Llevamos trabajando en esto desde hace 25 años. Lógicamente también en la pandemia, pero como esta nos ha afectado también a los países desarrollados ahora se acuerdan de nosotros.

–¿Ese interés renovado se traducirá en algo positivo para la investigación?

–Eso es un poco cuestionable. La dinámica de la población, los medios y la política es que no se pueden tratar dos emergencias al mismo tiempo... Es un fenómeno pasajero. Dudo mucho que se acabe viendo reflejado en nada. No creo que se traduzca en más dinero. Una vez que esto pase se pondrán a otra cosa.

–Pero parece que las administraciones están apostando por la investigación y la innovación...

–Sí, según he leído ahora van a crear una agencia nueva de investigación. Otra más. Pero estos organismos suelen acabar siendo estructuras superpuestas que no hacen más que chupar del trabajo de los investigadores de base. Siempre proclaman que van a hacer algo que nunca terminan haciendo: conseguir financiación. Cuando llevas veinte o treinta años en esto no hace falta que vengan los políticos a dirigirte y organizarte las investigaciones.

–En teoría estos organismos consiguen atraer financiación para proyectos de investigación.

–En Asturias somos un millón de habitantes y tenemos cinco o seis puntos de investigación pero, al final, somos incapaces de pagarle 425 euros al mes a los investigadores predoctorales... Cuando un político habla de investigación, pero es incapaz de renovar contratos a chavales con un currículum brillante lo que está haciendo es un “speech”, no apoyar a los investigadores. Todos los años tenemos que decirle a gente muy preparada que lo mejor que puede hacer es irse, porque aquí pueden morirse de hambre.

–¿Qué se debería hacer entonces desde la administración?

–Conseguir financiación, sí. Pero si el poco dinero que hay se destina a crear organismos, a pagar a cargos... pues resulta que no hay “fabes” para todos. Lo que se debería hacer es financiar proyectos científicos con un criterio de calidad, pero directamente, sin intermediarios. Eso ya se hizo en Asturias durante los primeros años de la autonomía. Y en otras comunidades lo siguen haciendo. Eso es lo que se debería hacer aquí si quieren apoyar la investigación en la región, pero de verdad. En los últimos veinte años a los políticos asturianos les hemos dado igual. Cada vez que hablan de esto es para crear un organismo o instituto nuevo.

–¿A qué se dedican esos organismos entonces?

–Van cogiendo partes de lo que ya hacíamos antes de que existiesen, a final de año nos piden que les mandemos nuestras publicaciones y con eso hacen una memoria. Está bien, la imprimen en papel muy bueno, pero la realidad no deja de ser que terminan organizando las migajas que tenemos. El Principado debería coger los presupuestos y darle un porcentaje decente a la investigación. En Asturias se destina un 0,8% del PIB a la investigación, la media en España está en el 1,24%. Al final creamos una entelequia. Hablamos de investigación, creamos organismos, estructuras, cascarones vacíos y los datos son los datos. Los investigadores somos los que somos y el dinero, que ya es poco, se pierde por el camino.

–En Oviedo parece estar organizándose todo en torno al HUCA, se habla de crear sinergias.

–Sí, sinergias, biocluster... Todo esto tiene que ver con los mitos del emprendimiento y el I+D. Como no tenemos dinero para pagarte, te animamos a que te lo montes por tu cuenta. Todo esto es un ochenta por ciento marketing y un veinte por ciento de realidad. Al final no necesitamos más espacio. Mi equipo no tiene que irse al lado del HUCA para hacer de atrezo. Ya tenemos laboratorios y espacio en El Cristo.

–¿Es allí donde se hace la investigación entonces?

–El noventa por ciento se hace en la Universidad. Da igual que el paraguas lo ponga otro organismo o superestructura. Tampoco el sector privado está en esto, quizás alguna multinacional, pero en el fondo tampoco. Lo que hacen las empresas, al final, es comprar patentes de lo que investigan otros.

–También hay pymes en Oviedo haciendo avances y cosas interesantes.

–Claro que sí. Pero al final son unos pocos, cuatro gatos. Con suerte, si lo hacen bien, llega una multinacional y los compra. Muchas de esas empresas solo consiguen financiación para un proyecto, pagan sus nóminas el tiempo que dure la investigación que se les ha financiado y ese proyecto no llega a ningún sitio. Nadie les pide explicaciones cuando todo acaba. Se deberían financiar proyectos con criterio.

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