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Diez momentos históricos del Oviedo Baloncesto: Una historia de sobresaltos

Los grandes logros del Liberbank Oviedo han llegado con remontadas de infarto y finales imposibles

Víctor Pérez, con la Copa Princesa lograda por el Oviedo Baloncesto en 2017 Miki López

El que quiera tranquilidad que pruebe con otro deporte y, sobre todo, con otro club. Si, por el contrario, lo que se busca son emociones fuertes, la mejor opción es el baloncesto y, especialmente, el OCB, que en 17 años de historia acumula un buen puñado de finales de infarto, remontadas imposibles y milagros que convirtieron a un polideportivo de barrio en ese “fortín” de Pumarín del que todo el mundo ha oído hablar alguna vez en el baloncesto español. LA NUEVA ESPAÑA ha elegido diez momentos que resumen bien la trayectoria de un club que afronta a partir del 22 de mayo su sexto play-off de ascenso a la ACB en solo ocho años en LEB Oro.

El Oviedo Baloncesto celebra su ascenso a LEB Oro LNE

Victoria al Navalcarnero y ascenso a LEB Bronce. La historia del Oviedo Baloncesto comenzó mal, jugando en Liga EBA y descendiendo a Primera Nacional en la temporada 2004-05. Tocaba rehacerse tras la gran decepción y lo lograron: el curso siguiente se ganaron los 25 partidos disputados y se volvió a EBA. Esta vez las cosas fueron mucho mejor y dos temporadas después se logró subir a LEB Bronce tras una final a cuatro celebrada en Pumarín y que acabó con victoria ante el Navalcarnero (73-65). En ese equipo ya estaba un grupo que sería clave en los años posteriores, con Agustín Prieto y los hermanos Adrián y Héctor Macía, que llegaron a jugar LEB Oro. También estaba ahí Guillermo Arenas, quien después, como entrenador, ascendería al equipo a Oro y lo llevaría a su primer play-off de ascenso a la ACB.

La plantilla del OCB celebra el ascenso a LEB Bronce, en 2008 LNE

Otro ascenso desde la Liga EBA y esta vez a Plata. El OCB jugó en LEB Bronce, acabó decimocuarto y la competición desapareció. La elección del club, muy conocida, fue la de renunciar a la LEB Plata y volver a dar un paso atrás y jugar en EBA. Ese regreso, en la temporada 2009-10, fue un éxito que desembocó en la LEB Plata, el tercer escalón del baloncesto español. Un ascenso que se logró tras superar tres eliminatorias a ida y vuelta, la primera con una espectacular remonta ante el Atarfe (Granada), la segunda superando al Vic y la definitiva ganando al Canoe, con el que se perdió por un punto en la ida y al que se venció 87-64 en la vuelta, con un polideportivo de Pumarín lleno hasta la bandera. A los clásicos Macía, Prieto, Champi o Albano Fernández se habían sumado refuerzos como el del estadounidense Tony Tate o el asturiano Rubén Suárez.

Agustín Prieto, en la canasta, celebra el ascenso a LEB Plata, en 2010 LNE

El primer play-off en la LEB Plata ya dejó huella. El Liberbank Oviedo aterrizó en la LEB Plata en la temporada 2010-11. El equipo que entrenaba Alfredo Riera logró el octavo puesto y, por lo tanto, disputar los play-off de ascenso a la LEB Oro. Solo clasificarse fue un éxito enorme y la remontada en el tercer partido lo redondeó. El Tíjola, equipo en el que jugaba Víctor Pérez, el que años después se convertiría en el gran capitán del OCB, era el favorito, ganaba 2-0 y al término del tercer cuarto del tercer partido ganaba 43-58. El OCB acabó remontando (76-75) con una genialidad de Álex González.

