La OSPA trajo ayer al Auditorio Príncipe Felipe un programa centrado en el siglo XX que incluía una obra de la no tan programada pero excelente Gubaidulina. Su mundo de las hadas, etéreo y evocador abrió el apetito para la el plato fuerte: el concierto para violín de Benjamin Britten. Tampoco es una de las piezas protagonistas del canon, pero es una obra completa y compleja que permitió a Stefan Jackin lucir su excelente dominio del instrumento. El Auditorio, bastante lleno, aplaudió hasta que le arrancó al solista una propina, la infalible sarabanda de la partita n2 para violin solo de Bach.
La segunda parte estuvo dedicada a la popular quinta sinfonía de Shostakovich, una obra completa que permitió a la OSPA y a su director, Nuno Coelho, lucirse, arrancando cálidos aplausos del público.