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¿Cuánto mide la torre de la Catedral de Oviedo? Esto es lo que dicen los últimos estudios

La planimetría realizada durante las últimas restauraciones permite calcular con exactitud el tamaño de una de las cimas de la ciudad

Ni los 62 metros a que la reducen algunos escritos, ni los 80 hasta donde la estiran las previsiones más exageradas ni, tampoco, por ser precisos, los 70 metros a los que se redondea, en la guía oficial del templo, el tamaño de la torre de la Catedral de Oviedo. El techo de Oviedo, casi empatado con la torre de Teatinos y al que solo la visera del Calatrava se atreve a sacarle algún metro de ventaja, mide exactamente 68 metros y 70 centímetros.

La cifra la aporta una de las personas que más horas ha dedicado en los últimos años al templo, Jorge Hevia, coordinador de la última restauración y arquitecto responsable del plan director del templo. Las mediciones más precisas, explica, son las que se pueden obtener de la fotogrametría realizada hace veinte años, ortofotografía y planimetría desarrollada por Media Digital que, con referencias topográficas en algunos de los pisos permite luego establecer una escala precisa y medir sobre el papel.

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Las mediciones populares han establecido un rosario de marcas, desde los 62 metros hasta un máximo de 80 metros

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Pero la primera duda es la de “hasta dónde medimos”. Sobre la flecha flamígera de la Catedral de Oviedo hay dos bolas, siendo la segunda una esfera de la mitad de volumen que la primera. Sobre ellas hay una cruz. Y sobre la cruz, un pararrayos.

Con esta referencia y la fotogrametría se puede saber que el punto más alto de la Catedral de Oviedo marca en la actualidad, 69,80 metros, apenas 20 centímetros menos de los supuestos 70 metros. Pero el pararrayos, por más que sea esencial y que las descargas eléctricas hayan sido uno de los grandes padecimientos de la torre, no puede considerarse un elemento propio de la fábrica gótica. Ese es el motivo que obliga a reducir la altura a los 68,70 metros que registra el final de la réplica metálica de la Cruz de los Ángeles que corona la aguja. Sin los añadidos de cruz y globos de cobre, el chapitel concluiría tres metros antes, a los 65,80 metros. Y resulta curioso que, si bien los elementos del remate se incorporaron con la primera torre, la finalizada en 1551, la altura actual corresponde al recredio de Rodrigo Gil de Hontañón, que en 1587 dio por finalizado el cuerpo renacentista actual sobre el último mirador, decorado con los elementos originales llegados para rematar el primer diseño. Y Gil de Hontañón no solo plantea una configuración más moderna, estilizada y al gusto de la época, sino que eleva la altura original.

Reproducción de un detalle de la cruz

Reproducción de un detalle de la cruz Ch. NEIRA

El propio Hevia, Vidal de la Madrid, Cosme Cuenca, Jesús Puras y Luis valdeón explican en “La restauración de la torre y el claustro de la Catedral de Oviedo” (Nobel, 2004) cómo Juan de Cerecedo “El Viejo” culminó la obra de la torre según el proyecto de Juan de Badajoz “El viejo”, arquitecto de la catedral de León. Con el chapitel concluido en 1551, en 1552 se instaló un remate metálico con dos globos de cobre y una cruz que había sido encargada a un maestro flamenco, y que el cabildo tuvo que ir a recoger al puerto de Laredo, procedentes de Flandes.

Finalizaba así “el primer episodio constructivo en la azarosa vida del campanario ovetense”, explica el citado estudio. Lo que sucedió después fue que una descarga eléctrica en la terrorífica tormenta del 13 de diciembre de 1575, de la que da noticia el canónigo Tirso de Avilés, destrozó la torre.

Para la restauración se contrata a Rodrigo Gil de Hontañón, cuyo proyecto “supuso una feliz alteración del aspecto primitivo de la torre, ya que suponía el añadido de un cuerpo de remate entre el último piso y la flecha. Con ello se elevaba más la altura total de la torre, cosa deseable en aquellos momentos de pugna por la representatividad y presencia emblemática del monumento, a la vez que se la coronaba de un precioso cuerpo ático de líneas mixtas que servía de idóneo tránsito entre la forma cuadrada de los cuerpos de la torre y la octogonal de la flecha”.

Las torre primitiva de 1551 era algunos metros más pequeña

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Conque en 1587 la torre se quedó en elos 68,70 metros actuales, pese a las destrucciones y reconstrucciones, que no han alterado la fisonomía de Hontañón. A esa altura, cuando todavía se hacía, subió varias veces el montañero y fotógrafo Eduardo Velasco. Cuenta ahora que la idea vino del Ayuntamiento, por recuperar aquellas tradición de las banderas rojas que después de la Guerra Civil había quedado desterrada. Velasco recuerda que en aquellos años, los ochenta, antes de la restauración, aquello de arriba “estaba muy mal”. “El hierro estaba tan comido que tenías que subir por la piedra con mucho cuidado”. Después de andar por el Himalaya y medio mundo, los 68.70 metros no eran mucho para Velasco, pero poner y quitar las banderas del jubileo sí le entretenía la jornada, coincidiendo con el relojero en aquellas alturas. También recuerda perfectamente ir a cobrar el trabajo directamente al despacho del alcalde. Masip, relata, le preguntaba cuánto se le debía por las dos ascensiones, sacaba el dinero del cajón y allí mismo se lo abonaba. Otros tiempos, la misma altura.

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