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Carlos Fernández Llaneza

Aún en honrosa deuda con Clarín

La huella en la ciudad del autor de "La Regenta"

"Oviedo ha liquidado honrosamente la deuda que tenía contraída con aquel asturiano que se llamó Leopoldo Alas y que universalizó su pseudónimo de Clarín con el que firmaba sus inolvidables artículos periodísticos y sus ácidas críticas literarias". Así encabezaba el diario "El Carbayón" la noticia sobre la inauguración del monumento a Clarín el martes 5 de mayo de 1931. Como quiera que el pasado mes de mayo, al escribir sobre este monumento, habíamos dejado pendiente una continuación, retomamos la mirada sobre aquel día histórico que la prensa definía como "un acto glorioso de cultura al que se sumaron todas las clases sociales unidas por el mismo fervor contenido". El acto, que había sufrido algunos retrasos, se llevó por fin a cabo "para rendir pública y solemnemente a Clarín la pleitesía espiritual que le debía su amada Vetusta". El gobierno había enviado como representante a Álvaro de Albornoz, "discípulo predilecto del maestro". Tras la llegada de los asistentes, a mediodía, tuvo lugar un acto en el teatro Campoamor. "En la mesa presidencial se sentaron junto al señor Albornoz y otras autoridades los hijos de ‘Clarín’, don Leopoldo y don Adolfo Alas Argüelles". Finalizada la intervención del rector, el presidente de la comisión pro monumento manifestó que para él "significaba un alto honor el que se le había concedido de ofrecer al pueblo de Oviedo el monumento del insigne catedrático". Después de sus palabras intervino el alcalde, quien expresó que "a los treinta años próximamente de la muerte del simpar crítico y admirado cuentista, el pueblo de Oviedo le hace justicia ofrendándole este monumento". Continuó el alcalde Laredo: "Pudiéramos decir que ha sido tardíamente pagada la deuda, pero lo que es posible es que sea el día más adecuado, ya que para Leopoldo Alas esta época hubiera sido la por él preferida: época de democracia, de justicia, de libertad y república". Posteriormente intervino el ministro con un discurso lleno de emoción y vivencias personales como alumno de Clarín. Y finalmente llegó el turno al catedrático e hijo de Clarín, Leopoldo Alas, a quien el público recibió "con una salva de aplausos". Alas, emocionado, comenzó su discurso diciendo que "en esta ocasión le era imposible pronunciar una oración florida, porque lo que él quisiera decir es tan hondo que no puede llegar a los labios". Tras el acto, la comitiva se desplazó hasta el Campo de San Francisco para la inauguración del monumento, obra del escultor Manuel Álvarez Laviada, al que asistió "tal gentío que sobrepasaba todo cálculo, no pudiendo los guardias contener a la multitud que invadió los jardinillos cercanos al monumento". La banda del Regimiento Príncipe interpretó el himno de Riego y las hijas de don Leopoldo descubrieron la bandera tricolor que cubría el busto.

Una jornada de alegría y multitudinaria participación ciudadana que se vería ennegrecida cinco años después. El monumento a Clarín fue ultrajado poniéndole primero una cabeza de burro y dinamitándolo posteriormente como si con esta atrocidad quisieran cobrarse una venganza tardía. Juan Antonio Cabezas, bajo el seudónimo de "Boy", escribía el 6 de mayo de 1937 en el diario "Avance": "Hicieron pedazos aquellas piedras, símbolos ya, en lo que representaba su cabeza ungida de noble serenidad, y lo que perdura de su vida de luchador como emblema de su pensamiento, la verdad. Destrozaron a golpes de maza las piedras de la fuente, seca ya de rumores, y vejaron, zafios, en efigie, al que sus padres desearon vejar en vida. Y esto después de saciar su odio ancestral, su crueldad de castidad, con la vejación más trágica, con el fusilamiento de su hijo".

Hubo que esperar hasta el 25 de abril de 1968 cuando el alcalde, Manuel Álvarez Buylla, ordenó colocar de nuevo el busto de Clarín encargado en 1956 al escultor Víctor Hevia. Pero esos últimos avatares son ya otra historia que posponemos para no alargarnos en demasía.

¿Ha saldado la ciudad la deuda con Clarín? Aún no. Al monumento le falta un bajorrelieve: "La verdad libre de toda hipocresía", que nunca se restituyó. El edificio número 34 de la calle Uría, donde Clarín escribió "La Regenta", debe enorgullecerse colocando una placa que lo recuerde. Al igual que su última residencia, al final de la calle Campomanes. La Biblioteca de Asturias ha de destacar una referencia al Archivo Clarín, legado por sus descendientes. E, inexcusablemente, Clarín debe recibir el reconocimiento institucional que contempla el reglamento para la concesión de honores y distinciones del Ayuntamiento. Quizá así Oviedo "liquide honrosamente la deuda contraída con aquel asturiano que se llamó Leopoldo Alas".

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