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Gonzalo García-Conde

Paraíso capital

Gonzalo García-Conde

Schulz, héroe y viajero llegado del Rin

La historia del autor del primer mapa geológico de España, que inició en Galicia y Asturias

Fue después de cenar con unos amigos en una céntrica sidrería de Vetusta, hace unos cuantos años ya, cuando uno de ellos, foriatu, nos hizo al resto una pregunta singular. Al salir a la calle levantó la cabeza para respirar mejor después de tanto pollo al ajillo, algo llamó su atención y nos mandó callar a todos con un gesto. “Alguno de vosotros lo tiene que saber: ¿Quién demonios fue Schulz?”.

Los asturianos dimos la callada por respuesta. Ni siquiera sabíamos a qué se refería. Señaló entonces la placa que daba nombre a la vía. Schulz. “Alguien importante tiene que ser si tiene una calle en Oviedo, otra en Mieres y la avenida más larga de Gijón”.

En medio del estupor general, otro de mis compadres, periodista de profesión, respondió con la agilidad y picardía propias de su oficio: “El de Oviedo y el de Gijón son dos Schulz totalmente distintos, no son ni familia. Al de Mieres no lo conozco.”

Estaba claro que no era cierto, pero había logrado desviar la atención, nos había hecho reír y la conversación había derivado por otros caminos. Sin embargo yo me propuse investigarlo y lo que encontré preguntando fue una historia magnífica, que les resumiré.

Guillermo Schulz nació a principios del XIX en las orillas del Rin, en pleno corazón de la siderurgia alemana. Hijo de un capataz de mina, aprendió con él los rudimentos del oficio. Pero al mismo tiempo destacaba en sus estudios, por los que fue becado por su empresa hasta concluirlos como ingeniero de minas con expediente extraordinario.

España, que ya estaba reaccionando tarde a la pérdida de las colonias americanas, volvió la mirada a sus recursos naturales que, muchos siglos atrás, habían explotado civilizaciones más antiguas. Tras consultar a los germanos, que ya eran potencia mundial, obtuvieron la recomendación de encargar un estudio al jovencísimo y recién licenciado Wilheim Schulz, favorito de sus tutores.

Al llegar a la península, Schulz fue dotado de recursos muy relativos y ningún encargo concreto, pero se motivó él solito. En aquel país atrasado y políticamente convulso, se entregó a estudiar los suelos empezando por Galicia y Asturias. Sin más ayuda que una brújula, un mozo y un burro, dedicó años a analizar el terreno, recorriendo caminos imposibles, alojándose en las más diminutas aldeas y comiendo lo que le dieran.

El resultado de su estudio, pásmense, fue el primer mapa geológico de España y sus descubrimientos, que aún tienen vigencia, le sitúan como padre de la minería nacional. Por otra parte, las notas que escribía en los márgenes de sus libretas, anécdotas populares delirantes, están consideradas la primera guía de turismo rural del norte de la península.

Falleció jubilado como director del Instituto Geológico y Minero, reconocido como uno de los personajes más trascendentes de su siglo en nuestro país. Pero nunca olvidó que, por muchos honores que recibiese, su padre se había enfrentado cada día a la muerte subterránea. Por ello impulsó con entusiasmo la Escuela de Capataces de Mieres del Camino. Hoy día ya no tenemos minas, no son rentables. La Escuela de Ingenieros, otrora orgullo de nuestra Universidad, busca la manera de reinventarse ampliando estudios de robótica, minería espacial o lo que sea que la sitúe en el mapa de nuevo.

Schulz, el héroe, sobrevive en el callejero aunque ya se pierde en nuestros recuerdos

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