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Antonio Serrano Armonicista, actúa el viernes (20.00 horas) en el Filarmónica

“Los músicos de jazz españoles lo hacemos bien, no hace falta tirar de los americanos”

“Toots Thielemans, a quien dedicaremos el concierto de Oviedo, ha sido influyente más allá de su dominio de la armónica, es de los grandes”

Antonio Serrano. Timon / CNDM

Antonio Serrano (Madrid, 1974) es un referente en España en el ámbito de la armónica. Serrano acude este viernes (20.00 horas, Filarmónica) a Oviedo, en el marco del ciclo Oviedo Jazz (coproducción del Centro Nacional de Difusión Musical –CNDM– y la Fundación Municipal de Cultura –FMC), con su formación, “Antonio Serrano Quartet”, en la que le flanquean el pianista Albert Sanz, el contrabajista Toño de Miguel y el batería Stephen Keogh. El cuarteto presentará el programa “Tootsology”.

–Corríjame si me equivoco, pero estuvo tocando en Oviedo hace bien poco, a finales de año.

–Sí, en un concierto con la Banda de Música “Ciudad de Oviedo”, que dirige David Colado. Ahora vuelvo con mi cuarteto de jazz.

–Hábleme del programa de este concierto, de “Tootsology”.

–Es un homenaje al armonicista de jazz más importante de todos los tiempos, Toots Thielemans, recordando distintas épocas. Tuvo una gran trayectoria, empezó en los años 40 y terminó prácticamente en la actualidad, un poquito antes de morir (falleció en 2016). Es uno de los músicos de jazz más importantes, y no solo entre los armonicistas. Lo que yo hago es un homenaje bastante personal y sentido, porque ha sido una de mis principales influencias. Tuve además la oportunidad de tocar y grabar con él, en sus últimos años, y mantuvimos una relación bonita. Me gusta que, de alguna forma, eso se note también en el homenaje, en el que voy a recordar su repertorio, pero también composiciones y arreglos míos inspirados en su persona.

–¿Cómo era él?

–Lo que siempre me transmitió Thielemans fue un gran compromiso y una gran entrega a la música. Es una persona que siempre estaba escuchando música y pensando en la música. Era como un niño en realidad, un niño grande y que vivía con una pasión y una ilusión enormes por tocar y hacer música, por escuchar la música de los demás. Siempre te pedía discos, grabaciones, cualquier cosa que hicieras. Era una persona que estaba completamente al día de lo que se estaba haciendo en la música y vivía la música con la misma ilusión que un niño.

–¿Por qué tuvo esa influencia tan grande en usted?

–Yo a veces me lo pregunto también. Está claro que al haber muy pocos referentes en mi instrumento, pues los pocos que hay han sido muy importantes. Thielemans, Larry Adler y Stevie Wonder son tres influencias que me han marcado muchísimo, que me generan muchísima admiración y respeto. Siendo más objetivo, creo que más allá de ser grandes armonicistas, fueron músicos que influyeron a otros músicos por encima de su dominio de la armónica. Y Thielemans ha sido uno de los músicos más grandes de la historia del jazz sin duda alguna, para mí y para muchos otros.

–Han sido meses muy duros para el sector, ¿cómo está pasado la pandemia?

–Sinceramente, no he sufrido mucho la pandemia. Como a todo el mundo, este cambio de vida me ha afectado en diferentes maneras, pero he intentado llevarlo de la mejor manera posible y sacar el lado positivo. Durante el confinamiento he intentado trabajar en proyectos de larga duración, en proyectos que en condiciones normales son complicados de llevar a cabo. He aprovechado ese tiempo y he terminado un libro, “Aprende a tocar la armónica con Antonio Serrano”, un trabajo del que estoy muy orgulloso y que creo que era muy necesario, y he hecho un arreglo para armónica y orquesta de “El sombrero de tres picos”, de Falla.

–Pero, ¿a nivel de conciertos?

–Sinceramente, cuando cancelaron todas las actuaciones estuve un tiempo sin tocar, pero en cuanto se reanudaron a algunos músicos españoles nos ha venido bien, porque en muchos festivales de jazz que se nutrían de músicos americanos, este año no han tenido más remedio que recurrir a nosotros. Aunque haya sido por ese motivo, nos han dado la oportunidad de trabajar en nuestros festivales. He de decir, en todo caso, que admiro profundamente a la gente que se dedica a promover y organizar conciertos o ciclos como el de Oviedo, es algo que a mí me parece mucho complejo, yo no podría organizar nada.

–Eso también ha sucedido en otros ámbitos como la ópera, con temporadas que han priorizado a los cantantes nacionales, a los que han ayudado a sobrevivir.

–Sinceramente, en nuestro caso no sé si se ha hecho con la idea de ayudar o simplemente era la manera de poder hacer eventos o actividades. Pero creo que sí se han dado cuenta, ellos y el público, que a lo mejor no hace falta traer músicos extranjeros y que los que estamos aquí podemos hacerlo bien, siendo además más asequibles. En el futuro no sé qué pasará. Y tengo ganas de verlo, de ver en qué se han convertido las programaciones, y si vuelven a dejarnos en casa y traer a los americanos o si siguen contando con nosotros.

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