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La ventana del peñista

Entre las gaitas y el fonendo

Francisco Guisasola, secretario del Colegio de Médicos, fue uno de los fundadores de la asociación Espíritu 2003 - Autor de un libro sobre canciones del club, se hizo "más forofo" tras la caída a Tercera: "El oviedismo no se explica: lo vives, lo necesitas"

Entre las gaitas y el fonendo

Siempre es recomendable tener un médico cerca. Especialmente en eventos de grandes emociones; nunca se sabe hasta dónde puede llegar la agitación. El 31 de mayo del año 2015 la capital de Asturias entraba en estado de locura. El Oviedo ponía fin en Cádiz a una negra etapa de 12 años alejado del fútbol profesional y la ciudad era una fiesta. El centro neurálgico después del partido era la plaza de América, abarrotada de hinchas azules festejando el fin de la condena de los barrizales. El primero que llegó al epicentro carbayón fue Francisco Guisasola (Oviedo, 1959), doctor en Medicina por la Universidad de Oviedo, secretario general del Colegio de Médicos de Asturias. Acompañado por varios colegas, Guisasola vio el partido en el centro social del Colegio de Médicos, en la primera planta de las oficinas, situadas precisamente en la céntrica plaza. "Los últimos minutos no los pude ni ver, los recuerdo con un sufrimiento absoluto", dice casi cuatro años después, en el mismo escenario, un elegante salón, al que se accede con contraseña, con unas vistas privilegiadas a la avenida de Galicia, donde repasa una vida siempre pegada al Oviedo, de forma militante desde 2003 (fue uno de los creadores de la asociación Espíritu 2003, de la que fue secretario y presidente; y también echó a andar con varios amigos la peña Irreductibles, que sigue con actividad en la actualidad). Su pasión por el Oviedo, algo atípico, también tiene que ver con el entusiasmo musical de Guisasola, que llegó a publicar un libro "El himno del Real Oviedo", sobre las canciones relacionadas con el equipo.

"Cuando casi desaparecemos me hice más forofo. El oviedismo no se explica: lo vives, lo necesitas, lo sigues. Esa frase que dice 'que el corazón tiene razones que la razón no entiende' encaja perfectamente. Además, como médico, creo que por todo lo que le ha pasado el Oviedo es un paciente milagroso". Guisasola, hijo único de madre nacida en Cuba (aunque llegó de niña a Asturias), nació (dice que no es casualidad) en las inmediaciones de la plaza de América y el oviedismo se lo contagió su abuelo paterno, Francisco. "Nos contaba que cuando se inauguró el viejo Tartiere tenía un merendero en Buenavista. Allí se hizo una comida y él fue uno de los que acudió". Guisasola recuerda ir al fútbol con su padre, también Francisco, y sacarse su primer abono del Oviedo con ocho años. Tiempo después, en edad universitaria, dudó entre Medicina o Matemáticas, pero se decantó por la primera disciplina. Promoción de 1976, el último año sin números clausus, en 1992 abrió su propia clínica, en la que trabaja en la actualidad. Y en esa época, aunque el Oviedo se codeaba con los grandes y disputó incluso la UEFA, Guisasola vivía la pasión azul con menos intensidad. "Menos apasionado. No supe lo que era una peña hasta años después", confiesa.

En 2003, con el descenso administrativo a Tercera, el Oviedo al borde del abismo y la masa social azul en guerra con el ayuntamiento de la ciudad, afloró la parte más sentimental de Guisasola. "Fue un cambio absoluto de mentalidad. Nunca olvidaré el primer partido en Tercera en el Tartiere ante el Mosconia, es un momento romántico e insuperable. La primera vez que vi al Oviedo fuera de casa fue en los años de Tercera". En ese contexto de lucha por la supervivencia Guisasola participó en la creación de la asociación Espíritu 2003. "Queríamos recoger ese sentimiento de pertenencia para volcarnos con el Oviedo", rememora. Guisasola padeció los años de inestabilidad con Alberto González y en 2007 fundó con varios amigos la peña "Irreductibles", surgida a través de foros de internet y con actividad en la actualidad, aunque no tan intensa como otras. "Nos reunimos esporádicamente, hacemos cenas. Somos 18, 12 activos. Más que una peña somos un grupo de amigos", explica. La llegada de Carlos Slim en 2012 fue la "tranquilidad absoluta" para Guisasola, que espera ver pronto al Oviedo en Primera y celebrar el ascenso con música, su otra pasión (es diplomado en Piano por el Conservatorio). Y es que una de las razones de la emoción de Guisasola en el primer partido de la historia del Oviedo en Tercera en el Tartiere fue escuchar el himno del Oviedo. Ese día se inauguró en el estadio el canto azul en la versión con las gaitas ("nunca olvidaré esa sensación, es algo mágico"). Guisasola se lanzó a escribir un trabajo sobre la historia musical del Oviedo, que vio la luz en 2010. Sus investigaciones siguen en la actualidad. Recientemente, incluso, consiguió el audio de la primera versión del himno que sonaba en el Tartiere a principios de los Setenta y se lo cedió al club, que lo publicó. El doctor es un coleccionista y tiene en su poder casi 40 documentos musicales relacionados con el Oviedo. Especial cariño le tiene a la versión en asturiano del himno porque Guisasola, además de médico, apasionado de la música y gran oviedista, es un absoluto defensor de la Cooficialidad de la Llingua.

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