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Carretera del Postigo al Campo de los Patos

El símbolo de lo que fue la entrada secundaria a la ciudad

No hay mejor modo de empezar a escribir sobre la ciudad que con la consulta imprescindible de la obra “Nombres y cosas de las calles de Oviedo”, del doctor Tolivar Faes. Yo manejo la edición de 1992.

Nos dice don José Ramón Tolivar que hasta la segunda mitad del siglo XIX solo había un Postigo, el que hoy conocemos como Alto, y que transcurría al lado de la muralla. Nuestro Postigo Bajo era, simplemente, “la carretera del Postigo al Campo de los Patos”.

Qué hermosa es la odonimia, el estudio de los nombres de las calles, de los caminos, cuando tanto se asemeja a la toponimia, el estudio de los nombres propios de los lugares, pues ambas disciplinas describen dónde estamos y nos señalan de dónde venimos.

Los postigos eran las puertas secundarias de las villas y en la muralla ovetense, a la altura de la calle de San José, se abría esta puerta, que dio nombre a la calle del Postigo, el Alto, mientras que el Bajo era, eso, simplemente, la carretera del Postigo al Campo de los Patos.

La carretera del Postigo al Campo de los Patos, el Postigo Bajo, calle industrial, obrera, de prostíbulos sin lujos, no hace tanto, entrada secundaria a la ciudad, orgullosa lucidora de la nave de la Sociedad Popular Ovetense, con el azulejo de Vaquero Palacios, tan emblema de esta modesta secundaria puerta de entrada a la ciudad como el hito que señala el punto kilométrico de la nacional 630, enfrente.

El Postigo Bajo, desde el Campo de los Patos al Alto, modesta y entrañable entrada al Oviedo Antiguo, barrio herido, trabajador, luminoso y sucio a veces; con vecindario orgulloso y peleón, al que tan bien le vendría el espacio de la Fábrica de Gas, solar que ocupa buena parte de esta calle y de la del Paraíso, tan bien le vendría para acoger iniciativas vecinales, espacios compartidos de trabajo, pequeños equipamientos culturales. Lugar de encuentro podría ser entre el vecindario del barrio organizado, que tan vecindario somos quienes lo habitamos en viviendas ordinarias como quienes viven en las dependencias de Proyecto Hombre, también en el Postigo Bajo, antigua escuela felizmente reconvertida y no demolida; como quienes comen en la Cocina Económica habitualmente. Como quienes vivimos y quienes trabajan en él.

No demuelan nada, por favor. Descontaminen sin demoler. Hay vivienda construida en la ciudad de sobra, hay otras promociones de vivienda cerca. Descontaminen, hágase el ayuntamiento con el recinto, rehabilítese, demos ideas. Desde el barrio tenemos muchas y distintos colectivos de la ciudad, también. Sé que los tiempos son malos para las arcas públicas, pero negóciese; y que este espacio se abra a la ciudad solo traerá cosas buenas, al barrio y a sus aledaños, a la ciudad entera.

Ya hemos padecido demasiadas demoliciones, físicas y morales. Nos merecemos ilusionarnos y trabajar y debatir sobre los usos, y aportar. Nos merecemos ese poquito de alegría de vivir, porque las puertas secundarias son las puertas comunes, las domésticas, las de sentir el calor, el calor que tanto bueno hizo a la ciudad al lanzarse desde este lugar.

Que esa puerta secundaria, que la carretera del Postigo al Campo de los Patos, albergue espacios comunes, compartidos, como ciudad abierta, tan corriente como cualquier otra, pero que queremos, porque es la nuestra. Espacios abiertos, para seguir el camino de quienes fundaron la Sociedad Popular Ovetense, para expandir desde este lugar calor y abrigo.

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