Cuidadín, que diría el inolvidable Chiquito de la Calzada moviéndose de punteras de un lado al otro del vestuario. El partido de esta tarde en el Metropolitano no va a ser un mero trámite que los de Anquela ganen sin apenas bajarse del autobús. El Rayo Majadahonda es un buen equipo, como demostró el pasado lunes ante el Sporting, y vencerle no va a resultar tarea sencilla. Vale que los azules atesoran mayor calidad que los madrileños. Vale que los nuestros, uno por uno, son bastante superiores al rival, pero convendría tener en cuenta que con la camiseta no se gana y que habrá que poner, cuando menos, tanta intensidad y entusiasmo como el rival. Y desde el minuto uno. La historia del Oviedo está repleta de reveses en masivos desplazamientos de la afición. Para que no se repita hoy la historia cabe pedir a los jugadores que, al menos en cuestión de compromiso, estén a la altura de los miles de oviedistas que les apoyarán desde la grada, algo que esta temporada no ha sucedido en más de una ocasión.
Ganar en Madrid, qué duda cabe, supondría dar un puñetazo encima de la mesa y sumar tres puntos muy importantes para afrontar con garantías el tramo de competición que va de aquí a final de año, clave para definir las aspiraciones de los azules. Es de esperar que el equipo ofrezca la versión del pasado domingo ante el Albacete y que demuestre que lo sucedido ante el Zaragoza, el Elche o el Alcorcón fueron accidentes derivados de la falta de rodaje en los primeros compases ligueros.
De momento, y a la espera de lo que acontezca sobre el césped, lo más ilusionante del partido es la presencia en la convocatoria de cuatro jugadores del filial, incluido Borja Sánchez, un joven futbolista con un futuro prometedor al que hay que cuidar para que se convierta en la piedra angular del futuro más inmediato del club. Buena parte del éxito deportivo del gran Oviedo de los años noventa del siglo pasado consistió en adelantar la fórmula de "zidanes y pavones" del Madrid galáctico, combinando con acierto en las alineaciones grandes figuras como Jokanovic, Dubovsky, Jerkan o Pompei con valores de sangre azul surgidos de El Requexón y del fútbol base local.
Ir recuperando ese modelo con una apuesta seria por una cantera que está dando la cara se antoja una buena estrategia de futuro. Puede que la presencia de los chicos del Vetusta en el partido de hoy sea testimonial, pero bien está que entren con normalidad en la dinámica del primer equipo y en las convocatorias. A Anquela solo cabe pedirle que sea justo (y un pelín paciente) con ellos. Uno, personalmente, no tiene dudas de que así será.
