"El Volcán". Así llamaban, a finales del siglo XVIII, al horno alto de la fábrica de Trubia. Fue allí, en ese ingenio de expresivo nombre, donde el 10 de julio de 1797 se realizó la primera colada de la fábrica: la mezcla de hierro y carbón que, una vez fundido, se utilizaba como base para hacer material armamentístico. Ayer, Trubia reivindicó ese pasado industrial con una espectacular recreación histórica de ese acontecimiento, en la que participaron más de medio centenar de personas, ante una audiencia multitudinaria.
Nadie en el pueblo quiso perderse la representación, y así se reflejó la plaza del General Ordóñez, popularmente conocida como "La Plazoleta", que estaba hasta la bandera. Fue una cita de asistencia obligatoria para los trubiecos y curiosos. Para reunir a pequeños y mayores y conocer, o recordar, la historia tan importante de los inicios de su industria de Trubia y de Asturias.
La recreación arrancó con la salida del que era entonces director de La Real Fábrica de Municiones Gruesas de Trubia, Ignacio Muñoz de San Clemente, encarnado por un actor. Le seguía una pléyade de autoridades, entre ellas el obispo de Oviedo. Acto seguido entraron en escena los mineros que trabajaban el hierro, mostrando cómo lo cargaban, al hombro o en un carro tirado por dos descomunales bueyes.
La representación tuvo una parte dramática, cuando se escenificó la revuelta de los mineros, a raíz de un escrito remitido al director de la fábrica. Pero nada podía detener la colada, bendecida por el obispo y por el rey Carlos III, que dio su beneplácito hasta en cuatro cartas. Llegó entonces el encendido del "Volcán", con un efecto de humo que sorprendió a los espectadores. "Cómo nos íbamos a esperar que iban a plantar esto aquí, con efectos especiales incluidos", exclamó sorprendida Elena Pérez, vecina de la localidad, al ver la humareda. La colada, dicen los libros de historia, no salió bien, pero aquel fue el inicio de una fábrica de armas que, a día de hoy, sigue funcionando, 225 años después.
El público no se perdió ni un detalle durante la hora y media que duró un espectáculo con marchamo de superproducción. Vestuario de época, animales, carruajes, cañonazos, humo, música dieciochesca y, sobre todo, la entrega de los actores hicieron que el numeroso público creyese estar asomado a una auténtica ventana al pasado. El colofón llegó con el himno de Asturias y con una sentencia que, antaño, debió ser lema en Trubia: "En Oviedo hay dos catedrales: el Salvador y ‘El Volcán’ de Trubia, que da el arsenal".
