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Carlos Mena Contratenor, canta mañana en el Auditorio, dentro del ciclo Primavera Barroca

“He recuperado muchas obras pero los responsable culturales no las difunden”

“Todo lo que canto es adaptado, no puedo sentarme el martes en Oviedo y pensar en los códigos de interpretación de Bach o Vivaldi”

Carlos Mena. | J. A. Escudero

El contratenor Carlos Mena (Vitoria, 1971) acude este martes al Auditorio Príncipe Felipe (20.00 horas) junto al instrumentista Manuel Minguillón para interpretar el programa “Per voi ardo. La canción en los libros de vihuela”. El concierto se enmarca en el ciclo “Primavera Barroca”, que coorganizan el Centro Nacional de Difusión Musical y la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo (FMC).

–El concierto se apoya en la vihuela, un instrumento que tuvo gran relevancia siglos atrás.

–La vihuela antecedió a la guitarra, era el rey de la cuerda pulsada en los siglos XV y XVI en España. Si en el resto de Europa reinaba el laúd, en España teníamos la vihuela. El programa que vamos a presentar recupera obras de en torno al siglo XVI, cuando se produce uno de los clímax artísticos del país, y cuando España era una auténtica potencia musical en Europa.

–¿En qué se diferencia el sonido de la vihuela de los actuales instrumentos de cuerda pulsada?

–Manuel Minguillón podría explicarlo mejor, pero básicamente la vihuela tiene doble cuerda, lo que da como efecto una resonancia y una proyección muy particulares. Esta cualidad lo hacía ideal para esa época, ya que con un cuerpo más bien pequeño logra una proyección importante, lo que hace también que las notas se sostengan de una manera más continua. Y además es un instrumento muy bello, hipnótico.

–¿Le ha exigido adaptar su estilo a esa mayor proyección del instrumento?

–No, de hecho todo en mi trabajo es adaptación. No puedo sentarme este martes junto a Manuel en Oviedo pensando en los códigos de interpretación de Bach o Vivaldi.

–Habla de que España era, en el siglo XVI, una potencia musical. ¿Somos conscientes de ese legado?

–Creo que sí que somos conscientes de que había un clímax de la cultura y en este caso de la música, pero de lo que no estoy seguro es de que nos enorgullezcamos de ello tanto como otros países, como los británicos con Purcell o los franceses con Coupelin, por ejemplo. Si pensamos en la cantidad de repertorios de esta época programados y tocados por parte de formaciones extranjeras y los confrontamos con el apoyo que se da a este tipo de programas y de formaciones en España, estamos a bastante distancia. Si a un músico español le preguntamos si considera que Tomás Luis de Victoria es uno de los cúlmenes de la música renacentista te dirá que sí, pero otra cosa es que la estructura cultural de un país favorezca el conocimiento de su obra y la difunda tanto como se hace en otros países con otros músicos contemporáneos a él. Ahí dudo.

–Contrasta esa circunstancia con la recuperación, exhumación incluso, de muchas obras de esa época en los últimos años.

–Sí. Creo que se está realizando un gran trabajo de recuperación de obras y compositores desconocidos, en el sentido de que no estaban editados, y que ahora son más accesibles. Pero si hacemos un análisis numérico, como si fuésemos a presentar un balance de ingresos empresarial analizando el número de obras estrenadas, tengo más dudas. En todo caso sí que es importante esa labor de, como dices, exhumación de una música y unos autores que ahora nos son accesibles. Pero este debe estar acompañado de un criterio y unas acciones culturales concretas. Yo no sé cuántas obras he recuperado, muchísimas, pero podría contar con los dedos de la mano las veces que los responsables culturales, la estructura cultural española, han promovido la difusión de este tipo de repertorio.

Carlos Mena, en la parte superior de la imagen, junto a Manuel MIinguillón, que le acompañará mañana en el Auditorio. | J. A. Escudero

–¿Puede deberse a cierto complejo?

–Puede ser, pero me parece que es la punta del iceberg. Creo que es sobre todo una cuestión de criterio.

–Este tipo de música antigua, paradójicamente, engancha al que se acerca a ella, parece grata al gusto contemporáneo.

–Sí, creo que tanto la música barroca como la renacentista enganchan. Fueron concebidas en un contexto en el que se intentaba llegar de forma muy directa al público. De hecho suele ocurrir que los públicos de estos conciertos son más heterogéneos, hay asistentes de edades más diversas de las que tenemos, quizás, en un concierto clásico, donde la media de edad puede tender a ser más alta.

–Viene a actuar a una plaza, Oviedo, con una gran tradición melómana. ¿Siente un cantante una exigencia especial al actuar ante un público así?

–Lo primero de todo, tengo que felicitar a Oviedo y al ciclo “Primavera Barroca” porque es generoso, y también a los asesores culturales de la ciudad, por su apuesta por la música de calidad. Más allá de eso, yo nunca pienso si voy a actuar en una plaza de mayor o menor exigencia o prestigio, porque me volvería loco. Para mí es tan importante actuar en un pueblo de Ávila que hacerlo en el mejor teatro de Nueva York. Y entre los artistas pasa lo mismo: este concierto de Oviedo lo empezamos con música de Valderrábano, y cuando la estoy interpretando pienso que es la música más grande que hay y no puedo sentir más admiración por este compositor. Siguiendo esa filosofía, soy feliz con lo que hago, y pasan los años, y yo tengo ya 51, y me siento más feliz que nunca.

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