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Seres sintientes y creyentes en San Juan

El párroco celebra el día de San Antonio Abad permitiendo la entrada a mascotas a la iglesia y bendiciéndolas con agua

Javier Suárez bendice a los perros en el exterior del templo. | IRMA COLLÍN

La nueva ley considera a las mascotas otro miembro más de las familias, y el párroco de la iglesia de San Juan, Javier Suárez, también ha querido invitarlas a esta casa como a cualquier otro cristiano. Este San Antón el cura quiso homenajear al patrón de los animales rociando a todas las mascotas que acudieron con agua bendita e invitándolas a acceder junto a sus propietarios a la basílica. Varias personas se acercaron junto a sus perros, a la una y media del mediodía, para escuchar la tradicional oración que narra cómo Dios puso al animal al servicio del hombre y después acercar a sus “peludos” al cura, que regresaron benditos, y con las orejas mojadas.

Varios ovetenses con sus mascotas, en la plaza de la iglesia San Juan el Real esperando la bendición del día de San Antón.

“Decidí dejarles entrar porque ellos también son criaturas de Dios”, explicó Suárez. “Los perrines son uno más” decían Isabel Hermosillo y Covadonga Huergo con las cabezas dos teckels, “Elsa” y “Sur”, reposando entre sus brazos. En el interior, los perros movían el rabo emocionados al olfatear entre los bancos del lugar. Reverencias ante el altar, peticiones a la Santina, nuevas amistades caninas y un montón de caricias fueron la estampa que la jornada dejó en el interior de San Juan.

La afluencia de gente no fue tan notable como en tiempos pre pandemia, aunque sí subió respecto a los pocos valientes que se acercaron el año anterior. Algunos, incluso llegaron tarde al no tener clara la hora, pero nadie se quedó sin bendecir. “También es para quienes andan a dos patas”, bromeaba el cura, que invitaba a quien lo desease, tuviera o no acompañante con almohadillas, a recibir el don de San Antón.

Candela García y Sara Mota con sus perros,” López” y “Cosme”, en el interior de San Juan.

Para algunos era la primera vez y resultó una vivencia diferente y gratificante. Como Candela García y Sara Mota, que se acercaron junto a sus animales “López” y “Cosme” a pasar esta original experiencia religiosa. “Todo es poco para ellos”, decían ambas amigas. Y añadían satisfechas: “Además, ahora ya se les considera seres sintientes”. También era día de estreno para “Pipi” y su dueña Lola Del Río, que se acercaron a curiosear: “Ha estado muy bien, creo que los animales son muy importantes en nuestra vida y es una forma de demostrarlo”. Aunque “Pipi” estaba algo asustado con tanto jolgorio.

Hay alguno que se rebeló un poco ante la excitación, otros temblaban como hojas, de nervios o de frío, muchos de ellos veían la ceremonia desde una altura privilegiada, ya que estaban en brazos de sus dueños, e incluso hubo alguno, como “Gilda”, que iba metida en el bolso de Ana Ordoñez. “Venimos todos los años. Se ha portado muy bien, creo que el agua bendita está haciendo su efecto”, contaba la portadora del original transportín, que también tenía buenas palabras para el párroco: “Don Javier es maravilloso”. Algo que corroboraron varios de los asistentes, satisfechos con la importancia que otorga este acto a sus mascotas.

Así, a lo largo de treinta minutos fueron desfilando huellas y pelo por el templo, que quedó en absoluto silencio al vaciarse de ladridos. Quién sabe, quizá repitan experiencia y Javier Suárez sea el primer párroco en tener seres sintientes y creyentes en sus misas.

La chihuahua “Tina” acude en honor a su dueña fallecida


Manuel Miranda acudió junto a Tina, la chihuahua de ocho años que pertenecía a su madre recientemente fallecida. La mujer acudía todos los días de San Antón junto al can para que fuera bendecido. Ahora Manuel retoma ese legado para que la perrita no se quede sin el baño de agua bendita. Además, tuvieron la suerte de poder acceder al interior de la basílica, lo que hizo este pequeño homenaje algo más especial. “Me enteré hoy de que era la celebración y me dio mucha pena pensar que este año no estaba mi madre. Así que no dudé en venir”, asegura el vecino de la zona. Esta experiencia, además de ser un bonito recuerdo le resultó muy satisfactoria: “Soy muy practicante”.

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