Con el patio de butacas puesto en pie ovacionando y rendido por completo a los jóvenes intérpretes. Así finalizó en al Auditorio de Oviedo el concierto de los “Peques del León de Oro”, la agrupación infantil del laureado coro gozoniego.

Y no fue para menos. El concierto de los pupilos de Elena Rosso, que contaba con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA, rayó a un nivel sobresaliente. Pero para el prestigioso proyecto coral luanquín, eso no es suficiente, y al extraordinario poderío vocal, sumaron en esta ocasión un juego de luces, estrenado para la cita de anoche, que redondeó un programa hábilmente concebido, donde los cuatro elementos naturales (tierra, agua, aire y fuego), cobraron vida gracias a la temática de las obras y a las atmósferas generadas con la iluminación.

Bajo el título de “Past Life” se agruparon las ocho obras interpretadas (más la composición de Sarah Hopkins, “Past Lifes melodies”, que sirvió para abrir y cerrar el programa), que se sucedieron sin interrupción salvo tras el “Gnothi Safton”, una obra fluida y de gran riqueza melódica y rítmica donde el coro finalizó con el escenario a oscuras, para delirio de los asistentes. Pero los “cachorros”, al margen de un espléndido equilibrio vocal y una sonoridad muy cuidada, evidenciaron una gran variedad de posiciones y movimiento, con alguna coreografía y un constante dinamismo que, además de mostrar su versatilidad, contribuyó al atractivo de la velada musical de una hora de duración, prevista para enero pero aplazada a consecuencia de la pandemia.

Los “peques” son el presente

La popular obra de Eric Whitacre (”The Seal Lullaby”) fue una de las que más entusiasmó a un Auditorio con muy buena entrada y que reservó sus mayores aplausos para las solistas de la tarde (Candela Fernández y Claudia González) y para la pianista acompañante, Maite García.