Una historia de sobresaltos

Dos partidos para un ascenso de Oro. El ascenso a LEB Oro, en la temporada 2012-13, tuvo dos momentos clave. El primero fue la victoria por 91-98 al Guadalajara. El equipo manchego le había ganando antes la Copa Adecco Plata al OCB y era su gran rival por el primer puesto y el ascenso directo. El triunfo en la prórroga en la cancha del Guadalajara lo dejó prácticamente sentenciado, con actuaciones espectaculares de Diego Sánchez (23 puntos), Hanley (23) y Víctor Pérez (24). La alegría se confirmó en la cancha del Gran Canaria, donde no hubo tanta emoción. El OCB ganó 59-89 al equipo de un tal Edy Tavares.

Y en Oro llegó la locura. La trayectoria que ha seguido el Oviedo Baloncesto en LEB Oro ha sido espectacular, pero lo que sucedió en su primera curso (2013-14) en esa competición fue una locura que hizo que mucha gente se enganchara al OCB, en Oviedo y en otras partes de Asturias. Fueron muchos los momentos que brindaron los chicos de Guillermo Arenas, pero tres destacan entre todos por motivos diferentes.

El derribo del gigante Andorra. La primera detonación fuerte que vivió Pumarín fue la victoria (81-79) ante el Andorra, un equipo hecho para ascender, como finalmente sucedió, y que llegó a Pumarín invicto. Ganar en la última acción con una canasta de Juan José García fue algo inolvidable. Tras el partido, Jordi Trias, internacional con España y estrella del equipo andorrano, rompió un cristal del polideportivo por pura frustración y rabia.

La locura ante el Clavijo. Pero si hay un triunfo que se puede calificar como inverosímil en la historial del OCB ese es el que tuvo lugar el 29 de diciembre de 2013: quedaban 0,79 décimas, el partido estaba empatado a 74 y Alfred Ott, jugador del Clavijo, tenía tres tiros libres. Anotó el primero, pensó que solo tenía dos y tiró el segundo a fallar, en el tercero invadió la zona tras lanzar y eso provocó que el OCB tuviera un saque de banda cuando perdía por 74-75. El “ally-oop” de Álvaro Muñoz con Juan José García es aun difícil de explicar.

La crónica de la victoria del Oviedo Baloncesto ante el Palencia en el primer play-off de ascenso a la ACB en la historia del club

Remontada en las semifinales. El tercer momento fue el que tuvo lugar en las semifinales del play-off de ascenso a la ACB. Sucedió ante el Palencia que dirigía Natxo Lezkano, ahora técnico de los ovetenses, gran candidato al ascenso. Tras perder los dos primero partidos, en el tercero el OCB remontó un duelo que perdía por 15 puntos a 4:40 del final.

La Copa Princesa en otro año para enmarcar. Era la cuarta temporada del OCB en Oro, la segunda con Carles Marco al frente, asistido por Javi Rodríguez, que dos años después se haría cargo del equipo, y el OCB volaba. Tanto que acabó líder al término de la primera vuelta y, por lo tanto, se ganó el derecho a organizar la Copa Princesa. Hacerlo fue una locura en la que se logró que en Pumarín, donde ahora el aforo es de 1.200 personas, entraran más de 2.000. Fue la primera vez que las limitaciones de Pumarín complicaron la vida al club pero, sobre todo, fue un momento clave para darse a conocer. Ahí estaban Miquel Salvó, MVP de aquel partido, que empezó a demostrar de lo que era capaz. El OCB ganó 80-77 a un San Pablo Burgos que ahora acumula títulos europeos.

Y este año, más magia de la mano de Speight. Uno de los momentos más duros del OCB fue el que vivió el curso pasado. Cuando la Liga se paró por la pandemia, el equipo estaba en descenso y Natxo Lezkano, que había sustituido a Javi Rodríguez en el banquillo, trataba de reconducir las cosas. Se pasó el trago y esta campaña, con recortes en el presupuesto y una plantilla nueva, volvió a aparecer la magia con un equipo joven y fresco. Y si hay que elegir un partido que case bien con los finales de infarto que se han vivido en Pumarín, ese es el que ganaron a Alicante (63-62) con una canasta final de Micah Speight de las que hacen afición. Queda un play-off y se esperan emociones fuertes. Abróchense los cinturones.

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