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Una calle en Oviedo para el deán de su Catedral

El merecido reconocimiento a uno de los guardianes de la Sancta Ovetensis

En el 794 una nueva incursión de Abd el Melik en Oviedo destruye el templo catedral mandando construir por Fruela. Su hijo, Alfonso II, no se da por vencido y encarga a Tioda, su arquitecto, un nuevo templo dedicado al Salvador y a los doce Apóstoles, que da por terminado en el 821, hace ahora 1200 años. También por esta fecha comienza la historia de la catedral de Oviedo como relicario de la cristiandad con la llegada del Arca Santa procedente de Jerusalén; de ahí que la catedral ovetense reciba el apelativo de Santa, debido a la gran cantidad de reliquias que conserva.

Igualmente celebramos en este 2021 un Año Jacobeo, donde la catedral de Oviedo recobra un protagonismo especial al tratarse del punto de partida de Alfonso II como primer peregrino a Santiago.

Buen momento por todo ello para formular un deseo que desde hace tiempo me ronda la cabeza: solicitar al Ayuntamiento una calle o plaza en Oviedo para Benito Gallego, deán de su catedral. Los motivos son sobrados. Los expongo a reglón seguido.

El impulso, la constancia y el talante negociador –pródigo a buscar soluciones– de D. Benito han sido decisivos para llevar a cabo el Plan Director de la Catedral de San Salvador de Oviedo –redactado por Jorge Hevia y Cosme Cuenca, y aprobado en 1997– siendo la catedral ovetense una de las pocas de España que ha concluido esta serie de mejoras. Tarea tan admirable como encomiable, la de perseverar, año tras año –con dificultades y crisis económicas, gobiernos de un signo u otro–, para conservar la Sancta Ovetensis –vestigio de nuestra historia–, siendo al mismo tiempo, Iglesia-Madre de las iglesias de Asturias.

Además, gracias al buen hacer de su deán, la Catedral es conocida más allá de nuestras fronteras como origen del Camino de Santiago siguiendo el viejo refrán de que “Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado pero no a su Señor”.

Asimismo, como consecuencia de la gestión de D. Benito, la Catedral de San Salvador es un motor cultural de primer orden. Basta reseñar dos datos: el Programa de Actividades para Abonados, con ofertas de interesantísimas, y el Plan de Servicios Turísticos. Gracias a ambos, ovetenses y turistas nos beneficiamos de una excelente oferta cultural, a la vez que la Catedral recibe una serie de ingresos que revierte en la conservación y mantenimiento de su patrimonio artístico y cultural.

Finalmente me queda la razón más importante, la gratitud. Algunos definen el agradecimiento como la memoria del corazón y me gusta, porque es importante no olvidarse de lo bueno que otros han hecho por nosotros. D. Benito llegó a Oviedo en 1975 como penitenciario, cargo que aún detenta. De 1994 a 2010 trabajó como administrador o fabriquero y desde ese año fue nombrado deán-presidente del Cabildo Metropolitano. Además, impartió clases en los colegios Hispania y Los Robles. Casi cincuenta años de trabajo eficaz y silencioso merecen un reconocimiento.

Bien es verdad que quien conozca a D. Benito sabe que nunca pediría que su nombre figurase en una plaza porque de suyo es discreto y trabaja desinteresadamente, para una gloria más divina que mundana. Sin embargo, se impone la memoria agradecida. Además, me consta que no soy la única en formular este deseo. Son muchas, muchas las personas anónimas y otras más conocidas –del mundo del arte, de la cultura, de la comunicación...– las que se unen a esta petición porque, como dice el refrán, “es de bien nacidos, ser agradecidos”. Lo evidencia la cantidad de firmas que se están recogiendo en un punto habilitado para ello, la Librería San Pablo, en el nº 15 de la calle Magdalena de Oviedo.

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